– ¡El lobo! ¡El lobo!
Nunca olvidaré aquellos episodios de «El hombre y la tierra» de Félix Rodríguez de la Fuente. Empezaban con el aterrador grito de un aldeano, acongojado por la visión de uno de esos animales cuya mera evocación ya provocaba el pánico.
Después, el amigo Félix nos mostraba esa otra dimensión de los lobos, su carácter familiar, cercano, hermoso y arrebatador; de forma que, al terminar el doble capítulo, el lobo se había convertido en tu animal favorito.
Quiso la casualidad que, en nuestro memorable viaje a Senegal, para amalgamar a un grupo de cerca de veinte personas que apenas se conocían entre ellos, el encantador MagoMigue llevó un juego tan sencillo como apasionante: «Los hombres lobo de Castronegro».
Desde entonces, los compañeros del Senegal, los amigos de La Arrancaílla, nos identificamos como Lobos y Aldeanos. Un grupo tan heterogéneo como compacto que vamos celebrando encuentros lobunos lo mismo en el singular pueblo de Agüimes que en Granada, en Galicia o, próximamente, en Marruecos.
Lobos y aldeanos que vamos tejiendo una red de cómplice amistad basada en los viajes, las charlas hasta el amanecer, el teatro, África, el ron, los libros, las fotos, las risas y las Arrancaíllas.
Por eso, cuando he abierto IDEAL y me he encontrado con este espléndido reportaje sobre los lobos en Andalucía, no he podido evitar acordarme de ese fantástico grupo de amigos, que se acaba de disgregar y a los que tanto echamos de menos.
Va por ustedes.
¡¡¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!
Jesús Lens, lobito bueno.