¿Y si hablamos de cine, hoy sábado? Hace tiempo que no recomendamos nada y ya es hora. Vaya por delante que estas semanas de primavera son más literarias que cinéfilas, que las presentaciones de libros se multiplican y, ¿por qué no reconocerlo?, que el cuerpo pide calle, terraza y barra; antes de que el calor del verano nos aplaste y la oscuridad de la sala de cine sea el mejor refugio contra la canícula.
Aun así, hay una película que no deben dejar de ver. Se llama “Z. La ciudad perdida” y la dirige un de director contemporáneo con enorme personalidad y cuya filmografía es apasionante: James Gray.
Con varios Noir extraordinarios a sus espaldas, tras un melodrama electrizante como “Two Lovers” y después de esa meditada y serena reflexión sobre la inmigración que es “El sueño de Ellis”; se ha estrenado la primera incursión del cineasta en el género de aventuras. La película narra la biografía de Percival Fawcett, un militar, arqueólogo y explorador británico que viajó al Amazonas para cartografiar el curso de un río y quedó atrapado por la mística de la jungla.
No esperen una película de aventuras para adolescentes como las que ahora se estilan, repleta de efectos digitales y vertiginosas secuencias de acción en plan más-difícil-todavía. Y eso que los protagonistas son dos de los guapos oficiales del Hollywood contemporáneo: Charlie Hunnam y Robert Pattinson.
“Z. La ciudad perdida” es una película reflexiva sobre algunos de los grandes temas que, de siempre, han espoleado al ser humano: el ansia de conocimiento, la pasión por la exploración y el descubrimiento y la fascinación por el mito.
Estamos a comienzos del siglo XX. Percival Fawcett deja a su mujer embarazada y a su hijo e inicia un viaje científico que, para él, será revelador. ¿Y si, en lo más ignoto y profundo de la selva del Amazonas, existiera una civilización más avanzada de lo que el egocéntrico Eurocentrismo pudiera imaginar?
No. No se trata de El Dorado. Al menos, no en el sentido tradicional. Porque, ¿y si El Dorado fuera otra cultura, otra forma de ver y entender el mundo y la vida?
De todo ello habla, con calma y serenidad, en una película larga y pausada, pero nunca lenta ni aburrida; un James Grey que sigue construyendo una filmografía modélica que es necesario descubrir y reivindicar.
Jesús Lens