– ¡Las sobras! ¡Yo le pedí que me diera las sobras! Las sobras del solomillo, para que se las comiera mi perro… -sostenía el pobre hombre, mientras sangraba profusamente por las numerosas heridas causadas por la paliza que le dio el maitre del restaurante, indignado al pensar que le estaba exigiendo un soborno.
¿Me copias? @Jesus_Lens