El domingo también fui feliz, pero lo importante era serlo el sábado. Y (de)mostrarlo públicamente. El sábado fui feliz, que leí, paseé, escribí y vi baloncesto. Fíjense si fui feliz que hasta comí Roscón de Reyes. Con eso se lo digo todo. Fui feliz, pero no hice ostentación de ello y, cuando caí en la cuenta de que era el Día Mundial de la Felicidad, ya era tarde para sumarme a la fiesta. Pero fui feliz. Se lo juro por la cicatriz de Al Capone.
Les confieso que me quedó una cierta desazón. Por la mañana había alabado las virtudes del gorrión, que también celebraba su Día Mundial. “¡Menos gorrones y más gorriones!”, escribí en Twitter. Pero sobre la felicidad intrínseca de la jornada, ni una palabra.
Firmemente dispuesto a que el domingo no me pasara lo mismo, el sábado noche, antes del irme a dormir a eso de las once, sin fiebre ni nada, dejé tirado en mitad del pasillo un libro de Lorca para acordarme del Día Mundial de la Poesía. En realidad, no me habría hecho falta: ayer no hubo muro o línea del tiempo en las redes sin su poema correspondiente.
No soy lector de poesía, lo confieso. Es una más de mis muchas taras y carencias, de la que no me siento precisamente orgulloso. Aun así, decidí sumarme a la fiesta y publicar una poesía. En principio, opté por el “Estos días azules y este sol de la infancia”, tan evocador y simbólico… como francamente cortito y agradecido. Pero temí que se me viera el plumero y opté por otro clásico machadiano: el crimen fue en Granada. De esa manera, conectaba con mi yo más negro y criminal.
Satisfecho, salí a comprar la prensa y desayunar. Leí al Defensor del Ciudadano, que escribía sobre el Día Mundial de la Eliminación de la Discriminación Racial, que también se celebraba ayer. En la Fuente de las Batallas, de hecho, había una concentración alusiva muy bien organizada. Pensé subir algo sobre el tema, pero me pareció que iba a resultar excesiva tal multiplicación de causas reivindicativas, dicho sea sin intención de hacer gradación alguna.
No me da la vida para estar al día de tanto Día Internacional. Está claro que hay más causas nobles y necesarias que días tiene el año. Pero si no hablamos de ellas, no es porque no nos importen o no las compartamos. Es una mera cuestión de tiempo.
Jesús Lens