No hagan ruido

Vaya por delante que no han pasado años, sino siglos, desde la última vez que fui al Ruido Rosa y a otros garitos rockeros: una vez que me hice adicto al jazz, mis salidas nocturnas para escuchar música en vivo han ido por esos derroteros. Y de este tema hablo hoy en IDEAL.

Pero me da pena que eche el cierre un local como Ruido Rosa. Igual que me dio rabia que chaparan, en su momento, Multicines Centro o, más recientemente, librerías como Atlántida o Continental.

 

Es inevitable relacionar los cierres de espacios vivos y con alma de la ciudad, a los que los granadinos de a pie y los viajeros y visitantes más informados acudimos con mayor o menor asiduidad, con el imparable crecimiento de una Granada falsa y de cartón piedra diseñada para satisfacer al turismo de masas.

 

Cierra el Ruido Rosa sin que esté del todo claro el cómo ni el porqué, pero luchar contra la burocracia harta y desgasta hasta lo inconcebible. Que está claro que la ley es igual para todos, pero que ha entrado la primavera y llega la temporada alta de terrazas, cofradías y procesiones. De despedidas de soltero por doquier y de microbotellones abiertos hasta el amanecer.

Es difícil equilibrar el día a día de los granadinos, incluyendo su derecho al descanso, con el fragor de una ciudad universitaria que acoge a 60.000 estudiantes y que, a la vez, es una potencia turística que atrae a cientos de miles de visitantes. Pero hay que intentarlo. Y Granada, como buena parte de las ciudades turísticas de un mundo azotado por una interminable crisis económica, tiende a primar todo lo que beneficia al turismo, más allá de los intereses de sus vecinos de a pie.

 

El cierre de Ruido Rosa se da la mano con la presentación, hace unos meses, de la campaña Granada Ciudad del Rock. Que ya son ganas de acuñar etiquetas inexactas, reduccionistas y excluyentes, pero esa es otra historia. Las ironías y las paradojas tienen esto: se lleva a FITUR lo de la Ciudad del Rock como atractivo turístico y, unas semanas después, cierra uno de los templos del rock local.

Sé que Ciudad del Rock es más que turismo, púas y camisetas. Y es posible que se revierta, ojalá, el cierre de Ruido Rosa. Pero este episodio es un aviso para navegantes del que debemos tomar buena nota.

 

Jesús Lens