Si hacemos caso a una cronología del conflicto del aeropuerto del Prat y arrancamos en el mes de julio, con los primeros paros, estaremos equivocándonos. Gravemente. Porque la cosa empezó antes. Mucho antes. La cosa empezó con la privatización de la mitad de AENA. Y siguió con la contratación de una empresa privada, Prosegur, para que hiciera el trabajo de seguridad que, hasta entonces, había realizado la Guardia Civil.
Pero el asunto termina de enconarse cuando AENA cambia de contratista y acepta la “irresistible” oferta a la baja de Eulen. Una oferta tan a la baja que la “obliga” a realizar recortes de puestos de trabajo, recortes de sueldos y recortes de prestaciones.
Lo fácil, lo populista, es fomentar la tesis de que si en el Prat hay un problema con los vigilantes de seguridad, la culpa de que miles de personas se vean atrapadas en el aeropuerto es de ellos. De los trabajadores. Por ponerse en huelga. ¡En verano! De ahí se pasa a decir que los huelguistas han tomado como rehenes a decenas de miles de turistas y ya tenemos, otra vez, un conflicto laboral convertido en otra cosa. En un escándalo. En un problema de orden público. Como ocurrió con la estiba. ¿Se acuerdan? Escribí de ello en esta columna de IDEAL…
En Granada tenemos un ejemplo cercano de lo escandaloso y pernicioso de aceptar insensatas ofertas a la baja en contratistas de obras públicas. En 2015, el gobierno adjudica las obras del tramo de Loja del AVE a una UTE formada por Dragados y ACS. El concurso había salido a licitación por un importe 48,4 millones de euros, de acuerdo a los cálculos de los técnicos. Las obras se concedieron a la oferta que aseguraba poder ejecutarlas por 23,8 millones de euros.
Los resultados de tan catastrófica decisión ya sabemos cuáles son, ¿verdad? La adjudicataria comenzó por reclamar una modificación del contrato con un incremento del 10% y, a continuación, retiró maquinaria y trabajadores, dejando las obras empantanadas. Por fin, en agosto del año pasado, solicitó a Adif la rescisión del contrato, por no salirle las cuentas. (Lean aquí la información de IDEAL)
La UE sacaba pecho, la semana pasada, al anunciar que podíamos dar por terminada la crisis, tras diez años de sufrimiento, suplicios e incertidumbres. Lamentable conclusión, cuando la inmensa mayoría de los trabajadores de este país tenemos peores condiciones laborales que en 2007 y perspectivas profesionales mucho más oscuras.
Jesús Lens