Lo de Cuenca de ayer, en el Sánchez Pizjuán, fue de traca. Dos goles, una asistencia, victoria 1-4 y la permanencia en Primera División certificada.
Cuenca. Isaac Cuenca. Lo siento. No puedo resistirme a ironizar sobre la enorme casualidad de lo vivido esta semana en Granada. Un Cuenca ocupa la alcaldía el jueves y otro Cuenca da una inmensa alegría a la parroquia rojiblanca el domingo, protagonizando la gran victoria de la temporada.
No hay community manager ni estratega en marketing o comunicación que lo hubiera podido hacer mejor. Porque ayer, apellidarse Cuenca en Granada, era sinónimo de éxito, triunfo, felicidad, satisfacción, orgullo y placer.
Ayer, hasta los peperos más acérrimos se vieron gritando cosas como ¡Olé ese Cuenca! ¡Qué huevos tienes, Cuenca! o ¡Métela, Cuenca, mételaaaaaaaaa! Alguno habrá tratado de cambiar el Cuenca por Isaac, pero no es lo mismo.
Más allá de la broma y la anécdota conquenses, tenemos que estar contentos y dichosos con la victoria del Granada Club de Fútbol y con el hecho de que, el año que viene, vaya a seguir en Primera. Ustedes saben que yo no soy muy futbolero. De hecho, no soy futbolero en absoluto. Pero además de alegrarme por Javier Rufete y por mis amigos granadinistas, creo que estar en la división de honor del fútbol español repercute muy positivamente en la ciudad, más allá de la caja que hacen los bares aledaños a Los Cármenes los días de partido.
Tener un equipo en Primera es bueno para la hostelería, por supuesto, pero también lo es para los patrocinadores. Y para las múltiples empresas relacionadas con el club. O, por ejemplo, para los compañeros de la prensa, cuyas crónicas, fotos, narraciones y resúmenes se leen, se escuchan y se ven en toda España. Y en parte del extranjero. ¡Otro año más, chavales! Enhorabuena.
Pero, sobre todo, es bueno para la imagen de la ciudad. Que, con un Granada de Primera, vende más. Y se vende mejor. Y, por supuesto, victorias como la de ayer son buenas para el estado de ánimo de una ciudadanía que, en los últimos años, ha encontrado en el fútbol de élite un aliado que ayuda a sobrellevar los sinsabores del día a día.
Ignoro si Pina y Cordero lo han hecho mejor o peor. Solo sé que yo, me alegro por la permanencia. ¡Enhorabuena!
Jesús Lens