Don Quichotte

Si el sueño de la razón produce monstruos, el sueño de la ilusión produce aventuras. Aventuras pictóricas, por ejemplo, como las veinte miradas francesas sobre el mito del Quijote, radicalmente contemporáneas, que se exponen en el Centro Lorca, gracias a la Alianza Francesa de Granada.

Para los españoles, desde que nacemos, el Quijote forma parte de nuestra vida, de nuestro imaginario colectivo. Al menos, eso creo. Aunque no estaría de más hacer una prueba entre nuestros más tiernos infantes.

 

¿Qué significa Don Quichotte, sin embargo, para nuestros vecinos franceses? El coleccionista Gilbert Ganivenq, uno de esos tipos que irradian positivismo y creatividad a raudales y que, solo con decirte hola, detectas su calidad y calidez humana; se lo planteó a veinte autores adscritos a la figuración libre y agrupados en torno a un movimiento artístico con base en la ciudad de Sète, un puerto pesquero del Mediterráneo situado entre Montpellier y la frontera española.

 

El resultado: fascinante, sorprendente, enigmático, mágico y excitante. También incomprensible, en algunos casos, podrá argüir algún espectador poco amigo de la experimentación pictórica. Pero es que esa manía de que el arte ha de ser entendido y entendible…

Hay piezas con estética de cómic. Otras, con un estilo naif que harán las delicias de los peques de la casa. Hay maravillosas abstracciones en las que la tierra y el cielo se funden en un todo inasible y paisajes que parecen puro western. Hay retratos contemporáneos de personajes cuyos ojos albergan locas fantasías y una interesante fusión entre las aspas de los molinos de entonces y los de ahora.

 

Ensoñación y fantasía conviven en veinte piezas, la mayoría de gran formato -2 x 2 metros- que invitan a reflexionar sobre el mito del Quijote. ¿Dónde ponen ustedes el acento, cuando piensan en él? ¿En su locura? ¿En la libertad? ¿En sus ansias de justicia? ¿En la sensatez de Sancho? ¿En el pobre Rocinante?

A mí, por ejemplo, siempre me ha excitado sobremanera el tema de los caminos y las ventas, que ya saben ustedes que yo soy muy de cuestiones básicas. ¿Cómo olvidar que Don Quijote, nada más empezar sus aventuras y tras un largo día de marcha; cansado, hambriento y buscando donde refugiarse, “vió no lejos del camino por donde iba una venta, que fue como si viera una estrella”?

 

Busquen, busquen ustedes su estrella más quijotesca…

 

Jesús Lens