Ha querido el calendario y no sé qué tipo de fortuna, si la buena o la mala, que hoy coincidan el Martes de Carnaval con la celebración del Día de Andalucía, una casualidad demasiado golosa e incitante como para dejarla pasar de largo. Y de ello hablo en IDEAL, hoy.
En los últimos días hemos venido asistiendo a los nombramientos de hijos predilectos de Andalucía y a las entregas de todo tipo de banderas, premios y distinciones a personas, asociaciones e instituciones destacadas de nuestra comunidad.
Días de fastos, fotos, insignias, selfies, loas y agradecimientos que muestran la mejor cara de nuestra tierra. Científicos, literatos, artistas, académicos, historiadores y deportistas se dan la mano con empresas e instituciones, recompensadas por su trabajo, esfuerzo y dedicación.
En los centros de enseñanza, antes del Puente, se canta a la bandera blanca y verde, se organizan desayunos andaluces con pan, aceite y tomate y se baila La Reja para celebrar nuestra patria chica.
A la vez, la fiesta del Carnaval cada vez se extiende con más fuerza, como si de Halloween o del Black Friday se tratara, con miles de personas disfrazadas y enmascaradas, riendo, bailando y gozando, entre charangas y carrozas engalanadas para la ocasión.
Coinciden estos días, por tanto, los fastos oficiales y el cachondeo callejero; la seriedad de los trajes y las corbatas, los discursos oficiales y el orgullo y satisfacción con la festiva, ácida y humorística crítica de las comparsas y las chirigotas. Días de sacar pecho y lucir esplendorosos, de celebrar con desenfreno y reír, reír y seguir riendo.
Jornadas que desembocan en este 28-F, soleado y festivo, que tan feliz nos hace a todos, con las calles de Granada rebosantes de turistas, las pistas de Sierra Nevada cuajadas de esquiadores y los chiringuitos de la Costa Tropical sirviendo migas a los más osados bañistas.
Entonces, claro, llega el Miércoles de Ceniza. Y se acaba la fiesta. Mientras la primavera lucha por abrirse paso entre los últimos coletazos del invierno, la Cuaresma nos invita a la reflexión, al recogimiento… y a la penitencia.
Más allá de las creencias religiosas de cada lector, que los fastos, las proclamas y los discursos de estos días no nos cieguen. Que la Andalucía oficial es imparable y solo una, pero la Andalucía real sigue teniendo gravísimos problemas estructurales sobre los que es necesario reflexionar serenamente, con sinceridad y honestidad.
Jesús Lens