Lo mejor que tiene la NBA es que, pasados ya dos meses y medio desde que Cleveland ganó el anillo de campeón, derrotando a los Warriors en el séptimo partido… todavía quedan otros dos largos meses para que comience la temporada 2016/2017. De esa manera, cuando llegue el tip off y los Spurs de Pau Gasol se enfrenten a las huestes de Curry y Durant en el partido inaugural, los aficionados estaremos felizmente ansiosos por quitarnos el mono de baloncesto yanqui.
Viene esta introducción a cuento del horror que supone encontrarnos todavía en agosto, pero ya indigestados y hastiados de fútbol. Al menos, yo. Y es que, aun no viéndolo y haciendo todo lo posible por no seguirlo, es imposible sustraerse a su espantosa tiranía. Y a este espinoso e incómodo tema dedico mi columna de hoy, en IDEAL.
Este año, para más inri, la Liga española de fútbol ha tenido la desvergüenza y la desfachatez de comenzar cuando aún no habían terminado los Juegos Olímpicos, en un ejercicio de insaciable voracidad sin límites.
Yo odio pocas cosas en la vida. Una de ellas es el fútbol. No lo odio ni como deporte ni como espectáculo. Lo odio porque el fútbol es como los eucaliptus, árboles de rápido crecimiento, muy útiles para el comercio de madera, pero que dejan estériles los suelos y no permiten que nada crezca a su alrededor.
Espero que mis amigos futboleros no tarden mucho en perdonarme estas líneas, pero ¿no resulta indecoroso que, a 30 de agosto, haya una crisis en el vestuario del Granada C.F. y que, con el equipo a medio hacer, el entrenador ya esté cuestionado?
El hastío que me provoca el fútbol llega a tal punto que no me importó un carajo la eliminación de España, a las primeras de cambio, en la pasada Eurocopa de fútbol.
De verdad, perdónenme pero discúlpenme. Sé la importancia que tiene, para una ciudad como Granada, albergar a un equipo en la máxima división del fútbol español. Me congratulo por los miles de aficionados que han estado apoyando al equipo rojiblanco en Segunda B y hasta en Tercera División. Espero ir a algún partido, esta temporada, a Los Cármenes y me alegraré si el Real Madrid gana otra Copa de Europa.
Pero todo ello no obsta para que, a 30 de agosto, la Liga, la Champions, la Copa del Rey y las Supercopas me salgan por las orejas. ¿Es grave, doctor?
Jesús Lens