Se ha escrito tanto sobre “Blancanieves” y sobre la fatalidad de que “The Artist” sorprendiera a todo el mundo el año pasado que, sobre esa cuestión, no vamos a decir nada.
Bueno sí. Solo una cosa: es tal el poderío visual que irradia la película de Pablo Berger que la mayor parte del tiempo te olvidas de que es muda. Y no digamos ya del blanco y negro. Pocas veces un blanco y negro ha sido visualmente tan poderoso y ha permitido jugar con las luces y las sombras de una forma tan sugerente.
Hay que ser muy valiente o estar muy loco (o ambas cosas) para lanzarse a filmar el cuento clásico de Blancanieves, a pelo, radicándolo en una Sevilla de primeros del siglo XX y en ambiente taurino. Así. Con un par.
Y hay que tener tanto valor como criterio y talento para seleccionar a la niña protagonista de la historia. Y a quién interpreta a Blancanieves más adelante, ya de jovencita. ¡Qué expresividad! ¡Qué ojos! ¡Qué mirada!
Y esa Maribel… ¡por favor! ¿Se puede ser más mala? ¿Se puede estar mejor? ¿Se puede dar tanto miedo solo con vestirse de negro?
Y los enanos. Los buenos y, especialmente, el malo y rencoroso; el envidioso que nunca entiende nada y que, con el morro torcido, ve cómo todos sus planes le salen mal.
Y el caserón, ese cortijo que es como la ominosa y horripilante Xanadú en que moría el Ciudadano Kane.
Y, y, y… son muchas las y, todas ellas positivas, que podríamos añadir a “Blancanieves”, bendecida por la crítica más exigente y excelentemente recibida por el público, que si bien no hace las colas que ante “Lo imposible”, sí está acudiendo al reclamo de una película diferente, valiente y estupenda.
La pregunta, sin embargo, sería si “Blancanieves” es la mejor opción para representar a España en los Óscar. Y no tanto por el Efecto-Artist cuanto por la imagen de España que la película puede transmitir.
Bien sabéis que las fotos publicadas por el New York Times hace unas semanas causaron un enorme revuelo. Eran fotografías en blanco y negro, crudas, de personas rebuscando en la basura o haciendo cola frente a una oficina de (des)empleo.
IDEAL organizó una espectacular campaña para mostrar a los Estados Unidos, a través de uno de sus buques insignia, otra España. Una España vitalista, colorista y optimista.
¿Es una buena idea, para esa entelequia tan etérea como sobada de la Marca España, que mandemos a los Óscar una película en ByN repleta de brujas, toros y peinetas?
Dejando al margen lo puramente cinematográfico, por supuesto…
Jesús Lens