¡En defensa, no se descansa!

Jose, nuestro querido entrenador de baloncesto, una vez se inventó uno de esos gritos de guerra que nos gustaba soltar en los lugares y momentos más (in)apropiados:

– ¡¡¡ En defensa, no se descansa!!!

Hace unas semanas, os acordaréis, nos desayunábamos con una noticia que era un puro disparate: la Semana Negra de Gijón corría peligro. Escribíamos de ello, claro. Y encontramos una impresionante catarata de adhesiones, tanto de los propios amigos de la Semana como de otras personas que, sin haberla pisado, vivido o experimentado, sentían que aquello no podía ser.

A través de Facebook, llamadas de teléfono o mails; a través de la participación activa en foros y espacios virtuales de debate y discusión, un nutrido comando de intervención inmediata se movilizó en defensa de Semana Negra y de su concepción lúdica, alegre, exigente y desenfadada de la cultura.

Aún cuando se llegó al acuerdo de celebrar la edición de este año del Festival Cultural más populoso y visitado de Europa, los defensores de Semana Negra hemos seguido trabajando, codo con codo, en defensa del modelo. Del único modelo posible.

Bien sabemos que, una vez terminado el mes de julio y parafraseando el lema de “Juego de Tronos”, se acerca el invierno. Y que los ataques a Semana Negra seguirán, volverán y se recrudecerán.

Por eso, ahora que nos acercamos alegre y festivamente a la celebración de una nueva edición de nuestra querida, admirada, esperada y reverenciada Semana Negra, quiénes la queremos, la amamos y la sentimos nuestra, tal y como es, tenemos que recordarlo,

¡¡¡¡ En defensa, no se descansa!!!

I love Semana Negra

Y si el Dios de la Muerte nos mira, la única respuesta posible es:

– Hoy no.

Semana Negra vive…

Jesús semanero convicto y confeso Lens

PD.- ¿Qué pateábamos hace un año, tal día como hoy? Un microdiáloco 😉

Juego de tronos

Infundado. El temor era infundado. Porque, cuando le meten a uno una serie hasta por los orejas, desde meses antes de su estreno, el temor era que no estuviera a la altura de lo esperado, de lo anunciado, de lo prometido.

Que “Juego de tronos” es la serie que hay que ver lo saben hasta en la China. Y, si no sabes de lo que hablamos, lo mismo tampoco te has enterado de que hace unos días, dicen, mataron a un tal Bin Laden. Porque si no, no se entiende.

Prensa, radio, televisión y, sobre todo, Internet, vienen hablando de la gran apuesta televisiva de la HBO para este 2011, desde hace meses. Sin exagerar. Mismamente hoy, la publicidad de este Blog lo llevaba pegado, a la derecha de la pantalla: “Se acerca el invierno…”


¡Pues ya está aquí! Ya ha llegado. Ya está helando. Porque, efectivamente, el temor era infundado. No han hecho falta más que 60 minutos para estar ya rendidos a una serie que promete, efectivamente, sexo, violencia, aventuras, fantasmas, espada, brujería, ironía, réplicas y contrarréplicas y el máximo hijoputismo; elevados todos ellos a la enésima potencia.

Antes de ver el primer episodio ya habíamos leído que “Juego de tronos” era “Los Soprano” en versión medieval o una adaptación del universo del Señor de los Anillos a la contemporánea concepción televisiva, sin prejuicios, de la HBO. Habrá quién añada cosas de Conan, de Excalibur…

No debemos olvidar que “Juego de tronos” es la adaptación a la televisión, o sea, al mejor cine del momento, del ciclo novelístico de George R.R. Martin, titulado “Canción de hielo y fuego”, publicada en España por la visionaria editorial Gigamesh y traducida al castellano por nuestra querida, reverenciada, adorada y maravillosa Cristina Macía.

Y digo que no debemos olvidarlo porque el portentoso caudal imaginativo de Martin, al que conocimos no hace mucho en una Semana Negra, da para construir, él solito, todo un universo con resonancias a Tolkien… trufado de la auténtica historia medieval inglesa propiamente dicha.

Hablando del piloto que, efectivamente, cumple todo lo que prometía (realismo descarnado, sexo, violencia, personajes al límite, engaños, traiciones, conspiraciones, cuernos, personajes al límite, alianzas, estrategias, etcétera) podemos anticipar lo que, estamos seguros, será un hito televisivo de primer orden, de primera magnitud.

Lo que va a tener que tragar...

En serio. La tele, es lo más. De lo más. Pocas películas he visto este año que estén a la altura de “Tremé”, “The Boardwalk Empire”, “Mad men” o incluso la excelente “Crematorio”, de la que he disfrutado sus primeros tres episodios como si fueran toda una revelación.

Lo dicho. Apuntad: “Juego de tronos”.

IM-PRES-CIN-DI-BLE

Jesús juguetón tronado Lens.