Alack Sinner, Muñoz & Sampayo: un monumento al Noir

Cuando ustedes paseen por los anaqueles de la librería Picasso Cómics, entre los Blacksad de Guarnido y Canales, La araña del olvido de Bonet, La Visión de Hernández Walta y el Millenium de Belén Ortega -estos nombres no están citados al azar, ejem, ejem- se toparán con un volumen espectacular, sólido y rocoso, negro como la pez; editado por Salamandra Graphics.

Es fácil de reconocer: desde su portada se verán ustedes taladrados por la intensa mirada de un tipo cuyo rostro, pétreo y coriáceo, muestra tantas arrugas como el del actor Tommy Lee Jones. Un tipo que fuma y que lleva el nudo de la corbata, negra, un poco aflojado. De hecho, ustedes podrían pensar que se trata de uno de los protagonistas de “Reservoir Dogs”, la película de Tarantino…

Pero no. Porque un par de palabras en letras rojas no dejan lugar a la duda. Se trata de Sinner. Alack Sinner. Y las 700 páginas con la recopilación de todas sus historias es un monumento tan majestuoso que podríamos situarlo a la altura de una Catedral gótica o de un roble centenario.

¿Quién es Alack Sinner? Hablamos de uno de los personajes esenciales en la historia del cómic. Creado por dos autores argentinos, el guionista Carlos Sampayo y el dibujante José Muñoz, Sinner nació en 1975, cuando sus primeras historietas aparecieron publicadas en Italia. A España no tardó en llegar, que lo publicó Totem a partir de 1977.

A Sinner lo conocemos al principio de su carrera. Acaba de volver de la guerra de Corea y es un joven agente de policía que trabaja en las duras calles de Nueva York. Un agente con fama de recto e insobornable, por lo que no tardará en chocar… con sus propios compañeros. Aunque su comisario se muestra comprensivo con él, una conversación con el mismísimo jefe de policía de Nueva York le abrirá los ojos:

—Vivimos momentos duros. Muchas veces la ley no basta. La democracia es un gran sistema, pero a veces se mueve con lentitud, sobre todo cuando se trata de aplicar o no aplicar la ley… Así que es importante que los miembros de este cuerpo utilicen sus propios criterios… Somos un sistema dentro de otro sistema. Un poder, si me permite el término. Por esa razón no solo tenemos el derecho, sino también la obligación de conservar nuestra integridad. Es posible que usted no haya caído en eso, lo cual me hace preguntarme: ¿es usted un ingenuo un poco mongólico o un simple hijo de puta?”

A la semana siguiente, Sinner dejará la policía y abrirá su propio despacho, convertido en detective privado. Y sus choques con la policía serán constantes, de ahí en adelante.

Hubo un tiempo en que Nueva York era una ciudad dura y complicada. De hecho, durante los años 80 del pasado siglo, estaba catalogada entre las más peligrosas del mundo. De ahí el poderoso aspecto visual que presenta la ciudad en las historias de un Sinner que acabará perdiendo su licencia de detective, conducirá un taxi y, posteriormente, se convertirá en un ciudadano más de la Gran Manzana cuyo papel será… relacionarse con los demás. Vivir y nada más, como explicaba José Muñoz en una entrevista concedida a David Muñoz que apareció publicada en la revista de crítica e información de cómic “U”.

Muñoz y Sampayo conciben a Sinner, al principio, como un personaje canónico del Noir. Un trasunto de Philip Marlowe, pero en la Costa Este. Poco a poco se irán alejando del género y Alack tendrá cada vez más aristas, rostros y dobleces. Como explica José Muñoz en la entrevista referida, se trata de “un caballero que tiene alguna que otra melancolía y alguna que otra herida, diferente a la de Philippe Marlowe, diferente a la de Sam Spade, de Hammett, le dimos más carga humana, digamos, más espesor psicológico que lo de Hammett”.

Y un detalle básico, no muy habitual: Alack Sinner va envejeciendo a medida que pasan los años. A lo largo de las 700 páginas editadas por Salamandra Graphic, también le veremos cambiar físicamente. Acostumbrados a tantos personajes del cómic que siempre presentan el mismo aspecto, Alack Sinner va notando el paso del tiempo y los achaques de la edad. Así las cosas, la experiencia acumulada, además de hacerle más cínico -y sentimental- también le aumenta el número de arrugas en su ajado y baqueteado rostro.

Sus primeras historias nos muestran los códigos tradicionales del género negro. Poco a poco, Muñoz y Sampayo se van soltando, sintiéndose cada vez más libres. Su criatura sigue inmersa en el universo del Noir, aunque cambie su pequeño despacho por un taxi o, más adelante, se dedique a viajar por todos los Estados Unidos. Será testigo de las tensiones raciales que afectan a los afroamericanos y a los sudamericanos. Vivirá de cerca el conflicto de Nicaragua a través de un joven sindicalista y conocerá a una familia de exiliados españoles de Guernica radicados en Nueva York. Sinner es un habitual del Madison Square Garden y sus veladas de boxeo y en Joe’s tiene una segunda casa.

Alack Sinner es una obra total, totémica y monumental. En ella está todo. Como podemos leer en “U”, de boca de José Muñoz: “Nosotros con Alack Sinner hemos contrabandeado vida, hemos contrabandeado sentimientos, hemos contrabandeado opiniones humanas y políticas dentro del cuadro policíaco”.

¿Y saben lo mejor? Lo mejor es que José Muñoz estará en Granada Noir el último fin de semana de septiembre. Mantendrá una conversación abierta al público con José Luis Munuera, en La Madraza, el sábado 29 por la mañana, y firmará sus álbumes a los aficionados. Además, en La Cueva de 1900 y con la colaboración de Cervezas Alhambra, esperamos que participe en una idea tan loca como sugerente, de la que pronto hablaremos: “Trazos en una servilleta”. ¡Permanezcan atentos a su periódico!

Jesús Lens

El dolor de los demás y la autoficción Noir

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—¿Has leído “El dolor de los demás”? Podríamos estar ante nuestra propia “A sangre fría”…

El remitente es, por supuesto, Fernando Marías, una de las personas más atentas a todo lo que ocurre en el mundillo cultural español. Sobre todo, en lo que tiene que ver con la innovación.

Escribo sobre la marcha a Librería Picasso, preguntando si lo tienen en la tienda. Su respuesta me anima a salir a escape en su busca: “nos queda solo uno”.

Empiezo la lectura esa misma tarde. Por la noche tengo que salir. Al día siguiente, lo he terminado. Y contacto con el autor, Miguel Ángel Hernández: “¿Te vendrías a Granada Noir, el próximo octubre?”

Ha sido el libro del verano. No sé en ventas, pero sí en cuanto a reseñas críticas y a referencias en todo tipo de revistas y publicaciones, literarias y no literarias. Y no me extraña. Porque “El dolor de los demás” es uno de esos fenómenos llamados a perdurar y a trascender. A crear escuela. A abrir caminos, ampliar miras y marcar territorios.

1995. Nochebuena. Huerta murciana. Un joven mata a su hermana después de haberla violado y, acto seguido, se suicida, tirándose por un barranco cuando los vecinos, de madrugada, andaban su busca. Es el mejor amigo de Miguel Ángel Hernández y su relación era afectuosa, cálida y cercana. Dado que los hechos están meridianamente claros y el quién lo hizo no admite discusión, la investigación oficial no tarda en cerrarse. Sin embargo, una pregunta sin respuesta se quedó flotando en el aire: ¿Por qué? Nunca llegó a entenderse ni a comprenderse el porqué lo hizo… más allá de la rumorología inherente a un caso de estas circunstancias.

Veinte años después, cuando el manto del olvido parece haber sepultado aquel crimen, Miguel Ángel Hernández vuelve a sus raíces, regresa a la huerta… y comienza a preguntar. Empieza así una investigación que le llevará a reverdecer años pretéritos, dando el pistoletazo de salida de un viaje en el tiempo de consecuencias imprevisibles.

¿Existen límites que no debe traspasar un escritor? ¿Hasta dónde es moralmente lícito remover dolorosos acontecimientos del pasado? Ahí es donde chocamos con el título de un libro tan inclasificable como imprescindible: “El dolor de los demás”.

En España, efectivamente, no estamos acostumbrados a la autoficción en la que la vida del autor se convierte en el material narrativo con el que confecciona su obra. De ahí la sorpresa provocada por Miguel Ángel Hernández: en cuanto empieza a bucear en los acontecimientos que rodearon la tragedia que destrozó a la familia de su mejor amigo, su propio pasado empieza a emerger. Y resultará imposible de contener.

Cuando Miguel Ángel regresa a investigar a la huerta, en 2015, ya estamos bien entrados en los años de la crisis económica y financiera que asoló España. Él es todo un profesor de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, con amplia experiencia investigadora y docente en Estados Unidos. El contraste con la España profunda, por tanto, va a ser enorme. Ahí radica otro de los puntos fuertes del libro.

Más contrastes: la sociedad española de hoy y la de entonces. Nacido en 1977, Miguel Ángel Hernández tuvo que hacer la migración del ciudadano analógico al digital. Y entre la España rural y autárquica de los años 80 del pasado siglo y la España comunitaria de hoy en día también hay un buen trecho. ¿O no tanto? En esencia, quiero decir…

¿Cómo cae la vuelta del profesor universitario a la huerta? Un profesor que, además, ya es escritor. Aunque sus libros están relacionados con la materia docente e investigadora en que se ha especializado: el arte y la estética. Y, más importante aún: ¿cómo se recibe entre los paisanos su intención de escribir sobre un tema tan escabroso? Item más: ¿cómo le acogen, más allá de su labor investigadora?

Y el otro tema esencial de “El dolor de los demás”: el punto de vista adoptado a la hora de interpretar los acontecimientos. Un punto de vista que está íntimamente relacionado con los afectos. Hasta ahora hemos hablado de Miguel Ángel Hernández y de la investigación emprendida para esclarecer los hechos que asolaron a la familia de su amigo. Una investigación que servirá, también, para sacar a flote recuerdos del pasado del propio autor, lo que nos permitirá conocerle y descubrirle. Sin embargo, ¿no echan de menos a otra persona en esta relación de hechos? ¿No falta un factor esencial en la ecuación?

A través de viejos programas de televisión y de fotos olvidadas, de las hemerotecas, las conversaciones y las entrevistas, Miguel Ángel Hernández teje un tupido mosaico en el que todos nos podemos encontrar reflejados. Es la clave de la buena autoficción: hablando de sí mismo y de sus circunstancias, el autor debe involucrar al lector, hacerle recordar cosas de su propia vida, invitarle a que se plantee preguntas, a que reflexione sobre el cuándo, el cómo y el porqué de determinados episodios… y sobre su trascendencia vital.

Y, por si se lo estaban preguntando: ¡SÍ! Miguel Ángel Hernández nos acompañará en la cuarta edición de Granada Noir y, con la colaboración de Cervezas Alhambra, mantendrá una conversación abierta al público con nuestro querido Fernando Marías, el martes 2 de octubre, en el Teatro CajaGranada. Una de esas citas obligatorias e imperdibles.

Jesús Lens

Las Noticias Falsas en el corazón del Noir

Lo mejor que tienen algunas series de televisión es que sus responsables son capaces de trazar tramas, personajes y argumentos tan pegados a la realidad que parecen rodadas en vivo y en directo. Tomemos como ejemplo a “The Good Fight” y “Homeland”, cuyas nuevas temporadas están ahora mismo en emisión.

En ambas series, las noticias falsas están en el centro de unos argumentos que, por momentos, parecen haber sido escritos por guionistas infiltrados en la NSA, en FBI o en la mismísima CIA. Y hoy, Día Internacional de la Libertad de Prensa, es perfecto para hablar de todo ello, como señalo en esta columna de IDEAL.

“The Good Fight”, por ejemplo, ha hecho bandera de su oposición a Trump. Tanto que el episodio 9 de la segunda temporada está basado en el famosísimo vídeo de la lluvia dorada moscovita con el que, se rumorea, los rusos están haciendo chantaje al presidente estadounidense. Pero el capítulo más interesante es el 8, en el que una empresa cibernética consigue fabricar noticias falsas sobre un acusado que terminan llegando a los muros de Facebook de los jurados, gracias a la manipulación del algoritmo de la criatura de Zuckerberg.

El procedimiento es tan sencillo en el diseño como complejo en su ejecución… y efectivo en sus resultados: se analiza el perfil de cada jurado, se detecta qué temas le resultan especialmente sensibles y se genera una noticia falsa en torno a ellos, contraria al acusado, que el algoritmo colocará en el muro de Facebook del jurado, gracias a los buscadores de internet. Por ejemplo, si es amante de los animales, el jurado accederá a una noticia -falsa- sobre organización de peleas ilegales de perros promovidas por el acusado. Que todo es mentira. Pero que él, el jurado, no lo sabe, creyendo a pies juntillas lo que le dice internet.

En el mismo sentido avanza la temporada más reciente de “Homeland”, una serie que estuvo a punto de ser devorada por sus propios fantasmas, pero que supo reinventarse a tiempo para convertirse en una imprescindible actualización de la mítica “24”, con menos adrenalina, más actualidad y más sufrimiento por parte de su protagonista.

Hace dos temporadas, “Homeland” ponía los pelos de punta al tratar en la ficción la preparación y ejecución de un atentado terrorista idéntico al que conmocionó París, con la particularidad de que la serie estaba en emisión mientras los telediarios contaban lo que ocurría en la realidad. Eran tantas las similitudes que, durante unas semanas, los capítulos de la serie abrían con una advertencia: “El episodio de hoy de “Homeland” contiene imágenes que pueden herir la sensibilidad del espectador, especialmente después de los recientes ataques terroristas”.

En la temporada más reciente, la trama comienza con un exaltado comunicador de extrema derecha que espolea a sus fieles, llamándoles a luchar contra el gobierno, al que acusa de todos los males posibles y algunos, hasta imposibles; y que termina provocando un enfrentamiento armado entre el FBI y unas milicias atrincheradas en una comunidad rural.

El detonante del enfrentamiento será la emisión de una noticia falsa provocada por una imagen torticeramente manipulada: un chaval herido al que atienden en un hospital aparecerá en internet sin gente a su alrededor, tendido en la camilla, aparentemente muerto. Y, una vez lanzado el bulo, nada ni nadie podrá detener la precipitación de los acontecimientos.

¿Quién es el responsable de la manipulación de la imagen y qué objetivo persigue con su difusión, más allá de sembrar el caos y la discordia? Sin entrar en muchos más detalles, lo resumiré en dos palabras, “trama rusa”.

Si siguen ustedes la actualidad internacional sabrán que el concepto “trama rusa” persigue a Trump desde la campaña electoral, con un ejército organizado de chatbots fabricando noticias falsas a la medida de los usuarios de internet que podían decidir el resultado de las elecciones norteamericanas. Lo mismo que ocurrió con el Brexit, en Inglaterra.

Este tema fue tratado en la última temporada de “House of Cards”, una serie cuyo futuro está en el aire por las denuncias por abusos sexuales a su protagonista masculino, Kevin Spacey, y en la que el presidente ruso de ficción es clavado al mismísimo Putin.

Porque los verdaderos artistas de las noticias falsas serían los rusos, nuevamente convertidos en los grandes archienemigos del mundo libre, con una inveterada tendencia a tratar de influir en los procesos democráticos occidentales, fomentando el acceso al poder de partidos de corte populista y nacionalista.

Pocos temas de mayor actualidad, en el Noir, que las noticias falsas y sus riesgos para nuestra democracia. De ahí el papel esencial del buen periodismo, del periodismo de investigación realizado por esos profesionales que tantas veces se juegan el cuello, real y metafóricamente, en el responsable ejercicio de su trabajo. Un tema al que, en la cuarta edición de Granada Noir, vamos a dedicar mucho tiempo, espacio y visibilidad.

Jesús Lens

En directo, con Quico Chirino

Se me va a hacer extraño entrevistar esta tarde a Quico Chirino, periodista y escritor muy acostumbrado a ser él quien hace las preguntas. Será en directo, a través de la página de Facebook de Granada Noir.

Me intento tranquilizar diciéndome a mí mismo que estos Encuentros Especiales Cervezas Alhambra no son tanto entrevistas como conversaciones pausadas con escritores a los que admiro y por los que siento un enorme respeto, pero la verdad es que estoy acojonado.

¿Tendré tino y buen juicio haciendo preguntas o le parecerán una banalidad a un experto interrogador? ¿Sabré llevar la conversación por los cauces más adecuados para que Quico se muestre locuaz y que la charla sea interesante para los internautas?  (En el Canal de YouTube de Granada Noir tenéis otras de estas conversaciones. ¡Y os podéis suscribir! Es gratis 😉 )

La respuesta, desde las siete de la tarde. Pero no me resisto a adelantarles algunas de las cuestiones que plantearé a uno de los mejores y más incisivos periodistas de nuestra tierra. Sobre todo, porque tengo muchas ganas de hablar de periodismo, uno de los grandes protagonistas de “A la izquierda del padre”, el excelente debut literario de Quico, justa y merecidamente seleccionada entre las novelas finalistas de los Premios de la Crítica de Andalucía y de la que ya hablé en esta otra columna de IDEAL. Y que podemos encuadrar en el llamado Quinqui Noir, como escribimos en esta entrega de El Rincón Oscuro.

¿Hacia dónde camina el periodismo? ¿Convivirá la prensa escrita con la digital? ¿Seremos capaces de pagar alguna vez, los españoles, por el acceso a contenidos de calidad? ¿Seguirá creciendo el formato audiovisual hasta el punto de acabar con la palabra impresa? Y, por provocar un poco: ¿son las fake news un invento de la prensa seria para revitalizar el sector, igual que Trump es un invento de Twitter para dar alas a la empresa el pajarito en la Bolsa?

¿Cómo es posible que, cuántas más fuentes de información existen y más canales de acceso a la información tenemos a nuestra disposición, más bulos corren por la Red? ¿Cuál es el extraño poder de sugestión de la mentira, cuya capacidad para hacerse viral es mucho mayor que la de las noticias reales, ciertas y contrastadas? ¡Hasta un 70% más de probabilidades, según un estudio del MIT recién publicado en la revista Science!

Releo lo que llevo escrito… y me tranquilizo. Solo con estas cuestiones ya tenemos contenido para una hora de conversación. Y más. No obstante y si se les ocurre alguna pregunta para Quico, la esperamos a través de Granada Noir. ¡Nos vemos a las siete!

Jesús Lens

Lorenzo Silva: adiós a Twitter

Las últimas veces que he contactado con Lorenzo Silva ha sido a través de mensajes directos de Twitter. Ya no podré volver a hacerlo. Porque Lorenzo se larga de la red social del pajarito, igual que lo hizo de Facebook, tiempo atrás.

Ahora mismo no sé si decir que me apena o, sinceramente, que me da alegría, vistos lo agrios comentarios -por decirlo suavemente- que Lorenzo tenía que aguantar de decenas de internautas, cada vez que escribía sobre asuntos como la piratería o el conflicto de Catalunya.

 

Siempre correcto y siempre cabal, Lorenzo es, era, un modelo a seguir en la gestión de las redes sociales, pero imagino que se habrá hartado de dedicar tiempo, esfuerzo y recursos a tratar de argumentar con personas carentes de intención o voluntad de responder a ese mismo ejercicio.

Pocas cosas hay más estériles en esta vida que una polémica a través de las redes sociales. O conoces bien a la persona con la que debates -jamás pierdan el tiempo con un avatar, un dibujo animado o la foto viejuna de un pasado pretérito- o las probabilidades de terminar entre cabreado y desesperado se acercan mucho al 100%.

 

Sinceramente, creo que debemos estar contentos por la marcha de Lorenzo Silva de Twitter. De esa manera tendrá más tiempo, calma y sosiego para escribir las columnas, artículos y reportajes con los que nos deleita periódicamente desde las páginas de opinión de IDEAL. Además, seguiremos leyéndole en sus labores como cartero del XL Semanal.

 

Y están sus novelas. Y sus libros de historia. Y de historias. Sus narraciones de viajes, sus cuentos y relatos. Que Lorenzo es un escritor prolífico que, con su abandono de las redes sociales, estoy seguro que producirá más. O, al menos, que lo hará de forma más relajada y tranquila.

La última vez que vi a Lorenzo, en los Premios Literarios Jaén (recuerden esta columna sobre El regalo de leer), no tuve ocasión de proponerle que se venga a la cuarta edición de Granada Noir, en cuyo programa ya estamos trabajando Gustavo Gómez y yo. Espero que lea estas líneas y se anime a volver a nuestra tierra, que queremos escucharle hablar de “Tantos lobos”, recién publicado en Destino. Cuatro cuentos protagonizados por sus guardias civiles de cabecera, Bevilacqua y Chamorro, con la violencia contra las mujeres como eje central de las narraciones. ¡Te esperamos, querido Lorenzo!

 

Jesús Lens