Esta columna la tenía yo durmiendo el sueño de los justos. Pero ahora que se habla del cambio de polaridad Sevilla-Málaga, creo que resulta oportuna.
Fui a los Premios Andalucía del Turismo 2013 como el que va a los Óscar: sin saber quiénes habían ganado. Había sido un viernes movido así que no tuve tiempo de mirar nada antes de llegar al Teatro CajaGRANADA, donde se había concitado Lo Más Plus de la sociedad granadina, no solo para la entrega de los Premios, sino también para la puesta de largo local de Susana Díaz como Presidenta.
El primero de los galardones, al Fomento e Investigación Turística, fue para Instituto Almeraya de Almería, cuyo programa integral de hostelería lleva muchos años formando a los mejores profesionales de un ramo esencial en la economía andaluza. Los tres siguientes premios fueron para Málaga: Trabajadora perteneciente a la Industria Turística Andaluza, Empresa Turística y Comunicación.
La muy sevillana Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre se llevó el premio a la Institución Pública o Privada, Asociación o Colectivo y la distinción a la Excelencia en la Gestión fue para el jienense Ayuntamiento de Linares, un municipio que, abatido por la desindustrialización, se orientó hacia el turismo universalmente accesible. La granadina Estrella Morente, por su parte, fue nombrada Embajadora de Andalucía, título que empezó a ejercer desde el propio escenario del Teatro, alabando el trabajo de los guías turísticos y recordándoles que siempre es mejor llevar a los clientes a tomar un chato de buen vino que una mala sangría… si queremos que vuelvan.
Me resultó significativo el reparto de premios, segmentado por provincias. A Granada le cayó el premio a la genialidad y al talento individual de una de sus más afamadas hijas. A Sevilla, el institucional, para variar. A Jaén le tocó reinventarse, redefinirse y posicionarse dentro del paraíso interior, utilizando la minería como reclamo turístico y a Raphael como padrino. Almería, por su parte, fue premiada por su compromiso con esa exigente formación que busca la excelencia, al igual que se ha volcado con la I+D+i en el sector agrícola. A Huelva, ni flores.
Y queda Málaga. ¡Ay, esa Málaga con la que antes nos picábamos los granadinos y a la que ahora solo podemos admirar y envidiar, como a la hermana pequeña de la familia que, un buen día, se independizó, voló sola y volvió convertida en una mujer guapa, rica, aguerrida y cosmopolita! Así, no es de extrañar que sean malagueñas tanto la mejor empresa del año como la mejor trabajadora y la que más y mejor comunica.
Puede que sea casualidad. Seguramente. Pero me da que Andalucía no es solo Una y que nuestra comunidad, más allá de los atávicos y rancios patrioterismos excluyentes, está fracturada entre las provincias que mandan y parten el bacalao, las más o menos bien mandadas y las que se buscan la vida y las habichuelas como mejor saben y pueden. ¿A cuál de ellas piensa usted que pertenecería Granada?
Jesús Lens