Porque hay días en que acabas cansado, en que te enfrentas a colosos, a monstruos y a bestias que parecen salvajes e inasibles y, sin embargo, al final de la jornada, te das cuenta de que sí. De que era posible. Y de que merecía la pena. Y era precioso.
A ti, que te dejas el alma en tu trabajo: ¡felicidades!
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