Me lo comentó Lorenzo Silva durante la Feria del Libro de Granada: ¿cómo es que hay gente quejándose de una burbuja de festivales dedicados al género negro es España? Y, lo que es más sorprendente, ¿por qué hay escritores, precisamente ellos, protestando por la proliferación de certámenes noir? De todo ello hablo hoy en IDEAL.
Y para hablar de todo ello, Lorenzo nos citó el pasado sábado a seis directores de Festivales, en el marco de Getafe Negro, un certamen modélico y consolidado que cuenta con 50.000 euros de presupuesto municipal. ¡Eso sí es un auténtico compromiso con la cultura, más allá de las buenas palabras y los mejores deseos e intenciones!
Es cierto que, en los últimos años, el Noir está en auge: centenares de autores adscritos al género, aparición de colecciones especializadas, editoriales volcadas y galardones generalistas, como el Planeta, que premian a autoras como Dolores Redondo. Así las cosas, no es de extrañar que surjan festivales que quieran acercar los libros, las películas, las fotografías y los autores al público. ¿Qué tiene de extraño? ¿Y de malo?
Cerca de dos horas estuvimos hablando del tema. De las muchas cosas que se dijeron, resalto algunas ideas que me parecen relevantes. Por ejemplo: seamos originales y no hagamos festivales clónicos. En los tiempos de las Redes Sociales y la Hiperconectividad, lo que pasa en Getafe, en Gijón o en Barcelona es visto en tiempo real en el resto del mundo. Y si todos llevamos a los mismos autores en formatos parecidos, corremos el riesgo de que se hable de burbuja.
Hay que especializarse, también. Por las mismas razones. Para diferenciarnos y desarrollar una personalidad propia y característica que conviertan en único a cada festival. Para ello, hay que arriesgarse a hacer cosas diferentes, osadas y alternativas. Con los riesgos que ello supone.
Y, sobre todo, hay que cuidar a cada lector y a cada espectador. Como si fuera -que lo es- una especie en peligro de extinción. Trabajar con clubes de lectura, con cine clubs, con bibliotecas y con centros de enseñanza para que los pocos días que dura un festival sean la culminación de meses de disfrute lector y cinéfilo a la vez que punto de partida para compartir nuevas experiencias culturales.
Hacer mejores y más formados lectores y espectadores. Ése debe ser el objetivo último de un festival cultural. Lo demás son fuegos de artificio.
Jesús Lens