Iván Martínez, uno de los cracks del Fundación CB Granada-Covirán, ha tenido muchos partidos importantes este año. Algunos de ellos, se jugaron ayer domingo, en la Ciudad Deportiva de Armilla. Porque Iván, como el Gran Capitán Jesús Fernández o nuestro base dinamita, Didi García; además de ser jugadores de la primera plantilla del equipo nazarí, también entrenan a sus categorías inferiores.
Iván, en concreto, entrena a los Pitufos Genil, que son tan pequeños que ni siquiera alcanzan la categoría de benjamines. Niñas y niños de entre cinco y ocho años de edad a los que da gusto ver jugar sobre una cancha de baloncesto, todo entrega, pasión, compañerismo y diversión.
La estampa de Iván, rodilla en tierra y rodeado de sus Pitufos, que lo abrazan como al mejor de los amigos, resulta emocionante. Y eso que es un entrenador exigente: les pide defensa, que utilicen ambas manos en las entradas a canasta o que practiquen pase sin bote para llevar el balón de una cesta a otra. ¡Pero cómo anima, felicita y encorajina a sus Pitufos, durante cada minuto de cada partido!
Y eso que ayer jugaron cinco. Porque el domingo, la Ciudad Deportiva de Armilla hervía de baloncesto gracias al monumental Pequebasket que, por cuarto año, organiza el Fundación CB Granada-Covirán. Más de setenta equipos provenientes de Granada capital y provincia, de Málaga y de Almería. Más de 700 niñas y niños conviviendo en un extraordinario ambiente lúdico-deportivo en el que, por encima de todo, se veían sonrisas.
Hacía calor. Y el estruendo de los silbatos de los árbitros, los gritos de ánimo de los familiares y las instrucciones de los entrenadores hacían que, por momentos, el ambiente del Pabellón estuviera muy cargado. Daba igual. En el Pequebasket se aplaude y se celebra cada canasta con alegría y alborozo. Y no porque haya pocas, precisamente. Que resulta sorprendente la fluidez con la que anotan esos Pitufos, Benjamines y Alevines.
Se celebra cada canasta. Y cada defensa. Cada buen pase y cada robo de balón. Se celebra que los equipos sean mixtos y que jueguen el mismo tiempo los mejores que los menos duchos, los más habilidosos que los más torpones, los más altos que los más bajitos.
El Pequebasket, una gozada que permite a centenares de niños y a sus familias disfrutar de la más pura esencia del deporte.
Jesús Lens