Una semana más, la entrevista de fondo de Quico Chirino del domingo en IDEAL me deja servida en bandeja de plata la columna del lunes. En esta ocasión le ha tocado pasar por el confesionario a Fran Hervías, exsecretario de organización de Cs devenido en asesor aúlico del PP, popularmente conocido como el Lobo.
A ver qué les parece esta perla: “Tengo en Ciudadanos muchísimos amigos. El 80% de los que están ahora mismo ocupando puestos están ahí gracias a mí, porque en su día los ayudé y les eché una mano. Si no llega a ser por mí no estarían donde están la mayoría de ellos”. (Aquí, esa parte de la entrevista completa)
Deténganse un momento y procésenla. Léanla otra vez, por favor. ¿Qué les parece? ¿Es o no es para flipar? Que los partidos políticos se han convertido en agencias de colocación masiva es algo que ya sabemos, ¿pero no deberían disimular aunque sea un poco? Tampoco es que ahora me vaya a hacer un capitán Renoir y escandalizarme por descubrir que en Rick’s se juega mientras el crupier me cambia las fichas en efectivo, pero sería exigible un poquito de decoro, ¿no les parece?
No tenía claro si a Hervías le apodaron el Lobo por el personaje de Tarantino, famoso por arreglar problemas, o por el amoral y sinvergüenza protagonista de ‘El lobo de Wall Street’, un corredor de bolsa sin escrúpulos que terminó condenado por fraude. Tras leer la entrevista, en la que no para de hablar de componendas, arreglos, traiciones, amiguismos, regalías y pactos me queda meridianamente claro.
Insisto: aquí nadie se ha caído de un guindo y todos sabemos que los partidos necesitan a sus expertos en fontanería, con independencia de su espectro ideológico. Eso sí: unos serán elevados a la categoría de gurú y otros terminarán acusados de trabajar para las cloacas, sean del estado que sean.
Más detalles de la entrevista (aquí, la otra parte): en varias ocasiones, Hervías alerta del peligro que suponen Iglesias y Sánchez para España en general y para Granada en particular. ¡Que viene el comunismo! ¡El lobo! ¡El lobo! Penilla que, sin embargo, no diga una sola palabra de algo que sea de utilidad para la ciudadanía.
¡Ay esos políticos que viven en una realidad paralela hecha de moquetas, tuits, teléfonos y telegram, completamente despegados de lo que pasa por la calle! Y luego se preguntan del porqué de la desafección y se sorprenden por el abstencionismo creciente y el voto de castigo.
Jesús Lens