Cuando leí que la acción de la nueva y recién publicada novela de Lorenzo Silva transcurría entre La Línea y el Estrecho de Gibraltar, automáticamente pensé en una trama con el tráfico de drogas como tema principal. Y es que, efectivamente, “Lejos del corazón”, recién publicada por la editorial Destino, nos devuelve a Bevilacqua y Chamorro, dos guardias civiles convertidos en icono del noir español contemporáneo.
Vuelven 20 años después de su primera aparición en el mercado editorial, cuando protagonizaron “El lejano país de los estantes”, reeditada en Booket en formato de bolsillo, en una edición conmemorativa con prólogo de Paul Preston, en el que podemos leer toda una declaración de principios: “Desde hace mucho tiempo creo que un historiador puede aprender cosas en las buenas novelas que no se encuentran en los documentos políticos ni en los periódicos”.
Vuelven, Vila y Chamorro, cuando empiezan a tener más pasado que futuro. Vuelven, para más inri, para enfrentarse a un caso muy complicado, con un puñado de millenials de por medio. ¡Ay, los millenials, esa evolución tan compleja del ser humano, incomprensible para quienes todavía andamos en plena transición entre lo analógico a lo digital!
“Lejos del corazón” comienza con el secuestro de un joven informático en el sur de España, a donde se traslada todo el equipo de Vila: su inseparable Virginia Chamorro, el joven y voluntarioso Arnau y la intrépida y arrojada Salgado. Junto con el equipo local, comenzarán una investigación que les adentrará en el laberíntico universo del cíbercrimen, donde los bitcoins y la criptomonedas desempeñan un papel vital.
No existe ahora mismo una novela negra más actual y actualizada, más rabiosamente contemporánea, que la de Lorenzo Silva. Ni un procedural más concienzudo y detallista que el suyo: si ustedes quieren saber cómo se conduce una investigación policial de las de verdad, sin casualidades, intuiciones, voluntos, premoniciones o sextos sentidos; lean a Lorenzo Silva.
Hace unos días, durante su paso por el Talking About Twitter organizado por IDEAL, tuve ocasión de hablar largo y tendido con Lorenzo. Parte de lo que me contó lo pudieron leer ustedes en esta larga y completa entrevista que publicó este periódico, pero es buen momento para insistir en determinados aspectos de aquella conversación. Por ejemplo, en lo complicado de introducir en la novela la información tecnológica necesaria para seguir la trama… de una manera literaria y atractiva al lector.
Para ello, el autor utiliza un recurso aparentemente sencillo, pero lleno de posibilidades: la entrada en escena del capitán Álamo, un secundario de lujo al que Silva saca todo el partido. Leandro Álamo y Rubén Bevilacqua se conocieron cuando ambos eran guardias rasos destinados en la comandancia de Guipúzcoa, en los años más duros del terrorismo etarra. Álamo es un guardia veterano que no se ha actualizado tanto como Vila, por lo que, a la hora de explicarle los tecnicismos cibernéticos a los que se enfrentan durante la investigación, Álamo se convierte en los ojos y los oídos del lector.
Además, al ser un antiguo compañero de Bevilacqua y haber compartido un destino tan complicado como el del País Vasco, las conversaciones entre Álamo y Rubén permiten a Silva reflexionar sobre el paso del tiempo y los cambios operados en la sociedad española en las últimas décadas, dos de los temas sobre los que también versa “Lejos del corazón”.
Otra cuestión sobre la que es necesario incidir: el acceso de Lorenzo Silva a las mejores fuentes posibles de información, conseguido con gran esfuerzo, mucho tiempo y, por supuesto, gracias a su excepcional y riguroso trabajo como novelista. Ese acceso a la más actualizada información es lo que permite a Silva no solo escribir unos magníficos procedurales, sino clavar los diálogos y hacer que los interrogatorios, tan importantes en una investigación policial -como acreditan los recientes casos de Diana Quer o el Pececito de Almería- resulten perfectamente creíbles y generen tensión, nervios y adicción.
Y está la acción. Porque, en un momento dado de la novela, los investigadores montan un complejo operativo en el Estrecho con barcos, lanchas y hasta helicópteros. Lorenzo Silva tuvo la ocasión de participar en uno de ellos, en primera persona. De ahí que la adrenalina corra a raudales en todas y cada una de las páginas en las que se cuentan las vertiginosas persecuciones y las cabalgadas náuticas de los guardias civiles.
Y está la dimensión humana de los personajes que, enfrentada al despliegue tecnológico de la narración, tiene más hondura, si cabe. Porque, como bien alerta Silva, mientras que la droga cruza el Estrecho en superplaneadoras dotadas de las más modernas tecnologías, las personas que tratan de buscar una vida mejor en Europa, lo hacen en precarias pateras, auténticas cáscaras de nuez que, cuando naufragan, dejan un enorme caudal de muerte a su paso, como estamos ya tan a acostumbrados a ver, por desgracia.
Jesús Lens