¡Estrellados!

Atentos a esta imagen.

Lo que ahí aparece es, en realidad, un ejercicio de voracidad extrema, un ejemplo astronómico de Saturno devorando a sus hijos.

Esa imagen muestra el momento en que una vieja estrella, en concreto la “BD 48 740”, devora a uno de los planetas que giraban en su órbita.

Parece ser que eso es lo que ocurre cuando las estrellas entran en fase “gigante roja”. Esto es, cuando envejecen.

Y, podéis pensar, ¿qué nos importa todo esto?

Pues importa. Y mucho. Poque, cuando el sol se haga mayor y empiece a tener achaques, cuando el Astro Rey se convierta, él mismo, en una Gigante Roja… ¿sabéis a qué planeta acabará por tragarse?

Efectivamente.

Así que, la ilustración que sigue, como la fotografía de antes, muestra cómo será nuestra muerte y destrucción. El The End. El final. Total y Absoluto.

El hecho de que queden unos 5.000 millones de años, más o menos, para que dicho evento se produzca, a mí no me tranquiliza. Pero que nada de nada.

Porque si hay algo que nos ha demostrado la BD 48 740 es que las viejas estrellas, al contrario que los viejos rockeros, sí que mueren. Y que las muy cabronas, se llevan por delante todo lo que pillan.

Que las estrellas, sobre todo si están muy endiosadas, no tienen miramiento ni compasión.

Así que, ojito con ellas. Con las estrellitas. Que brillarán y lucirán allá arriba. Pero que, cuando caen, lo hacen con todo el equipo.

Aviso para navegantes.

Eso sí: dentro de cinco mil millones de años, todos calvos.

Jesús sideral Lens