Ayer estuve en Fort Bravo, Tabernas, hablando de los grandes temas del wéstern, que son los grandes temas de la vida. Invitado por el Almería Wéstern Film Festival, presenté el libro que con ese título, ‘Grandes temas del wéstern’, reúne treinta ensayos de autores diversos que han reflexionado sobre cuestiones como la ambición, la amistad, el racismo, la redención o, la que me tocó a mí: la violencia.
También hay trabajos sobre el nacimiento de una nación, los Estados Unidos, de la tierra de frontera a la importancia del ferrocarril. Le tengo que agradecer a Fernando Marías, ese terremoto creativo, que me propusiera unirme a un proyecto que, tras dos azarosos años, por fin ha visto la luz gracias a Dolmen, que ha hecho una preciosa y preciosa edición en tapa dura.
Me gusta escribir de cine. Para mí, es la mejor manera de saber qué pienso realmente de una película, un director, un guionista o un compositor. Escribiendo ordeno mis ideas. Además, escribir de cine es la mejor coartada posible para que te llamen para hablar de cine, otra de mis pasiones. Y otra de las mejores maneras de afinar el pensamiento crítico y articular un discurso coherente.
Escribir de cine hace que te inviten a sitios tan interesantes como el Almería Western Film Festival, repleto de amantes del cine del Oeste entregados a la causa. Este año, el de su décimo aniversario, faltan los grandes desfiles que inundan Tabernas de música y color. Pero hay cine en la plaza, cortometrajes en el teatro y un buen número de actividades diversas en torno a un género mítico.
Estos días, leyendo todos los trabajos de ‘Grandes temas del wéstern’, me han dado unas ganas horrorosas de ver y volver a ver varias películas. Las miraré con otros ojos. Leer de cine amplía horizontes y hace que lo veas todo con una óptica diferente.
Además, no dejo de acordarme de lo que podría haber hecho nuestro cine con temas tan apasionantes como la aventura equinoccial americana, el fenómeno fronterizo entre cristianos y musulmanes en la Península, compartido durante siglos y siglos, o las grandes figuras del bandolerismo. Pero esa es ya otra historia. Ahora sigo imbuido por los paisajes horizontales en pantalla grande, la música de Ennio Morricone, los duelos en la cantina y las cabalgadas por el desierto.
Jesús Lens