Con la columna de hoy de IDEAL pueden o no estar de acuerdo, pero díganme el porqué, que creo es interesante para todos y nos puede hacer reflexionar.
Lo peor de «Cines del Sur» es que provoca ansiedad, nervios y sentimiento de culpabilidad: por mucho empeño que le pongas y por buena disposición que tengas, no puedes llegar ni a un 25% de su excelente propuesta cinéfilo-alternativa. Como el agente Bauer no se cansa de repetir en la añorada serie «24», ¡no hay tiempo! Por eso guardo como oro en paño las guías y catálogos que edita el Festival, con los títulos de las películas y los nombres de los directores más interesantes bien subrayados, en un intento de no olvidarlos para, en algún momento, conseguir acceder a dichos títulos.
Acceso. Ésa es la clave. El concepto. Escuchando a autoridades fílmicas de la talla de Souleymane Cissé o de Arturo Ripstein, llegamos a la conclusión de que el elemento esencial para la supervivencia de los cines del sur radica en el acceso. El director maliense sostiene que hacer cine en su país es sinónimo de estar loco, como reseñamos en el enlace adjunto. Poner en marcha cada proyecto es infinitamente complicado, teniendo que superar las dificultades más arduas e inimaginables. Y, si luego no podemos ver el fruto de ese denodado esfuerzo, ¿para qué sirve?
Ripstein, con la contundencia que le caracteriza, dice lo siguiente: «El público no es imbécil, pero está condicionado como un zombi para ver películas (norte)americanas… los gringos lo tienen genial y convencen al mundo de que hacen las únicas y mejores películas , una falsedad que no era tal hace muchos años.» Pero hoy sí. Nos guste más o menos, las pelis yanquis son las que parten la pana. Al menos, en las salas de cine convencionales. Y como las de Arte y Ensayo ya no existen, excepto en las grandes capitales, es una guerra que debemos dar por perdida.
Pero no podemos renunciar al acceso a esas otras filmografías, africanas, latinoamericanas y asiáticas. Cines del Sur es una inmejorable ventana para asomarnos a un exuberante universo fílmico que cambia la pirotecnia hollywoodiense por la intensidad de las emociones humanas, como defendía Cissé. Pero Cines del Sur sólo dura una semana. Una intensa, excitante e inabarcable semana, pero después, ¿qué?
Tenemos dos posibilidades no excluyentes: las instituciones e Internet. A lo largo del año, tenemos que seguir disfrutando de este cine en las pantallas de la Filmoteca de Andalucía, la Diputación de Granada o el teatro Isidoro Máiquez. La erradicación de la exclusión y la pobreza también tiene que abarcar a la cultura: ¡luchemos contra el empobrecimiento intelectual que provoca la tiranía del mercado!
Además, contamos con Internet. ¿Por que no convertir la Red en el gran medio de difusión del cine alternativo? Internet. El demonio de las discográficas, el paraíso de las descargas ilegales, la gran autopista de la Banda Ancha ha de convertirse en el mejor aliado de los Cines del Sur.
Dice Ripstein: «Yo tengo unos 4.000 seguidores en el mundo entero que no son imbéciles, a los cuales respeto profundamente. El público es brillante, pero la masa es monstruosa». Apelando a ese público serio y comprometido: ¿por qué no promovemos, desde Cines del Sur, una plataforma de intercambio y descarga de películas alternativas que, por un precio asequible o, a través de una suscripción mensual, nos permita conocer, disfrutar y difundir unas películas que, siendo patrimonio de la humanidad, son más difíciles de encontrar que los tesoros arqueológicos que buscaba el mismísimo Indiana Jones?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.