Antes de anoche se estrenó una película que, o mucho me equivoco, o está llamada a convertirse en un clásico de referencia. Un filme del que se seguirá hablando dentro de muchos años.
Es una historia radicalmente contemporánea y de absoluta actualidad. Es la historia de un equidistante. De un tibio. De un tipo poco o nada comprometido con ninguna causa que no sea la suya propia. El protagonista regenta un negocio tan exitoso como lucrativo y de ahí no hay quien lo saque, por mucho que estemos viviendo unos momentos trascendentales en la historia de la humanidad y que afectan al mundo globalizado. Un mundo que, a nada que nos despistemos, jamás volverá a ser el mismo.
El personaje es un cínico y desencantado que hace la vista gorda ante la corrupción que, con todo descaro, pasa por delante de sus narices. A veces, sin embargo, interviene para evitar situaciones especialmente violentas y repugnantes, sobre todo, para las mujeres.
Gestos, detalles que van modelando una personalidad bastante más compleja de lo que al principio de la película podíamos suponer. Porque los personajes están atrapados, presos de la compleja situación internacional… y de sus propios fantasmas. Fíjense en detalles del guion y la escenografía que contribuyen a aquilatar esa sensación de encierro y ahogo: una gran lámpara que a veces está y a veces ha desaparecido, el juego de sombras y contraluces…
Entonces aparece ella. La protagonista. Una mujer de belleza sin igual y fuerte personalidad, como se corresponde con los buenos personajes femeninos del cine de hoy. Una mujer que lo pone todo patas arriba para romper el statu quo imperante, obligando a los personajes a tomar decisiones, a tomar partido. A mojarse. A actuar. Porque el silencio y la táctica de la avestruz ya no son válidas ni tienen sentido.
Estamos frente a una película sobre la amistad, el amor y el compromiso, tan valiente como necesaria; llamada a concienciar a los espectadores y a hacerles comprender la realidad del momento que vivimos. Una película de visión obligatoria para todos los timoratos y asustadizos ciudadanos que siguen sin entender que el aislacionismo ya no es opción.
Háganme caso y vayan a ver una película que, estrenada el pasado 26 de noviembre, marcará un hito en la historia del cine. Se titula “Casablanca”.
Jesús Lens