Hoy publicamos este artículo en IDEAL. A ver qué os parece y si estáis de acuerdo, que es esos que podríamos catalogar como “ida de pinza”… (Paradójicamente, anoche hablábamos del peso del pasado…)
Es paradójico: nos pasamos la vida tratando de conquistar el futuro y, en muchos casos, procurando huir del pasado y, de repente, nos hemos encontrado con que es el futuro el que nos persigue, nos acosa y nos atemoriza.
Las turbulencias del sistema financiero y la vertiginosa reestructuración que está sufriendo sería uno de los síntomas. Pero la auténtica revolución es la que se está produciendo, de golpe, en los países árabes, en los que la primavera parece haber venido y nadie sabe cómo ha sido.
El futuro nos persigue, y lo hace a una velocidad desconocida. Una rapidez a la que, desde luego, la vetusta y artrítica Unión Europea, ni se adapta ni se acomoda. De pronto, los que hasta ahora eran compañeros de la Internacional Socialista se convierten en tiranos de los que hay que abjurar. Y, al igual que el ejército fue bienvenido por una inmensa mayoría de españoles cuando acabó con el caos aéreo de este país, los militares se han convertido en los imprevistos héroes populares de la revolución magrebí.
El futuro nos persigue y viene dispuesto a acabar con tópicos y lugares comunes, llevándose por delante a quiénes piensan que el pasado volverá. Que se lo digan a los damnificados por Nueva Rumasa, aunque los haya que en el pecado lleven la penitencia, por buscar ese enriquecimiento insensato y piramidal de las inversiones tan, tan, tan bien remuneradas que, al final, explotan como una pompa de jabón. Y a llorar tocan.
El futuro nos persigue y Álex de la Iglesia se rinde al hecho de que Internet está aquí y que, por tanto, cualquier producto susceptible de convertirse en bytes será objeto de descargas, legales, paralegales y, sobre todo, ilegales. A fin de cuentas, “Pa negra” se ve maravillosamente bien en una tele plana de y pico mil pulgadas, home cinema stereo sound system y alta definición.
El futuro nos persigue y la Memoria Histórica, la Guerra Civil, sus consecuencias y la Santísima Transición cansan y aburren al más pintado, por mucho que Confucio sostuviera que hay que estudiar el pasado si queremos pronosticar el futuro. Por eso el Retroback, Marilyn, “Mad men” o “Boardwalk Empire” y su carga de añejo glamour cosechan todo tipo de éxitos y parabienes: nos gusta el pasado colorista, luminoso, romántico… y anticipatorio.
Cuando el futuro nos persigue y nos atrapa, cuando el presente es caótico, inestable, complejo e incomprensible; cuando nos adentramos en terra incógnita con el trapo desplegado, a toda vela, en mitad de una tempestad homérica; cuando el futuro es más una amenaza que una promesa y el pasado es un lastre porque la experiencia no parece servir en la gobernanza de la nave… solo nos queda amarrarnos al timón, tensar las jarcias y aguantar el tipo como mejor sepamos y podamos. Se supone que, después de la tormenta, llegará la calma. Y, en el ínterin, lo mismo hacemos algún descubrimiento que otro.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.