A ver. A mí me gustó. Pero como dice mi querido coautor, Fran Ortiz, desde su sapiencia cinematográfica; no me gustó todo lo que debiera haberme gustado. O, al menos, todo lo que me hubiera gustado que me gustara.
Y es que, posiblemente, las expectativas estaban demasiado altas: porque se trataba de un western. Porque se trataba de Iñárritu. Porque se trataba de Leonardo DiCaprio. Y porque se trataba de un pedazo de historia.
Ahora que estamos en mitad de una ola de frío y que andamos entre alertas amarillas, naranjas y hasta rojas por nieve y vientos; es el momento más adecuado para refugiarse en el cine y enfrentarse a una película en la que las condiciones climatológicas más adversas son parte esencial de la trama. La trama. ¡Ay, la trama! Con el argumento hemos topado.
Si resumir la trama de cualquier película en un puñado de líneas siempre resulta un ejercicio fútil, en este caso no tiene sentido: un hombre arrancado de las garras de la muerte que busca a otro para vengarse.
¿Y ya está?
Sí. Porque lo importante de “El renacido” no es el contenido, sino el continente: la fotografía. La música. Las interpretaciones. El diseño de producción. La escenografía…
(Sigue leyendo esta reseña en mi espacio Lensanity)
Jesús Lens