A la espera de analizar en profundidad los datos de la encuesta sobre intención de voto en las elecciones del próximo domingo que publica hoy IDEAL, me asaltan varias dudas motivadas por cómo se ha planteado la campaña electoral, de acuerdo con el tenso clima político que nos ha tocado vivir.
Nunca imaginé que la política española pudiera derivar en el frentismo al que se ha visto abocada esta campaña, hasta el punto de que la mayoría de mensajes están dirigidos contra el otro, más que al planteamiento de un programa electoral propio, creíble e ilusionante para la gente.
¿Cuánta gente va a votar contra algo o contra alguien, más que a favor de un conjunto de propuestas constructivas y de futuro? Ítem más: ¿cuánta gente está dispuesta a introducir su sufragio en la urna pensando íntimamente que cuanto peor, mejor? De ahí la doble apelación de los políticos en campaña a luchar contra la abstención y a favor del voto útil.
La batalla por la participación electoral va bien encauzada. Gente que se abstuvo consciente y activamente en las andaluzas va a comparecer en las urnas. El misterio es a quién votará.
Voto útil, dicen. Votar a X para evitar una disgregación de sufragios que beneficiaría a Y. Votar a Z para que a W no le alcance a formar gobierno. Y en medio de todo este ruido mediático, con el despropósito del debate sobre los debates de fondo; la duda metódica: ¿y por qué no votar a F?
F, en esta hipótesis, es el voto fútil. El voto inútil, desde la perspectiva de las posibilidades de gobierno. Para unos, es un voto romántico, apoyar opciones con nulas posibilidades de aupar a un congresista o a un senador a su escaño. Un ejercicio de compromiso y coherencia. Para otros, es tirar el voto a la basura, literalmente hablando.
Dicen, también, que son las elecciones más importantes de nuestra historia democrática. Que es necesario posicionarse. Que no valen titubeos ni medias tintas.
Es cierto que vivimos bajo la amenaza de una regresión en derechos y libertades, en conquistas sociales; pero agobia tanta presión, tanta exigencia. Agobia hasta el punto de confundir el voto útil con el voto fútil.
Jesús Lens