Así lo señalo en mi artículo de hoy, en IDEAL. Sin embargo, y aunque el ministro Soria acaba de anunciar su renuncia como ministro, a estas horas, el alcalde de Granada todavía no lo ha hecho. Y la situación es inadmisible. Porque el ciudadano José Torres Hurtado podrá hacer lo que mejor considere, en legítima defensa, pero el alcalde de la ciudad de Granada no puede ser un individuo en libertad con cargos, sospechoso de haber incurrido en diez delitos. Muy graves todos ellos y directamente relacionados con su gestión municipal.
José Torres Hurtado tiene todo el derecho del mundo a la presunción de inocencia, como cualquier ciudadano. A JTH le podrá parecer que la UDEF ha sobreactuado. Y podrá estar en el convencimiento de que “no hay nada de nada”. Igual que a los ciudadanos nos cuesta trabajo creer que, el pasado miércoles, la UDEF se aburría en Madrid y montó la Operación Nazarí como excusa para bajarse a Granada y pasar un día callejeando por nuestra ciudad, dejándose ver por el Ayuntamiento y pasándose por casa de José Torres e Isabel Nieto, para que invitaran a los agentes a un tempranero café.
Pero todo eso da igual. En este caso, no importa lo que pensemos y lo que opinemos unos ciudadanos sobre otros ciudadanos. Porque hablamos del alcalde de la ciudad. Y el alcalde debe dimitir. Ese alcalde que se obstina en seguir trabajando por Granada, a sabiendas de que el mejor servicio que puede prestarle, es irse. Dar un paso al lado. Dar un paso atrás. Quitarse de en medio. Dimitir. ¡DI-MI-TIR!
La razón es sencilla: Granada no se merece a un alcalde investigado por la comisión de una batería de delitos tan alarmantes como cohecho, fraude en la contratación, asociación ilícita, prevaricación, tráfico de influencias, malversación, estafa, falsedad documental, delitos contra la ordenación del territorio y administración desleal.
Dijo el alcalde, en su comparecencia del miércoles ante los medios de comunicación, que Granada no era una tierra corrupta. Como si Granada y José Torres Hurtado fueran una unidad de destino en lo universal. Y no, oiga. ¡No! Eso es inadmisible. Cesarismos visionarios, los justos.
Por último, el alcalde de Granada del PP ha de respetar a las siglas que le han permitido pasarse los últimos 34 años de su vida desempeñando cargos públicos. Que se dice pronto.
PD.- Si esta columna quedara obsoleta porque en el momento de su publicación, el alcalde ya hubiera dimitido… es broma. Es broma.
Jesús Lens