El exitoso pase de “Tarde para la ira” en el Festival de cine de Venecia, donde la primera película dirigida por Raúl Arévalo ha sido muy bien acogida por la crítica especializada, y la excelente factura del tráiler de “El hombre de las mil caras”, de Alberto Rodríguez, que concursará en el Festival de San Sebastián; nos permite presagiar un otoño muy Noir, cinematográficamente hablando.
A la espera del estreno comercial de ambas cintas en las salas de cine, ¿qué tal si hacemos un repaso por algunas de las películas policíacas españolas más importantes de los últimos años? Películas de visión obligatoria para cualquier amante del género negro.
Empezando por “La isla mínima”, la multipremiada cinta del director sevillano Alberto Rodríguez, protagonizada por el propio Arévalo y por Javier Gutiérrez, una de las mejores películas españolas de lo que va de siglo y un perfecto ejemplo de cómo convertir un paisaje único en un personaje más de la trama y en uno de los grandes atractivos del filme.
Dejando para otro artículo el cine negro clásico español, hay que hacer referencia, obligatoriamente, a José Luis Garci y sus dos entregas de “El crack”, protagonizadas por un sorprendente y majestuoso Alfredo Landa, en el papel de Germán Areta.
La cumbre del cine de Garci está, para mi gusto, en su personal adaptación del noir americano que tanto le gusta a la España de la Transición, gracias a dos películas excepcionales que demostraron que otro cine español era posible a comienzos de los 80, más allá de la Movida y el despendole, igualmente necesarios, de Almodóvar & Cía. Un cine negro canónigo, pero comprometido con la realidad social del momento que vivía España.
“Mi trabajo es como otro cualquiera: duermo poco, ando mucho y lo que veo no me gusta”, es una de las perlas de la filosofía del mejor detective del cine negro español, ése que nos convierte en Aretistas hasta la médula, en feliz definición del escritor y cinéfilo Javier Márquez Sánchez.
En el comienzo de la carrera de notables cineastas contemporáneos como Alejandro Amenábar o Álex de la Iglesia hay thrillers tan poderosos como “Tesis” y “El día de la Bestia”, respectivamente. Vibrantes ejercicios de estilo que se encuentran entre lo mejor de las filmografías de dos de los directores más prolíficos y reconocidos del cine español.
¿Y qué me dicen de las adaptaciones al celuloide de algunas de las mejores novelas policíacas españolas de autores clásicos como Juan Madrid o Andreu Martín? En “Días contados”, Imanol Uribe adaptó la novela homónima de Madrid, una durísima historia de amour fou protagonizada por un terrorista de ETA que se enamora de una prostituta en el Madrid devastado por la heroína de los años 80 del pasado siglo. Uribe, por cierto, filmó algunas de las secuencias más importantes de la película en Granada y, en concreto, en el hotel Alhambra Palace, que luce con esplendor en una cinta de 1994 que ha aguantado perfectamente el paso del tiempo.
El siempre controvertido Vicente Aranda, por su parte, filmó “Fanny Pelopaja”, con una espectacular Victoria Abril, adaptación de “Prótesis”, una de las novelas capitales de otro de los padres de la narrativa negra y criminal española: Andreu Martín. Y es que, aunque ahora pueda parecernos difícil de creer, antes de las Olimpiadas del 92 existió una Barcelona muy negra, violenta y salvaje. Una Barcelona acosada por robos, asaltos y atracos. Y, en ese contexto, una venganza…
Pero hay dos películas por las que siento una especial predilección y que no me canso de recomendar a los aficionados al Noir. La primera es “En la ciudad sin límites”, una mayúscula cinta dirigida por Antonio Hernández en 2002, protagonizada por Fernando Fernán Gómez, Geraldine Chaplin y Leonardo Sbaraglia y cuyo guion está repleto de sorprendentes giros, sorpresas y recovecos. Dos horas de una intensidad emocional sin parangón, en las que la memoria y los fantasmas del pasado condicionan las vidas de un puñado de personas a las que el espectador cobrará cariño desde el primer fotograma.
Y, por supuesto, la impresionante e imprescindible “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, de Agustín Díaz Yanes, un incontestable Noir patrio, negro como el petróleo, en el que dos mujeres interpretadas por la mejor Victoria Abril y una imperial Pilar Bardem han de vérselas con Federico Luppi. Una cinta que apela a la cultura de la resistencia y al valor de las mujeres en una sociedad dura, cruel y machista. Una de esas películas que ganan con el tiempo y con cada visionado, que te hace sufrir con las desventuras del personaje de Abril y que emociona hasta las lágrimas con la actitud vital de Pilar Bardem.
Y así llegamos al final de este repaso por algunos de los títulos imprescindibles del cine negro español de los últimos años. Sí. Estoy seguro de que habéis echado en falta un nombre, capital, en esta apresurada historia. Hablo, por supuesto, de Enrique Urbizu. Pero el ganador del II Premio Granada Noir a una trayectoria vinculada al género negro se merece un reportaje entero para él, ¿verdad?
Jesús Lens