Hace ya dos años y medio que dábamos la bienvenida a aquel ya lejano 2012 con el concierto del pianista granadino, afincado en Texas, Sergio Pamies, a través de este artículo.
Fue en el Teatro CajaGRANADA, que lo reventó.
Este jueves, Sergio vuelve a CajaGRANADA. En esta ocasión, a los veranos de la Plaza de las Culturas que organizamos los inasequibles y activos miembros de Ool Ya Koo, la asociación de jazz de Granada.
Se recomienda llegar con tiempo ya que la fusión de flamenco y jazz que hace Sergio, en la que es consumado maestro y una de las grandes referencias del jazz europeo; lo va a petar.
Para esta gira por España, le acompañan Gonzalo del Vals, a la batería y Marko Lohicari, “Platanito”, al contrabajo.
Gonzalo es originario de Miranda del Ebro (Burgos), estudia batería en Madrid con Guillermo McGill y luego en el Conservatorio Superior de Música Liceo de Barcelona con Marc Miralta. Por su parte, Marko Lohicari «Platanito», Nació en Uppsala (Suecia) y estudió música en la Universidad de Gothenburg, con el contrabajista y compositor Anders Jormin. Posteriormente, se trasladó a Filandia, para realizar sus estudios en la Sibelius Academy de Helsinki. Ha tocado con los mejores músicos de la escena jazzística finesa, como Jussi Kannaste, Jussi Lethoen, Timo Lasso entre otros.
Y como anticipo de lo que nos espera, un corte del concierto que Sergio dio aquel enero de 2012, en el Teatro CajaGRANADA. Porque toda esta palabrería está muy bien. Pero lo importante es la música. Y las imágenes. Fijas, o en movimiento.
Si la actualidad informativa lo permite, lo primero que leeré mañana en IDEAL, al despuntar el alba, será la crónica que Juan Jesús García haya escrito sobre la actuación de Chano Domínguez ayer sábado, en el maravilloso y adictivo Festival de Jazz en el Lago de Atarfe.
Reconozco que iba predispuesto a que la cosa me gustara. En primer lugar, porque adoro a Chano. No es que lo crea… es que sé que es el músico al que más veces he visto en directo. Haciendo ayer la cuenta con mi Cuate, creo que me salen cerca de diez. La (pen)última, en la mismísima Nueva York, como lo contamos en ese enlace. Y la última, a pie de escenario, en el Granada Jazz Club (enlace que incluye vídeos grabados en riguroso directo)
Bueno, la última… hasta ayer. En Atarfe, tras zamparnos unas bravas que eran bravas, unas Milnoh que estaban heladas, una morcilla muy de la tierra y unas chuletillas de cordero que no lo parecían.
Y todo ello, al fresco de un paraje mágico, en la Ermita de los Tres Juanes. Mientras Granada se abrasa de calor, a quince minutos hay un remanso de frescor que nos obligó, a eso de las dos de la mañana, a ponernos una sudadera.
Antes de que Chano le pegara fuego al escenario del Lago, Jesús Hernández trajo otra muestra de flamenco jazz. Pero más pausado. Más delicado y sencillo. Tanto que, entre el gentío y el trajín de la barra se perdían los matices de una música que alcanzó vuelo cuando Julián Sánchez dio cancha a su extraordinaria trompeta.
Y entonces llegó el Chano. A presentar sus “Flamenco sketches” o, lo que es lo mismo, su personal, único e intransferible homenaje al mítico “A kind of blue” de Miles Davis.
No lo olvido. A Miles. En las páginas de Ajoblanco. Sosteniendo que cuando escuchaba flamenco se ponía de rodillas.
Y aquí estamos, unos veinticinco años después, glosando las maravillas de un doble concierto de Flamenco Jazz, una disciplina que debería consolidarse en Granada como uno de sus distintivos musicales más importantes, como ya señalaba en este otro artículo de hace tiempo, tras una fructífera conversación con Antonio y Sergio Pamies.
Chano, ayer, estuvo brutal. Desmesurado. Incendiario. Arrebatador. Se ponía de pie, saltaba, aporreaba las teclas del piano, invitaba a un bailaor a que pespunteara magistralmente los acordes de Miles y… ¡se sacó de la manga un sintetizador que, colgado del hombro, fue utilizado igual que un combatiente usa el AK-44, acribillándonos con andanadas y andanadas de notas que hacían blanco en un público entregado!
Amaga Chano con venirse a Granada. A vivir. A radicarse. Comenzó hablando de la magia de esta tierra. Quizá sería lo que nos haría falta para terminar de consolidar uno de los focos jazzistícos más importantes de España, gracias al trabajo de clubes como el Granada Jazz Club o el Fusión de Salobreña; de asociaciones como Ool Ya Koo (que presenta una atractiva programación para este verano, en la Plaza de las Culturas de CajaGRANADA) y, sobre todo, del buen hacer de Festivales como este del Lago y, por supuesto, del Jazz en la Costa , el Jazz en las Alpujarras y del decano, del Festival de Jazz de Granada.
Pero de todo ello hablaremos más adelante.
Hoy nos quedamos con el aroma a Cuerno de Chivo quemado que dejó la actuación de Chano en Atarfe.
Aquí, podéis comprar el disco en Amazon, iTunes y demás medios digitales, pero el disco, con la portada de Mariscal, es una joya y merece la pena tener el objeto, además de la música.
Ahora, un par de vídeos. ¿Os venís el viernes?
Aquí, un vídeo muy interesante sobre la fusión entre jazz y el flamenco que propicia.
Jesús borrachito Lens
PD.- En 2009, 2010 y 2011; también blogueamos durante los Reyes.
Días como hoy, fríos, oscuros y desapacibles, son días que parecen colgados en el limbo, días fugaces,extraños, inexistentes. Días para pasarlos entre el sofá y la cama, leyendo, viendo películas, escuchando música, escribiendo (aunque sean cuentos virulentos y ácidos como éste), durmiendo siestas más o menos largas, íntimas, guerreras o sosegadas 😀
Pero hoy es especial. También. Porque hoy toca Chano Domínguez en el Festival de Jazz de Granada. El de Chano es uno de los conciertos más largamente esperados por un servidor, vuestro seguro servidor. Y la previa de ese concierto la tenemos AQUÍ, en nuestro recién renacido Blue & Noir, en el que estamos poniendo todo nuestro cariño, tesón y atención.
Aquí seguimos, este sábado en que los párpados pesan, cargados por el sueño reconfortante de una larga noche y a los que dos cafés no consiguen quitarle a los ojos ese cerco perezoso de los días libres, sin horas, obligaciones, exigencias o necesidades. Días para disfrutar íntimamente. Solos. O en compañía de otros.
La columna de hoy viernes de IDEAL, haciendo extensiva una excitante propuesta…
El pasado lunes, cuando entramos en el Corral del Carbón y nos encontramos con un escenario en que convivían dos pianos enfrentados, cajones flamencos, sillas de enea, un contrabajo y un par de trompetas; supimos que algo nuevo y diferente iba a pasar en la noche granadina.
Fusión. ¡La de sentidos tan diferentes que puede tener una palabra! Depende del lugar y el contexto en que oigas eso de la fusión, lo mismo te echas la mano a la cartera, entre temblores y taquicardia, que se te eriza el vello de la nuca, expectante y excitado ante la sorpresa por venir.
La exquisita digitalización de Sergio Pamies al piano, experto conocedor de las raíces y las claves de toda la historia del jazz, combinada con la hondura del flamenco de nuestra tierra, permitió que canciones como «Sólo quiero caminar», de Paco de Lucía, sonaran radicalmente nuevas o que bulerías como «Vivan los gitanos» te transportaran por imprevisibles universos sonoros en los que no caben fronteras, límites o barreras culturales. Una noche sensacional.
No es de extrañar, pues, que Pamies reivindique la conveniencia de que se celebre un festival de Flamenco Jazz en España, una denominación de origen que empieza a tener la solera que ha alcanzado el celebrado y reverenciado Latin Jazz. Y fue leer esa propuesta y pensar que el lugar más apropiado para su materialización sólo puede ser esta Granada nuestra en que el Sacromonte convive con dos de los Festivales de Jazz más consolidados y veteranos del panorama musical español.
Las músicas que surgen de la tierra, más pronto o más tarde están condenadas a entenderse, mezclarse y fusionarse. Así lo reconoce Pamies, cuando señala que el jazz es un arte mestizo por definición, que siempre fue ‘café con leche’ y, sobre todo, que lo importante es que nunca sea descafeinado. Cualquiera que haya escuchado el New Flamenco Sound de Chano Domínguez puede dar fe de la que fusión entre el flamenco y el jazz es cualquier cosa menos aburrida, guardando aún en la memoria aquella entrevista en la añorada revista «Ajoblanco» a Miles Davis, en la que el trompetista declaraba que, cuando escuchaba flamenco, se hincaba de rodillas.
Tenemos a Jorge Pardo y sus Vientos Flamencos, al Niño Josele interpretando con su guitarra las memorables canciones del pianista Bill Evans y, ahora, un trompetista tan clásico, puro y exquisito como Wynton Marsalis está preparando la grabación, en el País Vasco, de su recién compuesta «Vitoria Suite», con la colaboración de Chano Domínguez y Paco de Lucía.
«Lo gracioso del caso es que el flamenco y el jazz son muy parecidos, tocamos los mismos acordes, tenemos una relación parecida con el tempo, sin embargo, los significados de uno y otro lenguaje son totalmente diferentes», señala Marsalis. Porque nadie dijo que esto de la fusión fuera como echar un huevo a freír. Ni mucho menos. Para evitar engrudos indigestos, hay que trabajar, estudiar y, siendo innovadores, respetar las tradiciones.