Será por ello que viene temblando estos días, casi sin parar. Caminaba ayer de vuelta a casa mientras pensaba sobre qué escribir esta columna. Dudaba entre el au revoir de Soraya y el máster de la Montón.
Tienen que ser curiosas, de un tiempo a esta parte, las reuniones y entrevistas con cualquier candidato a un puesto de responsabilidad institucional.
—¿Formación?
—Enseñanza superior y posgrado.
—¿Pero posgrado o master?
—Posgrado, posgrado.
—¿De verdad?Júrame por lo más sagrado que no tienes un master. Y queremos una declaración jurada de que no has puesto un pie en la Universidad Juan Carlos I en toda tu vida. Nunca jamás. ¡Es que ni para decir hola a un colega!
El dicho “Tienes más peligro que un master de la Juan Carlos I” ya se ha convertido en un clásico de tabernas, barras y mentideros y el tema se merecía una dosis de atención.
En esas estaba cuando un terremoto vino a sacudirnos el esqueleto. De hecho, parece que fue la réplica de uno anterior que me había perdido. ¡Una réplica bien contundente, pardiez!
Yo le pronostiqué un 3,25, pero el bote que pegué fue de un 4,5, por lo menos. Con decirles que hasta me planteé lo de situarme bajo el vano de una puerta… Que hay que elegir bien qué puerta, ojo. Que no todas valen. De hecho, lo más seguro es situarse bajo una mesa de despacho con armazón de acero -Isidro Martín dixi- y esperar a que escampe.
Está nerviosa la tierra, en Granada. Enjambre sísmico es como llaman los expertos en la materia a este tembloroso sindiós. De hecho, es posible que sigan produciéndose meneíllos en los próximos días. Así que, no se asusten. Esos movimientos de la corteza terrestre no los provocan los pensionistas, que vuelven a las calles. Ni la Marea Amarilla -tan apaciguada en los últimos tiempos -por el bochorno del tren. Ni las bases del PP granadino, espoleadas por el varapalo judicial al Congreso del pasado mayo. Ni la gente de la Costa, indignada por la merma de pasajeros a/de Melilla. Ni los usuarios de Vueling, iracundos por la sistemática cancelación o desvíos de vuelos al aeropuerto de Granada.
El enjambre sísmico, como la Gota Fría, son formas que tiene la naturaleza de quitarnos importancia y recordarnos que, en realidad, no somos para tanto.
Jesús Lens