Favor de leer ‘Nexus’, por favor

Déjenme que empiece por el final. Como esto no es una novela policíaca, no hay temor al spoiler o destripamiento. Lean el párrafo siguiente, por favor. Después, vayan a su librería de cabecera y háganse con el ‘Nexus’ de Yuval Noah Harari.

“Los primeros organismos no fueron creados por un genio o un dios infalible. Surgieron de un intrincado proceso de ensayo y error. Durante 4.000 millones de años, mecanismos cada vez más complejos de mutación y autocorrección condujeron a la evolución de árboles, dinosaurios, junglas y, finalmente humanos. Ahora hemos convocado a una inteligencia inorgánica ajena que puede escapar a nuestro control y poner en peligro no solo a nuestra propia especie, sino a otros incontables seres vivos. Las decisiones que tomemos en los próximos años determinarán si convocar a esta inteligencia ajena ha sido un error terminal o el inicio de un nuevo y esperanzador capítulo en la evolución de la vida”. 

Si ustedes no se sienten concernidos por un final (de libro) así, yo ya no sé. A mí, la verdad, me dejó impactado. Sobre todo porque ese párrafo llega tras 450 páginas apasionantes repletas de historia e historias, datos, análisis y reflexiones. Tan, tan impresionado que, además de recomendarles vivamente su lectura, estoy pensando en convocar a mi querido Francisco Herrera, catedrático de IA de la UGR, para hacer un algo sobre el libro de cara al próximo Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank. Un algo tipo club de lectura, que el libro es tan apasionante y toca tantos temas en sus diferentes capítulos que cada uno de ellos invita a juntarse, reflexionar y debatir.

‘Nexus’ lleva como subtítulo ‘Una breve historia de las redes de la información desde la Edad de Piedra hasta la IA’ y lo que más me gusta de su autor, Yuval Noah Harari, es que hace un riguroso acercamiento humanista a una disciplina eminentemente técnica. En pocas palabras: si yo lo he (medio) entendido y disfrutado, cualquier lector puede (y debe) hacerlo. 

Jesús Lens

Debate de los lunes: alto voltaje

Cuando leí “Contacto”, de Dennis Cooper, quedé impactado. Aquí, un resumen de esta obra:

Un punk de dieciocho años que se pregunta qué es el amor; un estudiante de cine que quiere rodar un porno duro; un cuarentón francés que practica la coprofagia y sueña con descuartizar adolescentes… Y en el centro, el pasivo George Miles, que se pasa el día entero colocado con ácido, dejándose arrastrar por los deseos y pasiones de quienes lo rodean. Un cóctel explosivo: el cine de terror de serie B, la pornografía en sus diversas variantes y subgéneros, las comedias de adolescentes, el rock y la estética punk. El resultado es una novela brillante y provocadora, que plasma un mundo en el que el sexo y la violencia se expresan de manera visceral y cotidiana.

Ayer hablábamos de “El viaje a Budapest”, una novela que va a dar que hablar, que ya hemos empezado a leer y que, efectivamente, es de alto voltaje.

¿Qué os parece este tipo de literatura explícita en que el sexo, además de explícito, es sucio y provocador (si tal es posible) y las metáforas aluden a aspectos y características del ser humano y sus relaciones sobre las que, habitualmente, se corre un tupido velo?

Jesús Lens

Real Madrid campeón: el triunfo de la casa

– He tenido algunas opciones de tirar y por suerte algunas han entrado.

No. No es falsa humildad lo que destila Carroll, con esas palabras, después de ganar la Copa del Rey de baloncesto con Real Madrid y tras haber masacrado de forma inclemente al Barcelona, el eterno enemigo, con sus lanzamientos.

La final que hoy ha ganado el Real Madrid tiene muchos puntos que conviene resaltar y que nos sirven para lanzar el Debate de los Lunes.

Porque cuando se anunció el fichaje de Pablo Laso como entrenador, alguien de “perfil bajo”, de la casa, antiguo jugador merengue; muchos nos temimos que, con esa decisión, Florentino iniciaba el desgüace del equipo de baloncesto.

¿Por qué nos empeñamos tantas veces en buscar fuera y lejos, sin mirar lo que tenemos en casa, muy cerquita?

El gran fichaje del año ha sido, precisamente, el de un Carroll que llevaba tiempo jugando en España, en un equipo pequeño como el Gran Canaria. Nada de grandes estrellas de la NBA o de equipos potentes de la Euroliga. ¡Otro tipo de la “casa”!

Un equipo, además, insultantemente joven.

– ¡Y tierno! – decíamos algunos. Falta experiencia.

¡Toma ya, la falta de experiencia!

Y, para colmo, un equipo que juega a tumba abierta, arrolladoramente al ataque, sin titubeos o contemplaciones; dejándose la piel en cada partido. Un equipo valiente y osado, que se deja de miserables conservadurismos.

Mientras otros juegan a no perder, este Real Madrid, el Real Madrid de Laso, juega a ganar. Y punto.

Y da espectáculo. ¡Vaya si da espectáculo! Nos hace vibrar, saltar y gritar.

¿Estáis de acuerdo con aquella máxima de Valdano de que la disquisición entre jugar bien o ganar es falsa de partida, ya que lo natural el ganar cuando se juega bien?

Y todo ello, en apenas un puñado de meses.

Meses en los que perdió a Rudy e Ibaka, que se volvieron a la NBA.

Y, para colmo, el Real Madrid venía tocado, después de perder algunos partidos importantes, destrozado por el Bilbao en la Euroliga. ¡Quién lo diría, viendo ese huracán de juego que ha sido hoy!

No sé si vale todo esto como motivo de debate.

Pero a mí, desde luego, me sirve para volver a entonar ese “CAMPEONES, CAMPEONES” que es propio del equipo de mis amores, que tanto nos maltrata últimamente.

Un equipo, en el mejor sentido de la expresión. Sin superestrellas. Todos comprometidos. Con una dirección clara y decidida.

Gracias, Herreros y Laso. Gracias por haberlo cambiado todo para que todo vuelva a ser igual:

¡Real Madrid, campeón!

23 copas nos contemplan. La última, 19 años después. ¡Qué bien sabe!

Jesús merengue Lens.

PD.- No creo que en 2008, 2009, 2010 o 2011 estuviéramos tan eufóricos, pero bueno. Ahí quedan. 😉