Cuando suben todos al escenario y ocupan sus puestos, hasta el agua de la cascada que cae al Lago de Atarfe, bajo la Ermita de los Tres Juanes, parece dejar de correr, expectante por lo que está por llegar.
Y es que, efectivamente, la Big Band de Atarfe es algo grande. Muy grande. Talla XXXL, podríamos decir.
Al mando de Roberto Nieto, su director y vibrante saxofonista, cuando la Big Band de Atarfe arranca, es como un tren bala: imparable. ¡Más que merecido el premio que este año le ha concedido en Festival! Porque mantener tan bien engrasada una maquinaria de precisión como la Big Band no debe ser nada de fácil.
Pero antes de que la Banda de Negro incendiara el Jazz en el Lago, Celia Mur hizo una demostración del A-E-I-O-U básico de la historia del jazz, desgranando todas las vocales con su prodigiosa voz. Desde el “Stompin at the Savoy” de Edgar Sampson hasta la festiva “How High the Moon” de Nancy Hamilton con la que se despidieron, Celia Mur y su grupo hicieron las delicias de un público atento que disfrutó del jazz más clásico y tradicional de esta edición del Festival. Personalmente, me quedo con esos momentos de delirio vocal: el Scat del que Celia es maestra.
Una Celia que no dudó en acompañar, un rato después, a una Big Band de Atarfe que estaba de estreno ya que, apenas cuarenta y ocho horas antes del concierto, había salido del horno su nuevo disco, calentito, calentito. Un trabajo llamado a darnos grandes alegrías, con versiones de temas de Pat Metheny -que pudimos escuchar felizmente durante su interpretación- o de Frank Sinatra.
Acompañados en escena por el eufórico trombonista Toni Belenguer, que ya había tocado junto a The Pocket la noche anterior y que prometió empadronarse en Atarfe, visto cómo lo habían cuidado y comprobada no solo la calidad sino la profesionalidad de la Big Band; los envidiablemente jóvenes músicos que la componen también tocaron una inspirada versión de uno de los grandes clásicos del jazz, “My Funny Valentine”, y se despidieron, ya bien entrada la madrugada, para dar paso a los siempre alegres y festivos “Cu Bop” y su jazz latino y bailongo.
Los premios que se entregaron el sábado fueron igualmente aplaudidos y bien recibidos por el público: a nuestra querida asociación de jazz de Granada, Ool Ya Koo, de la que formo parte activa desde su fundación, con orgullo y satisfacción; y a la empresa que consigue que el jazz suene como en ningún sitio en mitad de la montaña, junto al Lago.
Ha terminado un fin de semana intenso, muy intenso, repleto del mejor jazz posible. Un Festival que, en su décimo tercera edición, sigue dándonos grandes, gratas y emocionantes sorpresas.
Jesús Lens