Hay autorregalos que parecen sencillos de hacerse, pero que no lo son. Por ejemplo, llevaba tiempo queriendo darme el gusto de ver “Acantilado rojo”, de John Woo, pero no encontraba el momento.
– ¿Por qué, con la mano de ver pelis que te están dando últimamente? En tu casa, eso sí, que los cines no los pisas ni invitado…
Pues porque ver “Acantilado rojo”, de un tirón no es fácil. Me refiero, claro, a la versión y metraje originales que se estrenaron en China. Porque la película duraba la nada desdeñable cantidad de 260 minutejos. O lo que vendrían a ser cerca de cuatro horas. De reloj.
Hace unos meses, las salas comerciales españolas estrenaron una abominable mutilación de la película, dejándola reducida a dos horas. Y, a estas alturas de vida, ya no aguanta uno según qué gilipolleces, mamonadas o tomaduras de pelo.
Y de ahí, también, que cada vez vaya menos al cine: en casa empiezo a ver las películas y las series, solo, en Versión Original. Así, cuando voy al cine, me resulta cada vez más difícil creerme las voces dobladas de los actores y, por tanto, prefiero ver cine español o sudamericano, que sí está en VO.
Pero no nos desviemos del tema.
Con esta vida acelerada, exigente, desaforada e imposible que llevamos, ¿cómo sacar cuatro horas seguidas para repantingarse en el sofá de casa y sumergirse en las batallas chinas de finales de la Dinastía Han?
Porque ver “Acantilado Rojo” troceada y a cachos tampoco me parecía de recibo.
Y ha sido este sábado, después de una de las semanas más largas, duras y complicadas de estos meses cuando, conjurado conmigo mismo, me he encastillado en casa y, dando un portazo, me he hecho fuerte bajo la consigna: “Yo no salgo. Tú no entras”.
Y me he dado el gustazo de disfrutar de una magnífica tarde de cine y de una espectacular inmersión en esta película de chinos que, como ocurre con todas las buenas películas de la historia del cine, cuenta una historia atemporal sobre guerras, alianzas, amor, muerte, traiciones, compañerismo… no en vano, durante la dinastía Han, sus reyes adoptaron las enseñanzas de los grandes filósofos de la antigüedad, Lao-Tse y Confucio.
Y ello, hasta el punto de que, sin ánimo de ser exhaustivo, se me ocurren unos cuantos mensajes, lecciones y enseñanzas de la película, que voy a desgranar de forma telegráfica, empezando por un diálogo que me parece colosal y que deberían pasar en los programas de Coaching y Liderazgo de las Escuelas de Negocio.
Como decíamos, nos encontramos al final de la Dinastía Han, esto es, hacia el año 220 d.c., cuando las armas de fuego distaban muy mucho de ser conocidas y los guerreros peleaban con espadas, lanzas, arcos y flechas.
Tras haber sufrido una severa derrota en una batalla, un Gobernador del que sabemos es cauto, razonable y bueno con su pueblo espera a que llegue el mandamás del estado vecino, con el que se plantea tejer una alianza para vencer al maligno Cao Cao.
Cuando llega su invitado, encuentra al Gobernador con las manos en la paja. (Perdón por el chiste malo)
Es decir, se lo encuentra cortando, anudando y tejiendo paja.
El visitante, que tampoco sabe si debe aliarse o no con dicho individuo, le pregunta:
– ¿Te dedicas a hacer sandalias de paja, en mitad de esta grave crisis?
Muy relajado y sin perder la sonrisa, el Gobernador le responde, con serenidad, mostrándole una de las sandalias:
– Ha sido un hábito mío todo este tiempo. Hemos caminado mucho usando este calzado.
Ante la sonrisa de complicidad y entendimiento del recién llegado, uno de los hombres del Gobernador puntualiza:
– Cada vez que se desgastan nuestras sandalias, el Hermano Mayor nos teje unas nuevas con sus propias manos.
Entonces, el invitado se acerca a la canasta en que se acumula la paja sin trenzar y rasga una hoja, con suma facilidad. A continuación coge un puñado de hojas, que se muestra sólido y resistente a sus fuertes tirones. Y remata:
– Realmente es fuerte. Me sorprende que paja tan débil pueda volverse tan fuerte cuando la tejéis.
Sin necesidad de decir nada más, la decisión está tomada: la unión hace la fuerza.
Si os parece, mañana le damos una segunda vuelta a la peli y a sus mensajes y enseñanzas.
Jesús acantilado Lens