Las Noticias Falsas en el corazón del Noir

Lo mejor que tienen algunas series de televisión es que sus responsables son capaces de trazar tramas, personajes y argumentos tan pegados a la realidad que parecen rodadas en vivo y en directo. Tomemos como ejemplo a “The Good Fight” y “Homeland”, cuyas nuevas temporadas están ahora mismo en emisión.

En ambas series, las noticias falsas están en el centro de unos argumentos que, por momentos, parecen haber sido escritos por guionistas infiltrados en la NSA, en FBI o en la mismísima CIA. Y hoy, Día Internacional de la Libertad de Prensa, es perfecto para hablar de todo ello, como señalo en esta columna de IDEAL.

“The Good Fight”, por ejemplo, ha hecho bandera de su oposición a Trump. Tanto que el episodio 9 de la segunda temporada está basado en el famosísimo vídeo de la lluvia dorada moscovita con el que, se rumorea, los rusos están haciendo chantaje al presidente estadounidense. Pero el capítulo más interesante es el 8, en el que una empresa cibernética consigue fabricar noticias falsas sobre un acusado que terminan llegando a los muros de Facebook de los jurados, gracias a la manipulación del algoritmo de la criatura de Zuckerberg.

El procedimiento es tan sencillo en el diseño como complejo en su ejecución… y efectivo en sus resultados: se analiza el perfil de cada jurado, se detecta qué temas le resultan especialmente sensibles y se genera una noticia falsa en torno a ellos, contraria al acusado, que el algoritmo colocará en el muro de Facebook del jurado, gracias a los buscadores de internet. Por ejemplo, si es amante de los animales, el jurado accederá a una noticia -falsa- sobre organización de peleas ilegales de perros promovidas por el acusado. Que todo es mentira. Pero que él, el jurado, no lo sabe, creyendo a pies juntillas lo que le dice internet.

En el mismo sentido avanza la temporada más reciente de “Homeland”, una serie que estuvo a punto de ser devorada por sus propios fantasmas, pero que supo reinventarse a tiempo para convertirse en una imprescindible actualización de la mítica “24”, con menos adrenalina, más actualidad y más sufrimiento por parte de su protagonista.

Hace dos temporadas, “Homeland” ponía los pelos de punta al tratar en la ficción la preparación y ejecución de un atentado terrorista idéntico al que conmocionó París, con la particularidad de que la serie estaba en emisión mientras los telediarios contaban lo que ocurría en la realidad. Eran tantas las similitudes que, durante unas semanas, los capítulos de la serie abrían con una advertencia: “El episodio de hoy de “Homeland” contiene imágenes que pueden herir la sensibilidad del espectador, especialmente después de los recientes ataques terroristas”.

En la temporada más reciente, la trama comienza con un exaltado comunicador de extrema derecha que espolea a sus fieles, llamándoles a luchar contra el gobierno, al que acusa de todos los males posibles y algunos, hasta imposibles; y que termina provocando un enfrentamiento armado entre el FBI y unas milicias atrincheradas en una comunidad rural.

El detonante del enfrentamiento será la emisión de una noticia falsa provocada por una imagen torticeramente manipulada: un chaval herido al que atienden en un hospital aparecerá en internet sin gente a su alrededor, tendido en la camilla, aparentemente muerto. Y, una vez lanzado el bulo, nada ni nadie podrá detener la precipitación de los acontecimientos.

¿Quién es el responsable de la manipulación de la imagen y qué objetivo persigue con su difusión, más allá de sembrar el caos y la discordia? Sin entrar en muchos más detalles, lo resumiré en dos palabras, “trama rusa”.

Si siguen ustedes la actualidad internacional sabrán que el concepto “trama rusa” persigue a Trump desde la campaña electoral, con un ejército organizado de chatbots fabricando noticias falsas a la medida de los usuarios de internet que podían decidir el resultado de las elecciones norteamericanas. Lo mismo que ocurrió con el Brexit, en Inglaterra.

Este tema fue tratado en la última temporada de “House of Cards”, una serie cuyo futuro está en el aire por las denuncias por abusos sexuales a su protagonista masculino, Kevin Spacey, y en la que el presidente ruso de ficción es clavado al mismísimo Putin.

Porque los verdaderos artistas de las noticias falsas serían los rusos, nuevamente convertidos en los grandes archienemigos del mundo libre, con una inveterada tendencia a tratar de influir en los procesos democráticos occidentales, fomentando el acceso al poder de partidos de corte populista y nacionalista.

Pocos temas de mayor actualidad, en el Noir, que las noticias falsas y sus riesgos para nuestra democracia. De ahí el papel esencial del buen periodismo, del periodismo de investigación realizado por esos profesionales que tantas veces se juegan el cuello, real y metafóricamente, en el responsable ejercicio de su trabajo. Un tema al que, en la cuarta edición de Granada Noir, vamos a dedicar mucho tiempo, espacio y visibilidad.

Jesús Lens

Terrorismo: ficción y realidad retroalimentadas

Hay una secuencia en la pésima nueva entrega de la mítica serie “24” en la que un coche cargado de bombas explota en mitad de un puente atestado de tráfico. Ocurría al final de un episodio y la cámara se alejaba en una toma aérea, mostrando la dimensión más colosal del asunto: el puente partido en dos, el humo, el caos…

Me pareció una secuencia respetuosa con el espectador, al no centrarse en los efectos más brutales, cercanos y perceptibles del atentado: personas heridas y ensangrentadas, gritos, fuego, metal retorcido, cadáveres quemados tendidos sobre el asfalto, cuerpos desmembrados… No es que esperara que una serie de estas características fuera a mostrar escenas gore, pero me resultó llamativo que, al comenzar el siguiente episodio, nos enteráramos del número de muertos y heridos por las desapasionadas informaciones que desgranaba un noticiero de televisión, sin que en ningún momento se vieran en pantalla los resultados del atentado.

Y entonces me acordé de un magistral artículo de Jesús Ferrero titulado “Terror, relato y espectáculo” en el que, partiendo del filósofo Peter Sloterdijk, se vincula el terrorismo con la cultura del entretenimiento.

 

Hablando de los atentados reales que, por desgracia, están sacudiendo Europa de forma recurrente en los últimos años, señala Ferrero que el espectáculo que ofrecen las imágenes de televisión es muy pobre, visualmente hablando. Son secuencias deslavazadas, mal enfocadas, confusas y, por lo general, apenas muestran nada. Sin embargo, no dejamos de mirarlas, hipnotizados. Sobre todo, las imágenes de las personas heridas, de los cuerpos tendidos, de los efectos más perceptibles de los atentados.

¿Qué tienen esas imágenes para mantenernos fijos frente a una pantalla, viéndolas en bucle, una y otra vez? Para Ferrero, el secreto está en la narración que, de las mismas, se va construyendo a través de la información que recibimos. La clave está en el relato que se va elaborando.

 

Un relato -y esto ya es una opinión personal mía- que también construimos gracias al creciente número de series y películas que hemos visto sobre terrorismo islamista y en las que sí aparece ese espectáculo del que adolece la realidad. Si hemos visto “24”, por seguir con el mismo ejemplo, y contemplamos en un telediario o en la web de un periódico un puñado de imágenes de un atentado capturadas con un teléfono móvil, el relato de lo que nos cuentan las noticias lo completamos, visualmente, con las vívidas imágenes que el cine y la televisión nos han mostrado mil y una veces.

Realidad y ficción, ficción y realidad se retroalimentan de tal manera que, durante la emisión de la quinta temporada de “Homeland”, algunos episodios comenzaban con la advertencia de que las imágenes podrían herir la sensibilidad del espectador. Y no por su crudeza, sino porque la historia que contaba -la preparación de un atentado islamista en Berlín- coincidió con los atentados de París. Y la similitud de ambas tramas, la real y la de ficción, resultaba ser extraordinaria. Lo que, por supuesto, era aterrador.

En Hollywood, el Estado Islámico y Daesh son el nuevo gran enemigo, protagonizando algunas de las series de más rabiosa actualidad y que más seguimiento tienen. Además de las mencionadas “24” y “Homeland”, están el meollo argumental de “House of cards”. Y, en todas ellas, el personaje del presidente de los Estados Unidos tiene una enorme importancia. Lo que, teniendo en cuenta quién es el nuevo inquilino de la Casa Blanca, no deja de ser sintomático.

El caso es que, hoy, el enemigo público número 1 es el terrorista islamista radical. Y una oportunidad como ésa, la Meca del Cine no la va a dejar pasar. Lo señala Ted Johnson, redactor Jefe de la revista Variety: “El Daesh y el miedo venden. Y eso Hollywood lo sabe muy bien. Es mucho más difícil vender las películas que dan una visión un poco más matizada. El criterio número uno es: ¿se puede ganar dinero con ella? Y esa es la pregunta más habitual de Hollywood”.

Y ahí es donde podemos empezar a tener problemas, como bien señala Asiem El Difraoui, historiador de la propaganda yihadista: “El problema no es que Hollywood se apropie del Daesh. El problema va a ser cómo Hollywood se apropia del Daesh. Si la gente es capaz de verlo de una manera en que no se estigmatice a los musulmanes, sino que se consiga explicar lo que alimenta al Daesh; puede ser beneficioso. Pero me temo que no va a ser el caso y que este tipo de películas va a contribuir a dividir más a nuestro mundo”.

 

Así, no es de extrañar que el profesor y ensayista Jack G. Shaheen diga, literalmente y hablando de “Homeland”, que no la puede ver. “Es como la serie “24” con adultos educados. Se han vuelto tan sofisticados… han disimulado el estereotipo mejor que nadie. Básicamente dicen: no son del todo malos, pero siguen siendo malos”. Habla, por supuesto, de los personajes musulmanes, dibujados con trazo grueso en cada vez más películas, series y novelas, lo que contribuye enormemente a una islamofobia cada vez más global, cada vez menos sofisticada.

El gran problema es que los esquemas de Hollywood, sus producciones, su forma de narrar; están siendo perfectamente replicados por el enemigo. Por el Estado Islámico, tal y como nos cuenta un documental esencial, “Terror Studios”, del que he extraído los entrecomillados anteriores. Un documental estremecedor que el lector debe ver a la mayor brevedad.

Se lo aconsejo vivamente. No solo porque volveremos muy pronto sobre él, sino también porque es uno de los ejemplos más claros de que el cine y la televisión son poderosas herramientas transformadoras de la realidad, yendo mucho más allá del puro y simple divertimento.

 

Jesús Lens

Homeland en El Rincón Oscuro

En nuestro Rincón Oscuro de los miércoles, en IDEAL, hablamos de una serie que ha vuelto a volar alto.

El día de su estreno, uno de los episodios de la quinta temporada de la serie “Homeland” incluía un mensaje en que se advertía a los espectadores de que determinadas imágenes podían herir su sensibilidad, tras los atentados de París.

Homeland 5

Y es que, efectivamente, el personaje de un radical islamista animaba a sus compañeros de célula a llevar la yihad, la muerte, el dolor, el caos y la destrucción al corazón de las capitales europeas, en vez de irse a luchar a Siria.

Esta quinta temporada de “Homeland” está tan sorprendentemente apegada a la realidad que, por momentos, da miedo. Por ejemplo, el análisis que Quinn, uno de los agentes de la CIA que ha pasado dos años en Siria, hace sobre el avispero en que se ha convertido la región.

Homeland quinn

Cuando uno de sus superiores le pregunta si la estrategia que está siguiendo el gobierno de los Estados Unidos es adecuada, él pregunta: “¿Qué estrategia? Dígame la estrategia y yo le diré si está funcionando”. Se hace un ominoso silencio en sala y Quinn continúa: “Verán, ese es el problema. Porque ellos sí tienen una estrategia. Se están agrupando en Raqqa por millares, camuflados entre la población civil y están afilando sus armas. ¿Y saben para qué? Lo llaman El Final de los Tiempos…  Están allí por una sola razón: morir por el Califato y conseguir un mundo sin infieles. Esa es su estrategia y la ha sido desde el siglo XVII”.

Análisis semejantes al de Quinn los hemos podido leer en la prensa de estas dos últimas semanas por decenas. Y no digamos ya en las Redes Sociales, sorpresiva e inusitadamente repletas de recién nacidos expertos en Oriente Medio y en geopolítica internacional.

El caso es que empiezas a ver esta temporada de “Homeland” y, si no sabes quiénes son Carrie Mathison o Saul Berenson, hay momentos en que puedes pensar que estás frente a un noticiario o un documental protagonizado por ISIS, Putin, Al Assad, Charlie Hebdo… e incluso Snowden. Porque la filtración de secretos protegidos y el papel de los hackers y los medios de comunicación también están en el meollo argumental de la serie.

Homeland Saul

Pero no. Por muy pegada que esté a la realidad, “Homeland” no es documental. Es una serie dramática y de acción que utiliza todos los recursos de la ficción televisiva para enganchar a los espectadores, incluidos algunos golpes tan bajos como que un personaje escuche la conversación de dos jefazos de la CIA… pegando el oído a la puerta de la habitación en que están encerrados.

Pero a “Homeland” hay que perdonarle esos bajonazos, sobre todo, porque es una serie que, tras la desaparición de Brody -su personaje más interesante y pieza clave en las dos primeras temporadas- estaba muerta. Muerta y casi enterrada; tanto por parte del público como de la crítica especializada. Sin embargo, los productores y los guionistas han sabido cómo reinventarla y hacerla cambiar de rumbo para terminar alzándose, triunfante, en esta vertiginosa quinta temporada.

Homeland brody

Y es que la nueva versión de “Homeland”, tan de 2015, está trufada del espíritu de Jack Bauer y la mítica serie “24”, con personajes, traidores y taimados, que son capaces de comprometer incluso a uno de los capitostes de la mismísima CIA. Y hay explosiones, vértigo y acción. Mucha acción.

En esta temporada, la trama transcurre en Berlín, el mejor escenario posible para una historia de espías, como siempre ha defendido Woody Allen. Pero con incursiones en el Líbano de Hezbollah, por ejemplo. Y con planes para derrocar a Al Assad y situar a un líder democrático y reformista en Damasco.

Y todo ello, dejando bastante de lado el trastorno bipolar de la protagonista y los conflictos personales y familiares que la aquejaban en las primeras temporadas de la serie. Los guionistas han considerado que la vertiente más psicológica de los personajes estaba amortizada y que ahora toca enfrentarlos a la tiranía del No-hay-tiempo. Y al más difícil todavía.

Homeland

Todas estas consideraciones están realizadas sobre la base de los primeros capítulos de una quinta temporada de “Homeland” que, a buen seguro, aún nos tiene bastantes sorpresas guardadas en la recámara.

Jesús Lens

Twitter Lens

Series vitales

Ahora, lo que se lleva, es poner a caer de un burro a “Homeland”. Tras una primera temporada extraordinaria, nadie esperaba que la segunda fuera tan buena o incluso mejor. Y, quizá por eso, ahora toca darle palos a una serie que, para mí, sigue siendo adictiva al máximo, más allá del efecto sorpresa.

 Series homeland 3

De hecho, el capítulo 3, con Carry en el psiquiátrico y Brody en Caracas, ambos luchando contra la locura, el encierro y las alucinaciones; es uno de esos momentos existencialistas que, como aquel memorable “El fin de semana”, resultan complicados de ver (en realidad, no pasa nada en ellos) pero al terminar te dejan un extraordinario a la vez que amargo sabor de boca.

Sí es verdad que el hilo argumental de esta tercera temporada deriva más hacia un “24” sin la violencia extrema de Bauer, más pausado; pero los personajes deben crecer. Y ese nuevo director de la CIA va a dar mucho juego. Así como Saul y su compleja y enigmática esposa. Y sí. Dana debe tener menos protagonismo. Aunque es de los mejores personajes postadolescentes que he visto en televisión, de los que más sentido narrativo tenían, al servir como sombra y como espejo a su padre.

 Series homeland dana

Yo, desde luego, sigo apostando por ella. Y, por supuesto, por “The Walking Dead”. Ésta es una de esas series que me gusta ver despacio, recreándome en cada episodio, por lo que solo veo uno cada vez. Su ritmo moroso, que tanto irrita a algunos, es precisamente lo que más me gusta. Esa sensación que transmiten los protagonistas de estar en un zoológico mientras los zombies se agolpan en las vallas para verlos, se contagia al espectador a través de la pantalla.

 Series Walking dead

Y, claro, el capítulo “Infectados”, con ese nuevo enemigo a batir, inesperado, sorprendente, silencioso, cruel… ¡la de juego que va a dar!

 Series Walking

La tercera en discordia es, para mí, la que más y mejor ha ido creciendo desde su estreno: “Boardwalk Empire”. Al principio, era una serie muy manierista en la que la forma, los decorados, la música, los movimientos de cámara muy espectaculares y el ambiente estaban muy por encima de los personajes. Había más de Scorsese que de Terence Winter.

 Series boardwalk Empire Scorsese

En la segunda, entre Van Alden y Harrow, los secundarios hacen crecer la traba y un bosque cada vez más abigarrado, con Jimmy Darmody y Eli como trágicas y contradictorias némesis de Nucky. En la tercera, Gyp Rosetti se lo lleva de calle, aprovechando los guionistas para dar más protagonismo a Chalky White; la gran sorpresa de la cuarta temporada, al verse enfrentado al relamido, sádico y amenazador Doctor Narcise. ¡Ese Harlem!

 Series boardwalk Empire Narcise

Ha evolucionado tanto esta serie y Nucky se las ha tenido que ver con tantos y tan crueles enemigos, ha tenido que lidiar con problemas en casa y fuera de casa y se ha complicado la vida personal, familiar y profesional tantas veces y de maneras tan distintas; que me están dando muchas ganas de volver a verla, entera, una vez que se ha confirmado la renovación por una quinta temporada.

 Series boardwalk Empire

Además que la mezcla de los personajes de ficción con otros gángsteres auténticos (Al Capone, Meyer Lanski, Lucky Luciano…), cuyos inicios conocemos gracias la serie; la hace aún más interesante. Y creíble. Por ejemplo, para esta cuarta temporada, los guionistas cuentan con la asesoría de nada menos que Dennis Lehane, que incluso ha escrito algún capítulo. Y es que Nucky está tejiendo sus redes en Tampa, California. Justo el lugar en que se desarrolla la novela negra y criminal “Vivir de noche” con que Lehane nos ha deleitado este año. Nada queda al azar en una serie que reúne a mucho de lo más mejor de la televisión del siglo XXI. Si no la sigues, ¿sabes ya que te la estás perdiendo?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Homeland

Se la esperaba con ganas. Con muchas ganas. ¡La serie del año! Premiada en Estados Unidos, bendecida y alabada por crítica y público, por fin ha desembarcado “Homeland” en nuestras pantallas y… ¡ha colmado nuestras más altas expectativas!

Al menos, con su primer episodio, denso, intenso y cargado de contenidos.

El punto de partida es tan sencillo como atractivo: un sargento del ejército norteamericano, desaparecido y dado por muerto en Oriente Medio, es súbitamente encontrado por un grupo de Marines y devuelto a casa, en loor de multitudes, incienso a santidad y madera de héroe; recibido por el mismísimo Vicepresidente de los Estados Unidos.

Pero ocho años son muchos años.

Por ejemplo, para la familia del héroe desaparecido en combate, esposa joven y fogosa y dos hijos en edad difícil. ¿Cómo encajará en casa, de vuelta, el marido desaparecido?

Pero es que, además, no es oro todo lo que reluce y la historia del héroe reencontrado puede tener más agujeros que el casco del Titanic, después de chocar con el iceberg. Y para tratar de descubrirlos, nada mejor que una analista de inteligencia tirando a neurótica, amante del jazz y sacada del campo de operaciones por su franca inestabilidad mental y decidida falta de disciplina. Una conspiranoica nata, vamos.

La duda sobre la honestidad del héroe o su posible conversión al islamismo radical y terrorista late desde el primer minuto de la serie y será el hilo conductor de una trama que promete ser absolutamente adictiva.

El guion, basado en una serie anterior de procedencia israelí, es modélico y las interpretaciones de los actores, absolutamente ajustadas y perfectas. ¡Hasta los niños están bien!

Deseando ver el resto de “Homeland”, con fundadas esperanzas de que estará a la altura de este sensacional primer episodio -y a la espera del regreso de “Mad Men” y de «Juego de tronos»- convenimos con los yanquis en que, efectivamente, estamos ante una de las grandes series de un año que, por desgracia, nos ha traído demasiadas decepciones catódicas.

Jesús Lens

PD I.- Visto el segundo episodio, la cosa me sigue gustando.

PD II.- ¿Y el 18 de abril de 2008, 2009, 2010 y 2011?