Iba a utilizar al clásico de John Ford para hablar sobre el Valle de Lecrín, pero el pasado al que hace referencia “¡Qué verde era mi valle!” no sería justo ni acertado. Hoy por hoy, el Valle es un lugar feraz, vivo y palpitante.
Tiro de memoria en busca de otros valles cinéfilos, pero como amante del western que soy, los que se me vienen a la cabeza son oscuros y de venganza, valles de violencia y de muerte. Y no es eso, no. Es precisamente lo contrario.
El pasado agosto, cuando viajaba por toda nuestra provincia para escribir la serie Verano en Bermudas, visité el Valle. Así comencé aquella crónica: “La Autovía de la Costa Tropical es una de las mejores cosas que nos han pasado a los granadinos, pero su rápido trazado conlleva un efecto colateral: olvidar que las carreteras secundarias también existen. Por ejemplo, las que nos conducen al Valle de Lecrín, una de las comarcas más exuberantes de Granada”. (Seguir leyendo AQUÍ)
No dejo de recordar aquella excursión cada vez que leo noticias sobre el proyecto de instalación de la llamada autopista eléctrica en el Valle. Las primeras informaciones hablaban de una inversión de 100 millones de euros y venían cargadas positivismo: beneficios, plantas fotovoltaicas, parques eólicos, riqueza, desarrollo… ¿Cómo no estar a favor de semejante maná?
Pronto empezaron a llegar las primeras críticas al proyecto. Las quejas de los ecologistas se dan por descontadas en este tipo de conflictos, pero que un buen número de vecinos, alcaldes, instituciones y empresarios se hayan aunado para levantar su voz contra los planes de Red Eléctrica de España resulta muy elocuente. (Leer AQUÍ la información de Jorge Pastor)
La plataforma “No a las torres” señala que la instalación de la autopista eléctrica provocaría un daño irreparable en el Valle de Lecrín e “incrementaría de forma exponencial el empobrecimiento y la despoblación, condenando al Valle a convertirse en un bosque de torres de alta tensión en lugar de ser el mejor ejemplo de olivar nazarí que existe y candidato a patrimonio mundial”. (Ver AQUÍ la galería de fotos que hice en 2008 y publicó IDEAL)
Tema arduo y complejo, pero los datos que van desgranando los vecinos y colectivos afectados dejan bien a las claras que se trata de un proyecto brutalmente invasivo cuyos teóricos beneficios podrían no compensar los perjuicios que arrostrarán. ¡Qué triste sería pasar del Valle Encantado a suspirar por su verdor perdido, quién sabe en aras de qué quimeras!
Jesús Lens