Es posible que usted, tras las procesiones y las saetas, tenga ganas de cultura. Y que, para saciar su sed, haya pensado ir hoy al Centro Lorca a ver “Una habitación propia”, con los primeros objetos y documentos del Legado lorquiano que, por fin, han llegado a Granada.
No se moleste. Se encontrará con la puerta de la habitación cerrada. Lo que no es de extrañar, ya que es lunes. Mucho más incomprensible resulta comprobar que el Centro Lorca ha estado cerrado buena parte de la Semana Santa, como nos contaba ayer Javier Barrera en una pieza imprescindible que contrastaba las grandilocuentes palabras de nuestros prebostes institucionales con la cruda realidad. (Léanla AQUÍ)
A nuestro Ayuntamiento le duele y le rechina la comparación con Málaga, en materia cultural. Pero las cifras son las cifras y los datos hablan por sí mismos: mientras el Museo Picasso ha abierto sus puertas todos los días y en horario continuo durante la Semana Santa, encontrar las puertas abiertas en el Centro Lorca era más difícil que ganar la Bono-Loto.
Nuestros representantes institucionales tienen la boca tan llena de cultura como vacíos los bolsillos que deben administrarla. Y así, no se puede. No se puede ir vendiendo la Capitalidad Cultural y ser cicateros con el presupuesto que debe soportarla.
Es inadmisible y resulta bochornoso inaugurar a bombo y platillo la exposición dedicada al legado lorquiano y constatar que, en plena Semana Santa, es una gran desconocida en la Oficina de Turismo de la Plaza del Carmen. Desconocida la propia exposición… y el Centro Lorca en sí mismo.
El mayor riesgo de un político es no enterarse de lo que pasa por la calle. Y el gobierno municipal del PSOE empieza a dar muestras de estar viviendo en una burbuja cada vez más alejada de la sociedad y de la realidad de los ciudadanos.
¿Conocía alguien, en el Ayuntamiento, los horarios del Centro Lorca para la Semana Santa? Los de las procesiones sí se los sabían al dedillo, que ahí no han faltado, dejándose ver entre medallones, trajes oscuros y olor a incienso.
Francisco Cuenca hace de la cultura santo y seña de su discurso. Empieza a ser imprescindible que, en el año que queda de aquí a las elecciones, las partidas presupuestarias demuestren un compromiso que vaya más allá de las buenas palabras y las mejores intenciones.
Jesús Lens