No lo veas. No veas el vídeo de la decapitación de James Foley. La tentación es fuerte y hay varios enlaces que te llevan a las macabras imágenes. Pero no lo busques.
Como dice Kelly Foley, son imágenes que nadie debería ver ni compartir.
Son parte de la intimidad de una familia devastada. Y, además, cada vez que alguien ve el vídeo, le hace el juego a los despreciables, sádicos y abominables asesinos del autoproclamado EI, Estado Islámico, anteriormente conocido como ISIS, el cruel Estado Islámico de Irak y el Levante que sigue asolando una de las zonas más asoladas del mundo.
A cambio, y si quieres homenajear la imprescindible labor que desempeñan los corresponsales de guerra y los fotoperiodistas, aprovecha para ver dos documentales en los que se cuenta el trabajo que hacen y los riesgos que corren para que, cada día, sepamos lo que pasa en esas zonas del mundo convertidos en agujeros negros.
El primero se titula “No me llames fotógrafo de guerra” y parte de la concesión del World Press Photo al fotoperiodista español Samuel Aranda. Junto a él, otro grupo de aguerridos fotógrafos cuentan sus peripecias y su forma de afrontar una profesión de alto, altísimo riesgo: qué buscan, qué tratan de conseguir, qué quieren transmitir. Y cómo se las ingenian para conseguirlo.
La segunda película es “Tim Hetherington. Un fotógrafo en la línea de fuego”, en la que se repasa la vida de uno de esos fotoperiodistas que lo arriesgan todo por su profesión. Hasta que la muerte les encuentra. En el caso de Tim, en Libia. En la ciudad de Misrata, en 2011.
Impresiona ver y escuchar sus palabras, sus testimonios, sueños, planes, deseos… y a sus padres. Y a su novia. Y a sus compañeros. Dan la auténtica dimensión de una profesión heroica que, quizá, no valoramos como se merece cada vez que posamos la vista sobre las páginas de los periódicos y las revistas o cada vez que entramos en las ediciones digitales de los grandes medios.
Véanlos. Escúchenlos. En homenaje a Foley y a todos los periodistas que han muerto en el frente, tratando de que tú y yo seamos personas informadas y, por tanto, más y mejor civilizadas.
Jesús Lens