Voy a volver. Porque la vi demasiado rápido, estaba cansado y un poco embotado. Tengo que volver a disfrutar, despacio, de la exposición “National Geographic” que, hasta el 31 de marzo, se puede visitar en La Madraza, organizada por la UGR, y de la que hablo en IDEAL. Aquí, más información.
Entre mis libros más preciados está la edición de “El corazón de las tinieblas” ilustrada por Ángel Mateo Charris. Esta versión del clásico de Conrad, una de mis novelas de cabecera, es un placer literario, por supuesto, pero también es un goce táctil y visual. Y la exposición que la UGR les dedica al propio Charris y a Miki Leal está muy relacionada con la expedición al río Congo, imaginaria y literaria, pintada por el artista cartagenero.
Tres espacios diferentes conforman “National Geographic”. Los más cercanos, en Europa, retratan estampas y momentos vividos por los artistas durante su seguimiento, casi persecución, de la huella y la impronta de tres luminarias artísticas y culturales del Viejo Continente: el pintor Leon Spilliaert, en Bélgica, al que Charris sorprende en Ostende, y Le Corbusier y Heidegger, por cuyas cabañas en Francia y Alemania pasó Leal, durante un recorrido en moto de 6.000 kilómetros.
Ambos artistas nos muestran, también, sus particulares visiones de los Estados Unidos. Charris se centra en la Norteamérica más hopperiana, pintor por el que siento admiración y reverencia. Miki Leal, por su parte, optó por la Costa Oeste, donde quedó fascinado por la cultura del surf y todo lo que la rodea.
Más allá, por supuesto, está África. Charris viajó al Malí y a la cuenca del Níger, uno de los lugares más especiales de la Tierra. Y, con la imaginación, acompañó a Conrad por el Congo, adentrándose en el corazón del Horror. El acercamiento de Leal a África viene a través de los objetos, recuerdos y souvenirs que uno de sus tíos, misionero en el continente africano, enviaba a la casa familiar. Objetos misteriosos y con un halo mágico que excitaban su imaginación y que tanta influencia tuvieron en su obra desde el principio de su carrera.
Y, por fin, el Paraíso: siguiendo los pasos de Stevenson y de Gauguin en su huida del mundanal ruido, buscando el contacto con la naturaleza más primitiva e incontaminada, Charris y Leal viajan a los Mares del Sur, en el Pacífico, retratando tótems, máscaras e idílicos paisajes. Un viaje para repetir.
Jesús Lens