Del adversario creativo

Hoy publicamos un artículo en IDEAL de carácter enemistoso…

Hace unos meses mantuve un intercambio de opiniones discordantes con Gregorio Morales, compañero de columna en IDEAL, a través de estas páginas. El pasado viernes coincidimos en persona y tuvimos ocasión de charlar un rato. Seguíamos sin estar de acuerdo, claro, pero siempre da gusto encontrar a una persona dispuesta a sostener una encendida polémica, utilizando para ello la lógica de los argumentos y las razones.

Una buena discusión permite confrontar ideas y nos obliga a replantearnos todo lo que pensamos. Después, podremos seguir manteniéndonos en nuestras posiciones, con nuestra opinión intacta, pero el ejercicio crítico habrá sido positivo, creativo y enriquecedor.

La auténtica medida del protagonista de una película o una novela viene dada por la talla del enemigo al que tiene que enfrentarse y, así, todo superhéroe necesita de un archienemigo que le lleve hasta el límite, conduciéndole lo más lejos posible. Las sagas de Batman, 007 o Indiana Jones; la estirpe de Odiseo y el Quijote han alcanzado sus más altas cimas cuando se las han tenido que ver con adversarios auténticamente duros, del Joker, el Doctor No y los nazis al cíclope o los temibles molinos de viento.

Pero la enemistad también sirve para conseguir réditos económicos y empresariales. Coca Cola, Apple y McDonalds no serían lo que son si, cada mañana, sus directivos y trabajadores no sintieran el aliento de Pepsi, Microsoft y Burger King en el cogote. La rivalidad con sus más encarnizados adversarios hace que las grandes empresas tengan que innovar y mejorar, manteniendo continuamente la tensión necesaria que les permite seguir creciendo.

¿En qué medida no ha contribuido Mourinho, con ese carácter malhumorado y hostil, a agrandar la figura de un Pep Guardiola cuyos saber hacer y saber estar se han visto amplificados y magnificados hasta el infinito por mor de los mohines, los enfurruñamientos y los desprecios del entrenador luso? De hecho, con aquel dedazo en el ojo, Mou presentó en sociedad al desconocido Tito Vilanova y empezó a darle el crédito que ha terminado por sentarle en el banquillo blaugrana.

De todo esto me acordaba, de las rivalidades creativas, de las enemistades constructivas y de las peleas enriquecedoras; cuando leía acerca de una de las polémicas recurrentes de esta Granada nuestra. Ya no me acuerdo si era la del AVE, la de la autovía, la del metro o la del concejal de la cosa. ¡Qué tristeza provocan las polémicas de nuestra tierra! ¡Qué hastío, qué abulia, qué pereza! ¡Qué frustración!

Llevamos años y años escuchando a los mismos protagonistas acusarse mutuamente de las mismas carencias y de las mismas miserias, una legislatura tras otra. Y aún tienen el valor de seguir tirándose los trastos a cabeza en público, los unos a los otros. Con héroes como éstos, ¿quién necesita archienemigos?

Jesús Lens

DISCUTIR

El sábado, con cuentagotas, me llegaron algunos mensajes al móvil. Y al correo electrónico. Y al Facebook: Fernando de Villena, compañero de tertulia y amigo de Gregorio Morales, escribía en IDEAL un artículo sobre “La cultura en Granada” en que, partiendo de mi columna de hace dos viernes en el mismo periódico, daba su versión de lo que deberían hacer las instituciones del ramo.

Mis amigos se metían conmigo, cariñosamente, llamándome polemista y busca bocas.

Y tienen razón, claro.

¿Para qué, si no, va a escribir uno? ¿Para estar de acuerdo con todo el mundo? Dicha pretensión, además de insensata, es absurda. Además de que… ¡me encanta discutir! Claro que sí. Y me gusta que los artículos que uno escribe, sin caer en el insulto o la descalificación, susciten reacciones, opiniones y comentarios.

Discutir debería ser considerada una de las Bellas Artes. Una buena discusión (o debate, por llamarlo de otra forma más pacífica) no tiene precio. Y no se trata de intentar convencer al otro, sí o también. No se trata de imponer a nadie tu verdad. Se trata de opinar, de aportar argumentos, de pensar y hacer pensar a los demás.

No sé si entre la columna de Morales, la mía y la de Fernando de Villena os ha dado ocasión de reflexionar sobre la cultura en Granada y el papel que deben jugar la instituciones, pero pienso que ha sido un debate, una discusión interesantes que a todos nos debe haber venido muy bien para replantearnos algunas certezas, repensarlas y, después, sacar conclusiones.

Cuando discutimos acerca de algún tema es porque éste nos interesa y no nos deja indiferente. Sólo por eso, ya merece la pena. Si, además, nos permite ver una cuestión desde un punto de vista diferente al habitual, mejor que mejor.

Y la vida continúa.

Por ejemplo, en el mes de febrero y dentro del Festival de Cine Retroback, entre las actividades paralelas de que podremos disfrutar, está la representación en el Teatro CajaGRANADA de una obra de teatro de Gregorio Morales sobre Marilyn. Una obra de teatro adscrita a la estética cuántica. Tengo mucha curiosidad por verla. Ya hablaremos más en concreto, cuando se acerque la fecha.

A Gregorio no le gustan según qué cosas de la Obra Social CajaGRANADA. Perfecto. Da su opinión, otros damos la nuestra, como empleados de la Caja, por supuesto, pero también como ciudadanos, lectores y espectadores de a pie. Y, después, paz, gloria… y Marilyn. En su dimensión cuántica. En el Teatro CajaGRANADA.

¡Allá lo vemos! ¡Allá nos vemos!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PD.- ¿Son Muñoz Molina, Juanjo Guarnido o García Montero fuegos de artificio? 😉

MEDIOCRIDAD

El martes, en este mismo espacio, Gregorio Morales criticaba la Obra Social de CajaGRANADA. No es la primera vez que lo hacía. Ni la segunda. Ni la tercera. Al no compartir sus argumentos y con todo respeto, hoy, en la columna de IDEAL, hablamos de ello…

Me ha gustado mucho el comentario del presidente de los empresarios granadinos, diciendo que mucho se teme que el debate sobre la estación del AVE sea político y no técnico. ¡Faltaría más! La gran tragedia de Granada es que todos los debates, de haberlos, siempre se plantean desde posiciones partidistas apriorísticas. Y así nos va. Porque en ese tipo de debates, de lo que se trata, es de desacreditar al contrario. De empequeñecer. De destruir.

¡Pecado mortal, carallo!

Lo que me recuerda al célebre proverbio chino, tan cargado de mala follá que podría haber sido discurrido en la mismísima Puerta Real: “El clavo que sobresale siempre recibe un martillazo”. ¿Será por eso que Granada es pródiga en fuga de talentos, cerebros y artistas?

Leía el martes la columna de Gregorio Morales en la que criticaba la propuesta de Jara de que la Obra Social de CajaGRANADA ofrezca eventos culturales significativos y que llamen la atención, denunciando que este tipo de cultura es más espectáculo que otra cosa. Para Morales, la Obra Social debería potenciar la base, la cantera, subvencionando revistas y libros.

Por supuesto, la Obra Social debe colaborar a desarrollar un tejido cultural de base. ¡Exactamente como lo viene haciendo en sus más de cien años de historia! Pensemos qué sería de la cultura de Granada, de la cultura de barrio y andar por casa, si no existiera la Caja. Y de la cultura en los pueblos, también. Y del deporte. Y de la ecología. Y del patrimonio histórico-artístico. Que no sólo de letras vive el hombre.

Obra Social, construyendo desde la base

Pero renunciar al espectáculo, renunciar a los grandes nombres y a los grandes eventos, no sólo es defender la mediocridad y la cortedad de miras sino que es echar cemento en los pies de esos jóvenes que empiezan a sentirse interesados por el arte, sepultando sus anhelos, esperanzas e ilusiones. ¿Os acordáis de Indurain, galopando sobre su bici, por los Alpes y los Pirineos? Al rebufo del Tour televisado, en cuanto Miguelón se enfundaba el maillot amarillo, miles de aficionados nos echábamos a la carretera, a emular sus hazañas. Y Joakim Noah juega con los Bulls de Chicago porque, siendo niño, su padre le llevó a ver un partido de Michael Jordan, como ya contamos AQUÍ.

Más ejemplos: Paz es músico porque, de niña, fue con su colegio a Madrid, a ver “Los miserables”, y quedó alucinada con dicho musical. Y, por mi parte, fue escuchando a los maestros Miles Davis y Oscar Peterson que descubrí el jazz y, desde entonces, me gasto mis buenos cuartos en discos, conciertos y garitos en que suena swing, be-bop y free jazz.

Ser conformistas, es lo que tiene

Para fomentar la base, es esencial que haya espejos en los que los jóvenes puedan mirarse y los mejores espejos granadinos, por desgracia, lucen en París, Nueva York, Madrid… De haberse quedado aquí, seguramente estarían hechos añicos, apedreados.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.