Impagable el encuentro con Forges de hace unos días, al calor de la exposición dedicada a Martínmorales en el Centro de Exposiciones de CAJAGRANADA en Puerta Real. Lúcido, divertido e ingenioso, Forges tiró de ironía para hablar de mil y una cosas, dándonos que pensar a la vez que nos hacía reír. Y de ello hablo hoy en IDEAL.
Más o menos lo que viene haciendo todas las mañanas con sus viñetas, desde hace años, pero en vivo y en directo. Y es que Forges, además de un ácido y atento observador de la realidad, es un extraordinario contador de historias que nos encandiló con sus recuerdos, anécdotas, ideas y pensamientos.
Uno de los momentos más brillantes de su charla vino cuando habló de una expresión que solo utilizamos los españoles y que no tiene traducción a otros idiomas, buen compendio de nuestra atávica forma de ser y pensar: “No, si ya verás tú como…”.
Ponía Forges un ejemplo sencillo: se te estropea el coche, lo llevas al taller y el mecánico te dice que estará listo el jueves a las cinco de la tarde. Y tú, cuando vas por él, no puedes evitar pensar lo de “No, si ya verás tú como no va a estar terminado / me van a pegar un sablazo / le han encontrado otra avería…”.
Me acordaba, mientras escuchaba sus palabras, de ese célebre aforismo que se puso de moda antes de los memes y las redes sociales, y que la gente lo escribía en folios que pegaba con papel celo en la oficina, sobre la fotocopiadora o junto a la máquina de café. O en los pizarrones de los bares, justo encima de la lista de las tapas: “Hoy es un día precioso. Ya verás como viene alguien y lo jode”. Y lo peor era que… ¡que solía ser verdad! Que era leer la frase y aparecer algún tipo de cenizo que te fastidiaba el día. O, al menos, que lo intentaba.
El “No, si ya verás tu como” es un perfecto ejemplo de fatalismo español que, por una parte, nos blinda contra las más que probables decepciones de la vida. Pero, a la vez, abre una puerta a la esperanza que permite vislumbrar la posibilidad de que esta vez sí. De que puede que salga bien. ¡Pura filosofía!
Un privilegio haber disfrutado del magisterio, la cercanía y la bonhomía de un Forges ingenioso, sarcástico, cálido y encantador.
Jesús Lens