DE BANQUEROS, FUTBOLISTAS Y DARWIN

Hoy, día futbolero por excelencia, dejo este maravilloso artículo horizontal, transversal e intertextual de uno de los periodistas más preclaros del momento. A ver si les gusta la mitad que a mí.

 

 

Banqueros, futbolistas y Darwin

JOHN CARLIN

 

 

  • «Cuando le dije que era futbolista contestó:
  • ‘¿Pero de qué trabajas?».

 

Karembeu, ex del Madrid,

cuando conoció a su futura esposa,

la modelo Adriana Sklenarikova.

 

 

A los jugadores del Valencia no les hará ninguna gracia, ya que el club sufre para pagarles sus nóminas a tiempo, pero persiste el tópico de los futbolistas «peseteros», y no sería sorprendente que volviera con más fuerza en estos tiempos de crisis.

 

Últimamente nos hemos metido bastante con los banqueros al descubrir, indignados, no sólo el caos global que han sembrado, sino además los sueldos y primas descomunales que se han regalado (aunque, eso sí, más en Inglaterra y Estados Unidos que en España, hasta ahora). No pasará mucho tiempo hasta que nos empecemos a meter con los futbolistas, sector de la sociedad cuyos integrantes más dotados ganan en un día lo que chavales de su misma edad con títulos universitarios ganan en un año.

 

Para un comunista, semejante desproporción resulta intolerable. Pero ya que, para mal o para bien, este diario forma parte del todavía imperante sistema capitalista, montaremos una defensa de los jugadores, de aquellos que cobran cinco millones de euros al año, después de impuestos, sin incluir los ingresos que reciben de Nike, Adidas y el sector calzoncillos de Armani.

 

Como apoyo fundamental al argumento a favor, nos remitiremos a un interesante artículo publicado en el Financial Times de Londres el fin de semana pasado por su lúcido columnista Simon Kuper. La tesis de Kuper es que los futbolistas se apegan mucho más a las reglas del fair play capitalista que los banqueros. Hacerse rico con el fútbol exige triunfar en un contexto de dura justicia darwiniana, mientras que muchos de los banqueros parecen haberse forrado por puro azar, afortunados contactos sociales o descarado engaño.

 

El futbolista encarna el mercado libre de manera mucho más fidedigna que el banquero. El jugador que está hoy entre los mil que ganan por encima del millón de euros al año lo ha logrado tras pasar por una ardua selección natural. Son millones los niños que sueñan con jugar al fútbol profesional, y millones los que se quedan por el camino. Para llegar a la cima hay que reunir los atributos de un superhombre: talento, fuerza física, valentía, perseverancia e incluso inteligencia e imaginación. No importa quién es el papá de uno, o qué amigos tiene. Ni si nació pobre o rico. A diferencia no sólo de los banqueros, sino de todo tipo de profesiones (sin excluir a los periodistas y a los escritores), para triunfar en el fútbol hay que ser muy bueno, y punto.

 

Una vez que uno entra en un Madrid o Manchester, el éxito dependerá de su papel sobre el campo. Si flojea, pierde motivación o interés, perderá su puesto y su trabajo. (Hay excepciones: los hay que no juegan y siguen siendo ricos, como Saviola, pero son pocos). Por otro lado, aunque un jugador le caiga mal al entrenador, no tiene más remedio que ponerle. O venderle y verle prosperar en un equipo rival.

 

El jugador, en resumen, opera en un entorno de total transparencia. Se le juzga sólo por sus méritos. No se puede esconder. Está solo, desnudo ante su club, los aficionados y el batallón de opinadores que diseccionan cada elemento de su juego. Los banqueros, en cambio, han operado en las sombras. Como dice Kuper, algún día se podrá retomar la idea de pagar primas siderales a los banqueros, pero sólo cuando demuestren, con la contundencia irrefutable de las estrellas del fútbol, que se lo merecen.

FAIR PLAY

Mucho se ha escrito sobre el Fair Play.

 

Hoy podemos verlo. Colin Bertholet, cuya Otra Mirada sigue siendo única única y singular, nos pone en la pista de este corto vídeo.

 

Un jugador del Ajax de Ámsterdam estaba tirado en el suelo tras recibir una falta. Un jugador del equipo contrario saca la pelota del campo para  que puedan asistir al adversario, como se suele hacer. Al reiniciarse el juego, el jugador del Ajax, en su intento de devolver la pelota al equipo contrario… marca un golazo por toda la escuadra.

 

No dejen de fijarse en la cara de estupefacción del pobre hombre. De hecho, nadie celebra el gol, aunque el árbitro lo tiene que dar por bueno.  

Lo que pasa a continuación es la definición más perfecta que existe sobre qué es el Fair Play.

 

Impecable lección.

ENRIC GONZÁLEZ

Ustedes saben que, entre otros conceptos, me gusta defender el de “horizontalidad”, también llamado “transversalidad” por los más pijos y entendidos de la cosa.

 

 

 

Otros, más “enrollaos”, hablarían de “mestizaje”. Y los más apocalípticos, incluso, de “procrastinación” (concepto al que ya le dedicamos una comentada entrada).

 

Pero a mí gusta lo de la Horizontalidad. De hecho, es como una religión. Y su profeta mediático, hoy por hoy, sería el columnista de El País, Enric González.

 

Y si no, lean sus dos columnas de hoy, ambas en dos secciones supuestamente menores del periódico. Una está en la sección de televisión y se llama «Positivismo». La otra, en la de deportes. Y se titula “El fútbol líquido”.

 

 

 

Háganse un favor, dediquen un minuto a cada una de ellas y díganme si no son un prodigio de horizontalidad y talento, de una visión amplia, generosa y comprensiva de una vida que no admite compartimentos estancos. Así, no es de extrañar que, para su chat de los martes, se invite a los lectores a charlar con Enric González… de lo que tú quieras. Un lujo. En pocas palabras, lo dicho: si la horizontalidad (transversalidad y mestizaje) fuera una religión, Enric González sería su profeta.

 

Jesús Lens.

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PD.- ¿Saben quién ha vuelto a viajar y lo está contando, con su arte habitual? Nuestro amigo Manolo Pedreira, uno de los discípulos putativos de Enric. Esta vez se ha ido a Argentina. No dejen de leer su Blog. Impagable.