Tiene mandanga que lo diga el PSOE, pero razón no le falta. Hablando sobre ese Pacto por Granada que duerme el sueño de los justos en algún cajón del Ayuntamiento, fuentes socialistas señalan: “como todo lo que toca Luis Salvador, al final termina absolutamente en nada”.
Digo que tiene mandanga que sean ellos quienes denuncien esa nada final cuando, sin necesidad de esforzarme, me acuerdo de tres o cuatro promesas y/o declaraciones de intenciones que Paco Cuenca y los suyos dejaron morir de inanición por pura desidia, dejadez y abandono.
El caso es que el Pacto por Granada propuesto a instancias de Podemos-IU y suscrito por todas las fuerzas políticas locales, con la excepción de Vox, ni ha sido presentado ni tiene presupuesto, tal y como nos contaba ayer Pablo Rodríguez. (Leer AQUÍ). Y eso que incluía medidas para enfrentar la situación provocada por la Covid-19 que todos los grupos municipales, a excepción de Vox, consideraron necesarias y pertinentes en su momento.
Imagino que Luis Salvador, adalid del mantra ‘Granada es un destino seguro’, fió la recuperación de la economía a la vuelta de los estudiantes universitarios y de los turistas que invadieron la provincia en el puente del Pilar, olvidándose de los buenos propósitos firmados en julio.
El instigador de la idea, su cabeza pensante, el impulsor de una iniciativa que animaba a aparcar las diferencias ideológicas y políticas en pro de la ciudadanía fue Antonio Cambril. Por una vez pareció que el interés general iba a estar por encima de los particulares. Que nuestros munícipes iban a hacer política en vez de politiqueo. Que se iban a quitar las anteojeras y mostrar amplitud de miras. Al final, pollas, que diría un castizo.
Lo peor de todo es que estas situaciones ya no nos sorprenden. Que el gobierno municipal ni siquiera se haya dignado decir esta boca es mía sobre el particular contrasta con el carrusel de entrevistas concedidas por el alcalde a medios de comunicación nacionales estas semanas. Porque lo importante es lo que importa, ¿verdad?
Jesús Lens