Digan lo que digan, el auténtico ganador del Debate del pasado lunes fue el sueño. El sueño ganó por la noche, conduciendo a los brazos de Morfeo a miles de espectadores que no soportaron los discursos de los candidatos.
Y el sueño, por supuesto, presidió la jornada laboral del martes, para los héroes insomnes que hicimos gala de una mezcla de valor y tontunismo, aguantando el Debate hasta sus últimas consecuencias, ya bien entrada la madrugada.
Ya no recuerdo qué candidato habló de la racionalización de horarios. Creo que fue Sánchez. Y me resultó paradójico, escucharlo en un Debate de horarios imposibles. ¿A quién se le ocurrió la feliz idea de convocar a las diez de la noche un debate de dos horas y media? ¿Por qué empezó cerca de las diez y media? ¡Y a lunes! Para empezar la semana con un buen déficit de sueño, imagino.
Algunos malpensados de lengua viperina opinan que, en realidad, era una táctica para que lo viera la menor cantidad de gente posible. Que si por los partidos hubiera sido, habrían debatido a la hora de la Teletienda, dado el cariño que le ponen, en España, a los debates.
Creo que la CEOE, siempre tan preocupada por la productividad de los asalariados, debería presentar una queja formal a la Academia de la Televisión por el sinsentido del horario del Debate a 4. Y los miembros de la junta directiva de dicha Academia deberían presentar otra, por su papelón mientras esperaban la bajada de los cuatro candidatos, uno por uno, para hacerse la ridícula foto de un posado que no nos interesaba a nadie.
Y, por supuesto, los medios de comunicación deberían protestar por lo absurdo del horario de un debate que les obligó a estar al pie del cañón hasta más allá de las dos de la mañana, con las visitas de los candidatos a las sedes de sus partidos a una hora a la que el Metro de Madrid ya debía estar cerrado y los televidentes, durmiendo el sueño de los justos.
Se les llenó la boca a los cuatro candidatos hablando de economía, creación de puestos de trabajo, salarios mínimos y estímulo a los autónomos y emprendedores. Que está muy bien. Pero que podían haber empezado por dejarnos ir a dormir a una hora decente y razonable.
Jesús Lens