Nunca he creído en lo del Sevilla nos roba, pero sí es cierto que Sevilla nos cansa. Sevilla como concepto, claro. Nos cansa el centralismo sevillano. Nos cansa cómo, a lo largo de estos años de democracia, ha cavado una zanja que se separa y divide a Andalucía, que no es sólo una.
El gran problema del bipartito PP y Cs es que, después de tanto lustros dando la matraca con lo de ‘Sevilla nos roba’, en su primer año de gobierno ha seguido ahondando la brecha que separa a la Andalucía occidental de la oriental.
Una brecha en la que Málaga, convertida en la nueva Sevilla, tampoco deja de mirar a occidente, cada vez más alejada de Granada, Jaén y Almería. En las últimas semanas, la capital de la Costa del Sol ha acogido la ceremonia de entrega de los Goya y la fase final de la Copa del Rey de baloncesto, por ejemplo. Y ya está a punto de caramelo una nueva edición del Festival de Cine en Español, convertido en el segundo más importante de España, por detrás del de San Sebastián.
Mientras tanto, en Granada, agoniza la OCG, languidece el Centro Lorca y desaparece el festival Cines del Sur sin una explicación, sin una mala excusa, siquiera.
Por si fuera poco, la lamentable actuación de PP y Cs en asuntos como el del Parque de las Ciencias, la Escuela de Salud Pública o el cierre de colegios rurales, sigue acrecentando la desafección granadina hacia un modelo centralizado de gestión del que cada vez nos sentimos más ajenos.
Se ha liado gorda en León con la propuesta de separación de la comunidad de Castilla en que se integra. Paletos, les llaman a los instigadores de la idea. Vivimos tiempos de hartazgo de nacionalismos xenófobos y excluyentes que, sin embargo, contemplan con simpatía movimientos de reivindicación y auotoafirmación regionalista como el de Teruel existe.
El próximo 15 de marzo, tal y como nos contaba Quico Chirino, habrá una manifestación de la sociedad civil granadina contra el centralismo sevillano. Nacionalismo aparte, razones no faltan.
Jesús Lens