Para feriantes. Esto es, para habituales de las ferias… del libro. Para paseantes, curiosos, asistentes, escrutadores, buscadores y descubridores. Para ojeadores de libros y hojeadores de páginas. Para amantes del cine, para enamorados de las estrellas y nostálgicos de los buenos viejos tiempos.
Aviso para la gente del bar, los amigos de la barra, los bebedores de cerveza, degustadores de vino y adictos al café. Para los asiduos a los clubes de jazz y los tertulianos de fondo.
Aviso importante para los amigos de las letras, pero también de la música. De los fotogramas, el celuloide y las bandas sonoras.
Aviso importante para todos los amantes de la vida, tal y como solíamos entenderla… quizá hasta justo antes de que las tijeras podadoras se adueñaran nuestra existencia:
Gracias a José Manuel Vargas, brillante y eficaz ejecutor de cuantas locas ideas se nos ocurren en torno al cine, los libros, los bares, los cafés y los clubes que en el mundo son. ¡Gracias!
Pasado el impulso navideño, que es cuando mucha gente recurre a los libros como socorrido regalo con el que agasajar a seres queridos, seres conocidos y hasta a amigos invisibles; hay que seguir comprando, vendiendo, escribiendo, publicando y, sobre todo, leyendo libros.
Está feo que yo lo diga (aunque en realidad no está feo en absoluto), pero “Café-Bar Cinema” está funcionando bien en las librerías. Ya lo comentábamos, hablando “Entre fútbol y pollas”.
Si el libro está funcionando, es gracias a vosotros. Y gracias a reseñas como ésta de Frankie, mi querido coautor de “Hasta donde el cine nos lleve”, que en su imprescindible bitácora, referencia a nivel nacional por la cantidad y la calidad de la gente que le sigue, ha publicado esta reseña, en la que cuenta qué le ha parecido la lectura del libro, incluyendo algunas de sus carencias. Y ha hecho una selección de fotos, por cierto, absolutamente inmejorable.
Los ecos que van llegando de vuestras lecturas, eso que en argot se conoce como “feedback”, son buenos. ¡A quiénes lo leéis, os gusta! Y lo recomendáis. Y esa es la mejor recompensa: leyendo, regalando, recomendando “Café-Bar Cinema”, no te equivocas.
Que si el lenguaje es muy accesible, que si hablas de películas que hemos visto, que si dan ganas de volver a ver algunas de esas películas, que si el otro día vi esa peli de la que hablas en el libro y me gustó…
¡Para eso hemos escrito “Café-Bar Cinema”!
Pero tenemos que seguir dándole aire y difusión. Que, además de todo lo anterior, “Café-Bar Cinema” es un producto y de sus mayores o menores ventas depende que volvamos a publicar otros libros en el futuro e, incluso, en la parte alícuota que nos corresponde, que ALMED, una editorial pequeñita, andaluza, inquieta, activa y a contracorriente, siga funcionando y poniendo en el mercado los muchos, variados y excelentes títulos que podéis consultar en este catálogo.
Por eso, cada vez que compráis, regaláis, recomendáis y habláis bien de “Café-Bar Cinema” son muchas las personas beneficiadas, empezando por mí, claro. Pero también están el editor, la persona que diseña las portadas y hace la maquetación, la gente de la imprenta, el encargado de marketing y prensa de la editorial, la persona que manda los libros y lleva la contabilidad, el distribuidor, el librero…
Así que, para darle más visibilidad, publicidad y difusión a nuestro querido libro, seguimos poniendo en marcha iniciativas.
Al día siguiente, por la noche, estaremos en la tele, en nuestra TG7 granadina.
Un poco más adelante, a primeros de marzo, presentaremos el libro en Salobreña, en el marco de la Primera (y excitante) semana de cine negro de la villa costera granadina.
Queremos ir a Sevilla, a Madrid, a Málaga e incluso nos tientan desde Gijón. Y más cosillas que iremos proponiendo. E inventando. ¡Y lo que se os ocurra a vosotros, claro!
En fin, que parafraseando la mágica frase acuñada por Semana Negra, esto es “Café-Bar Cinema” y… ¡seguimos!
Jesús promocional Lens
Ahora, veamos que hacíamos los 11-E anteriores: 2009, 2010 y 2001
De Roger Mimó, autor de esta extraordinaria “Veintidós peldaños” que acaba de publicar la editorial ALMED, tenía referencias por ser autor de una guía de viajes de Marruecos que me gusta usar cuando viajo hasta allí, y por regentar uno de esos hotelitos con encanto en el país alauita. Además, de Roger Mimó había leído la muy recomendable “El largo camino africano”, una narración de las aventuras que vive el autor cuando emprende un completo y complejo viaje, en un jeep artrítico, por Marruecos, Argelia, Mali, Costa de Marfil, Mauritania y Guinea Conakry.
Con estos avales podréis entender que un buen día, tomando café con Juanma, esturreara toda la barra del garito de Arriaga en que nos vemos de vez en cuando, al decirme que estaban a punto de publicar la nueva novela de Roger Mimó, cuya web podéis ver aquí.
Noticias como ésa son de las que te alegran un día, haciendo que no te importe que empiece a llover cuando has salido de casa sin paraguas o, peor aún, comprobar que no tienes las llaves encima, al regresar. Da igual. No importa. No pasa nada.
Reconozco que cuando Juanma me comentó de qué iba “Veintidós peldaños”, me dio un poquito de yuyu. Ojo, el tema me parecía, y me sigue pareciendo, apasionante, pero después de haber leído las novelas de Yasmina Khadra, temía que el descenso al abismo del terrorismo islamista al que nos invita Mimó me sonase a conocido. Peor aún, a repetido.
Porque “Veintidós peldaños” lleva como subtítulo, precisamente, “Memorias de un terrorista islamista” y los escalones referidos son todos y cada uno de los estadios por los que pasa un muchacho tan brutote como noble, nacido en una zona de Marruecos, hasta verse convertido en una bomba de relojería a punto de estallar.
Pero no. Os puedo asegurar que no hay que tener el más mínimo de los recelos y que cualquier atisbo de duda se disipa prácticamente desde que comienzas una lectura absolutamente recomendable, necesaria y esencial para saber muchas de las cosas que pasan ahí abajo, ahí al lado, en un país del que somos vecinos y con el que estamos felizmente condenados a entendernos.
¿Hay religión en la conversión del protagonista de la novela? Sí, claro. Pero mucha menos de la que te puedas imaginar. Y, desde luego, no del tipo que estás pensando. Porque para que un chaval normal y corriente decida convertirse en un asesino en masa, la religión tiene que venir acompañada de más cosas. De muchas más cosas.
De una situación económica complicada, por ejemplo. De un entorno familiar que tampoco es fácil. De una sociedad opresiva. De unas expectativas demasiado altas. De una realidad más dura aún. De los sueños que se rompen. De los sueños que nos roban. De los sueños que, al final, se convierten en pesadillas.
Cuando leas “Veintidós peldaños” –porque tienes que leerla, ya me lo agradecerás- hablamos de todo esto y demás. Hablamos, que el libro tiene miga y, lo que es mejor, se lee a la velocidad de un huracán.
Una vez que pasas las primeras páginas y subes el primer peldaño, ya no podrás dejar de ascender hasta alcanzar el veintidós, el más alto y definitivo. Ya verás que no haces un alto en el camino, que no buscas un rellano en el que coger aliento. ¡Todo hacia arriba!
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Mitad de diciembre. ¿En qué estábamos, en 2008, 2009 y 2010?
Hará un par de años que escribí un artículo titulado “Duendes de imprenta”, (podéis leerlo aquí) dedicado a un grupo de personas que, en el periódico IDEAL, convierten un texto escrito en un ordenador en unas fantásticas páginas impresas ilustradas, rebosantes de creatividad, magia y misterio.
Hoy, jueves 27 de octubre de 2011, me vuelvo a acordar de ellos, de los duendes que hacen realidad lo que, hasta su intervención, no era más que un sueño, un proyecto y una idea que, después, se convierte en un work-in-progress interminable y, por fin, en un archivo Word que pasas a algunos amigos para que lo lean, lo revisen, te aconsejen… Por último, todo ello acaba reducido a un PDF que llega a las manos de los duendes.
Y ellos lo convierten en uno de los objetos más bellos, enigmáticos, sencillos y maravillosos que existen: un libro.
Ahora mismo tengo a mi lado un ejemplar de “Café-Bar Cinema”, mi nuevo libro de cine. No me canso de acariciar sus páginas, de abrirlo y cerrarlo, de leer párrafos al azar, de hojear las fotos, de reflexionar sobre las citas.
Y, sobre todo, no me canso del olor al papel y la tinta que conforman ese objeto único e imprescindible: el libro.
Ahora que lo tengo en las manos, pienso en todas las personas que lo han hecho posible, que son muchas y, además, buenas e imprescindibles.
Pocas veces, un libro tiene un punto de partida tan claro, rotundo y concreto como “Café-Bar Cinema”. Lo he contado algunas veces, pero AQUÍ lo tenéis bien clarito.
La fecha: el 5 de febrero de 2009.
Los culpables: 3 Joses. Bueno, 2 Joses y 1 Pepe.
El primero, Pepe, mi Cuate. Y un SMS. Imprescindible.
El segundo, Jose Guerrero. Antes en Granada, ahora en Madrid.
El tercero, Jose Santos, el Duende de la imprenta.
Porque cuando vi ese reportaje, hermosamente impreso en papel, tuve claro que podía dar más de sí. Mucho más. (Lástima no tenerlo guardado, impreso o en PDF)
Desde entonces, horas y horas de películas, libros y, sobre todo, de ordenador. De Internet, consultas…y teclazos. Escribí tanto que reventé un teclado. Masacré un portátil.
Con todos vosotros, con quiénes me veo habitual o esporádicamente, hablaba del proyecto. De su evolución. De mis dudas, angustias y zozobras. ¡No se acababa nunca! Pobre, mi hermano, mientras corríamos y le contaba las últimas películas que había visto y sobre las que había escrito.
Y llegó la hora de plantearlo.
¿Lo queréis publicar?
Mis amigos de Almed no lo dudaron: SÍ.
¡Joder! Así da gusto. Si tuviéramos en esta ciudad a otros diez tipazos con la decisión, la pasión, el arrojo, la visión y la capacidad de trabajo de Jerónimo Páez, otro gallo nos cantaría.
Ánimos renovados, nuevos bríos y más horas, muchas más, dejándome las pestañas y un par de dioptrías frente a las pantallas. ¡Esas benditas, malditas pantallas de cine, televisión y ordenador!
Aún hacíamos promoción de “Hasta donde el cine nos lleve”, esos fabulosos On the road que nos conducían a mi Cuate y a mí hablar de cine a Barcelona, Madrid, Alicante, Gijón, Canarias, Salobreña o Cuevas de Almanzora.
Pero empezaba a haber ganas de cambiar de registro. O sea, de seguir hablando de cine, pero con otro argumento.
Los bares, los cafés, los clubes, las farras, bebidas, cervezas, pintas y chupitos. Bares, posadas, cantinas, cafés, clubes y casinos.
Cuando ya iban para dos años de trabajo denodado y el verano del 2011 se nos echaba encima, cuando “Café-Bar Cinema” empezaba a ser una realidad; me empezaron a dar esos voluntos tan míos, esos detalles que hacen que la vida merezca la pena.
Que si encargarle este cuadro a Irene. Que si pedirle a Fernando Marías un prólogo (lo vais a flipar). Que si cerrar una presentación en Salobreña, con Colin y Encarni, para antes de Navidad…
Y empezamos a concretar el final del proyecto.
Y comenzó la tortura para algunos fieles amigos: Alicia “Clarito”, Raquel Páiz y, por supuesto, mi querido José Manuel Vargas, el tipo con mayor paciencia y mejor carácter que conozco.
No creo que José Manuel Vargas le haya dicho que no a nadie. Nunca. ¡Qué capacidad de trabajar, rápida y profesionalmente! ¡Qué forma de convertir una idea, una posibilidad o una sugerencia en una realidad, de forma inmediata!
Maquetación, créditos, imágenes, pruebas de portada, contraportada, textos para la solapa, pies de foto, dedicatoria, post-dedicatoria al final del libro… Nada queda al azar. Nada es casual.
Ahora tengo embarcado a otro amigo en otra idea, audiovisual, para dar a conocer el libro, pero ya hablaremos de ello.
Y llega el momento de Juan Manuel Cid. Ojo, que Juanma está ahí siempre. Solemos vernos una o dos veces al mes y compartir un café rápido, hablando de libros, de jazz o de The wire. Pero ahora tenemos que hablar casi a diario: promoción, presentaciones, reseñas… la otra parte de la literatura.
Porque los libros son palabras, papel y tinta.
Los libros son trabajo, soledad, dudas y cansancio.
Pero también son diversión, encuentros, charlas, proyectos, ideas, risas y la mejor excusa para verse. Para vernos. Para veros. Para que nos veamos.
A todos, a todas: GRA-CIAS.
Por estar ahí. Por escucharme. Por aguantarme. Por apoyarme. Por aconsejarme.
¡Gracias!
Jesús exultante Lens.
Y sí. Otros 27 de octubre, también hemos blogueado: 2008, 2009 y 2010. Pero el del 2011 será histórico 😉