Ayer jueves, 16 de junio, Villa Diodati abrió sus puertas en el centro de Madrid, en el Espacio Fundación Telefónica, para acoger la que pudo ser la última reunión de los Hijos de Mary Shelley, convocados por el escritor Fernando Marías para conmemorar y celebrar los doscientos años del nacimiento de una criatura inmortal: Frankenstein. Y a ello dedico mi columna de IDEAL, además de dejarte señalada esta entrada de El Rincón Oscuro, mi sección Noir de IDEAL, en la que hablo más en extenso de esta noche mágica y de su significado. Y no olvides este repaso al imaginario cinematográfico nacido a partir de aquella noche, que lo repasamos en Moon Magazine.
16 de junio de 1816. Un grupo de románticos ingleses se encierran en Villa Diodati, a orillas del lago Leman suizo. Cae la noche. Y deciden inventar historias de terror. Y allí nació el vampiro. Y la criatura inerte, fabricada de retales de muertos, a los que el científico da vida.
16 de junio de 2016. Un grupo de escritores, músicos, dibujantes, actores y narradores, tratamos de revivir aquella velada, reunidos en torno a la presentación de uno de esos libros que ya son codiciada pieza de coleccionista: «Las noches de Clairmont», la última recopilación de relatos de los Hijos de Mary Shelley.
Una cita que trasciende lo literario y lo artístico para entrar en lo paranormal, al haberse convocado a espectros y espíritus, al alma de personas que no está claro que existieran. Aunque tampoco consta que no existieran. Como ese músico que compuso una nana maldita que condujo a la destrucción al mismísimo doctor Polidori, creador del primer vampiro de la historia de la literatura.
Y estuvieron Lord Byron, Percy B. Shelley, su esposa Mary y Claire, su hermana. Estuvieron representadas y dibujadas, convertidas en los fascinantes personajes de la portada del libro «Las noches de Clairmont», realizada por Javier Olivares, Premio Nacional de Cómic por su álbum sobre Las Meninas. Y también hicieron una enigmática aparición a través de dobles y fantasmas, adoptando su propia forma y personalidad.
Porque esta reunión de Hijos de Mary Shelley coincidió con la inauguración de una exposición sobre monstruos, dobles y autómatas. Porque el terror adopta muchas formas. Pero, siempre, lo más terrorífico anida dentro de cada uno de nosotros. Lo más habitual es mantenerlo encerrado y a buen recaudo. Sin embargo, a veces, alguna gente deja salir a su Mr. Hyde particular. Y pasa lo que pasa.
Otros, por fortuna, transformamos en arte y creatividad esa dimensión salvaje y monstruosa de nuestro ser. Y es así como, poco a poco, nos convertimos en esos inquietantes y terroríficos Hijos de Mary Shelley.
Jesús Lens