Estaba esta mañana disfrutando de uno de esos escasos momentos de intimidad total que nos depara el día, sin ordenadores, periódicos, teléfonos móviles, fijos, Internet, Güasap, Chat, SMS, Comunicator, etc. cuando me surgió uno de esos pensamientos que ni Confucio, en sus mejores tiempos (*):
Sostiene la gallina: «Que no se olvide el granjero que, sin nosotras, no hay huevos».
Y es que con tanta reforma, austeridad, recortes, ajustes, despidos y acogotamiento, hemos llegado nuevamente a la pregunta que el hombre se hace desde que el mundo es mundo, y que (re)planteamos en estos momentos de crisis total y absoluta:
¿Qué debe ser antes, el huevo o la gallina?
Y el tiempo comienza a contar en 3, 2, 1…
Jesús ahuevado Lens
(*) Modo irónico. Ojo. Por cierto, me ronda una idea sobre la necesidad de romper los huevos, para hacer la tortilla, aplicada a este contexto. Pero no termino de cuadrarla… A ver si tenemos otro rato de intimidad total.
¡Seguimos!