Me gustó la elegancia de los responsables de la sala Planta Baja al comunicar que, después de haber anunciado que abrían, se veían obligados a desdecirse. Y no por culpa suya, precisamente.
Así reza el comunicado que colgaron en las redes sociales el 9 de junio: “Sentimos decir que la apertura de la sala anunciada hoy mismo debido a que la fase 3 nos permitía volver a la actividad con algunas restricciones, tiene que ser cancelada. Esta tarde hemos tenido el conocimiento del comunicado de la Junta de Andalucía donde se dice que nuestro sector tendrá que esperar a retomar la actividad. Daros las gracias por todos los apoyos y sobre todo a los artistas que se habían ofrecido a actuar en nuestra sala en las próximas semanas. ¡Muy pronto nos veremos!”.
¿Culpa? ¿He escrito culpa? Error por mi parte. No es un término adecuado. A lo largo del proceso de desescalada, como ocurrió durante la gestión de lo más duro del estado de alarma, se toman decisiones y se hacen anuncios que, después, hay que rectificar, matizar o ajustar.
Me gusta que en este caso le haya tocado a la Junta de Andalucía hacer de poli malo, publicando en el BOJA disposiciones incómodas, pero necesarias. O, si no necesarias, comprensibles. Porque en esto de las gestión de pandemias y confinamientos, todavía no hay másters, homologados o sin homologar.
¿Deben abrir las salas de conciertos y/o discotecas o es mejor que permanezcan cerradas unos días más? No tengo ni idea. Hay razones para una cosa y para la contraria así que, si los expertos de la Junta de Andalucía han tomado esta decisión, punto en boca.
A la Junta le toca gestionar la fase 3 y la nueva normalidad. Y meterá la pata. Como la metió el gobierno central. Llegados a ese punto, tenemos dos opciones: lanzarnos al cuello y despotricar cada vez que San Telmo dicte una medida que no nos guste, no comprendamos o con la que no simpaticemos; o ser comprensivos y entender que no es fácil gestionar este marronazo.
A la hora de comentar los cambios de criterio, podemos usar dos verbos: rectificar o recular, dependiendo de nuestro grado de comprensión sobre lo complicado del momento. Dar marcha atrás o envainársela serían opciones igualmente válidas a la hora de posicionarse. La primera fórmula denota una razonable empatía. La segunda, hiel y mala leche. Que no malafollá.
Jesús Lens