EL SUEÑO DEL CELTA

Pues, efectivamente, seguimos ampliando el espectro de lugares, físicos y/o virtuales, en que publicamos. Iniciamos una colaboración con la revista Garnata que, ojalá, sea larga, feliz y duradera. No olvidéis que hoy se distribuye con IDEAL, sin sobrecoste para el periódico.

E iniciamos esta colaboración con una reseña de la última novela de Mario Vargas Llosa, “El sueño del celta”. Que dice así:

Hay que felicitar a los directores del Festival Internacional de Poesía por haber invitado a Mario Vargas Llosa justo cuando le han dado un más que merecidísimo Nóbel de Literatura. Y honra al galardonado el no haber renunciado a citas como la granadina tras la brutal complicación que la concesión de una distinción como ésta provoca en la agenda del premiado.

Ha querido la casualidad que también haya coincidido el Nóbel con la publicación de un nuevo trabajo de Vargas Llosa, “El sueño del celta”, una novela extraordinaria, rica, densa, ilustrativa y llena de meandros; compleja y repleta de atractivos. Aunque, empezando por el principio, quizá hablar de “novela”, en este caso, no sea exacto. O sí. ¿Quién sabe?

El caso es que el celta del título fue un tipo real, de carne y hueso, que vivió en los inicios del siglo XX y protagonizó, no una, sino tres o cuatro aventuras, cada una de ellas susceptible de haber pasado a los anales de la historia. Su nombre: Roger Casement, un buscador de fortunas que recaló en el mítico Congo Belga y se escandalizó ante lo que vio, escribiendo un informe tan demoledor que conmocionó a toda Europa. Desde entonces, el Congo es sinónimo de lo peor. Lo peor del horror. (Y ya sabéis lo que el Congo significa para mí)

(CONTINUARÁ)

(O sea, leed en la versión impresa, malandrines 😉

Jesús Lens.

DESPEDIDA SIN CIERRE

Habrá habido otras columnas emocionantes en IDEAL. Ahora mismo no se me ocurre otra más que ésta. Solo una palabra: GRACIAS. Seguida de otra más: SEGUIMOS.

Ayer volví a casa en el AVE. ¡Espectacular, la vista de la Sierra desde el mirador de la estación de Moneo! Pocas ocasiones como ésta de ver la cara oriental de Sierra Nevada, desde la ciudad de Granada.

Esperando al AVE. Confianza y paciencia

Cogí el metro y, en lo que tardaba en hojear el periódico, llegué al Zaidín. Pensé en seguir directamente para Carchuna, que con la autovía es apenas media hora, pero me fui a ver a un amigo ingresado en el hospital del Campus de la Salud. Lo que no sé es si asomarme mañana al IKEA o esperar al lunes, que habrá menos gente.

Me gustaría, cuando vuelva a escribir esta columna de Puerta Real, en IDEAL, poder reseñar todas o, al menos, algunas de estas cosas. Dentro de un tiempo. Porque, después de siete años escribiendo semanalmente una columna de opinión, todos los viernes, ha llegado el momento de tomarnos un respiro.

Es un ejercicio ilustrativo, echar la mirada atrás y leer algunas de las cientos de columnas publicadas a lo largo de estos años. Temas diferentes, temas sorprendentes, temas inverosímiles, a veces. También los ha habido previsibles. Y hasta obligatorios. Pero lo peor son los recurrentes. Los sospechosos habituales, como me gusta llamarles. Esos temas que, por ser siempre de actualidad, ya cansan y aburren. Hasta el hastío. Pero que no se pueden dar de lado. Porque siguen siendo importantes.

¿Cómo serán las cosas, dentro de un tiempo, en esta nuestra Granada? Lo iremos viendo. Y comentando. Pero en otro formato. Es hora de hacer un alto en el camino. Un camino muchas veces excitante y siempre apasionante, el de escribir semanalmente esta columna. Un camino que te obliga a mirar a tu alrededor, a ver lo que pasa, a reflexionar sobre ello y a opinar. A mojarse. Con todo lo que ello implica.

Desde esta parcela del periódico he procurado, siempre, decir lo que pienso, pero sin herir o atacar a nadie. Sin dar palos o bofetones, como se suele decir. Si alguna vez alguien se sintió personalmente agraviado por algo que escribí, mis más sinceras disculpas. En mi descargo sólo puedo decir que fue sin mala intención.

Lo que sí espero es haber contribuido a generar reflexión, debate y discusión a lo largo de estos años. Y, lo más importante, espero que no se hayan aburrido ustedes leyendo estas columnas. ¡Ese sí que hubiera sido un pecado capital!

El aburrimiento, ni verlo quiero

Muchas gracias por su fidelidad. Por las veces que, al vernos, han tenido una palabra amable y divertida, recordando alguna de las cosas que hemos escrito. Por los cariñosos tirones de oreja, cuando no hemos estado de acuerdo en algo. Por los intercambios de pareceres y opiniones, a cuenta de los distintos temas sobre los que hemos escrito. Porque de eso se trata: agitar las neuronas, provocar conversaciones, generar opinión.

¡Nos seguimos viendo! Y leyendo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¡AISLADOS!

Hoy martes, en IDEAL, publicamos ESTE REPORTAJE, una doble página en las que el protagonismo es para series y películas con una característica muy especial: todas ellas se desarrollan en islas.

En islas pequeñas, no es Islas como las Británicas.

Las islas, como veréis al leer el reportaje, tienen una mística, un simbolismo y una significación muy especiales.

 

¿Será por eso que directores como Scorsese o Polanski hayan «aislado» a los protagonistas de sus últimas películas?

¿Se podría estar auténticamente Perdidos en cualquier otro lugar que no fuera una isla?

¿Habría sido igual el sexo de Lucía fuera de Ibiza?

¿Podrían existir los Moais en un lugar distinto a la Isla de Pascua?

Lo dicho.

De todo ello hablamos en ESTE REPORTAJE que, si lo leéis impreso, acompañado de un buen café, en esta mañana brumosa y húmeda, seguro que resulta más reconfortante.

Jesús Lens, ¿aislado?

UNA COLUMNA DE PREGUNTAS

Tal y como hicimos ayer con ESTA reseña de Shutter island, la columna de hoy de IDEAL es más de preguntas que de respuestas. Y para los lectores de este Blog, dejamos una pregunta extra que no hemos incluido en el texto escrito en periódico. A todo esto, ¿tenéis respuestas?

 

Sostenía el grandioso Oscar Wilde, uno de los mejores y más ingeniosos aforistas y fraseólogos de todos los tiempos, oro puro para los buscadores de citas, que las preguntas no son nunca indiscretas, aunque las respuestas, a veces, sí.

 

Los columnistas de opinión somos una especie de incordioso Pepito Grillo que siempre está ahí, campando por nuestra conciencia, pontificando y criticando, oscilando entre el salvapatrias con soluciones para cada problema y el cenizo que denuncia un problema para cada posible solución.

 

A veces, sin embargo, a mí me surgen preguntas, dudas e interrogantes para las que no tengo respuesta. Permítanme hoy que despache esta columna con algunas de ellas, a ver qué les parecen. Y, si tienen ustedes respuestas, por indiscretas que sean, encantado de escucharlas, oiga. Por ejemplo: ¿por qué el camión que reparte el butano en el Zaidín del siglo XXI sigue anunciando su llegada a base de claxon, inclusive los sábados a las 8.30 de la mañana, si tenemos una maravillosa Ordenanza por el Perpetuo Descanso de los granadinos que debería protegernos de dicho escándalo?

 

Tras sus libros sobre el Mayo madrileño y el Cádiz de 1812, ¿por qué no le encargamos a Arturo Pérez Reverte una novela sobre el Milenio granadino, a ver si alguien le hace puñetero caso de una vez a la gloriosa efeméride y, de paso, nos enteramos de lo que quiera que haya que celebrar en tan magna ocasión? Y una deportiva: una vez que Paquillo confiesa tener sustancias dopantes con las que pensaba hacer trampa, ¿qué pinta la diputación granadina sentándose a su lado, apoyándole y defendiéndole pública e institucionalmente?

 

A ver, Reverte, ¿qué es eso del Milenio?
A ver, Reverte, ¿qué es eso del Milenio?

A sabiendas de que iba a ser tremendamente polémica y controvertida en esta Granada perennemente ultramontana, ¿por qué permite la Universidad que se inaugure en sus dependencias «Circus Christi», una exposición de fotografía de temática cristiano-toxicómano-gay, para envainársela de inmediato, clausurándola por no poder protegerla de posibles actos vandálicos y pidiendo perdón por la posible ofensa cometida?

 

Y, ya puestos, ¿vamos a dejar que la película de Emilio Ruiz Barrachina, «El discípulo», boicoteada por el Festival de Cine Español de Málaga, pase inadvertida después de haber sido presuntamente vetada por el trasfondo religioso de la misma y la controvertida visión de la figura de Jesucristo que sugiere? ¿Permitiremos que siga campando por sus fueros, impunemente, la carcunda de una sociedad andaluza que, a veces, parece seguir anclada en lo más rancio del siglo XIX?

 

Hay que silenciarlo
Hay que silenciarlo

Y terminemos con una (complicadísima) adivinanza, igualmente en clave cinéfila: ¿de qué nacionalidad son las dos películas cuyos tráilers provocaron un intenso clamor en el Cinema 2000, el pasado domingo, antes de proyectarse «Shutter island», pudiéndose escuchar entre el respetable público adjetivos como «basura y mierda», sustantivos como «tetas y culos» y verbos como «mojar y vomitar»? Y es que es necesario que todo cambie para que todo siga igual, como acertadamente diagnosticó Lampedusa…

 

¿Y por qué no un remake de los grandes clásicos?
¿Y por qué no un remake de los grandes clásicos?

PREGUNTA EXTRA: ¿Es verdad que Ryanair no recibe ni un euro de subvención por operar en otros aeropuertos andaluces como el malagueño y el almeriense por lo que su actitud sería, efectivamente, vergonzosa, pedigüeña y chantajista?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Y TÚ, ¿CÓMO ACABASTE AQUÍ?

La columna de hoy viernes, en IDEAL, te tipo amejillonado.

 

Estábamos en La Corrala del Carbón. Greg había pedido un Rioja y yo una Milno. Primer tópico que se caía esa noche: estaba seguro de que el australiano pediría cerveza. Y esperaba darle una buena alegría haciéndole descubrir la dimensión «bírrica» de la Alhambra. Pero no. Pidió un Rioja.

 

La charla, tranquila y pausada, nos llevó de un lugar a otro. Para ser un chaval de apenas treinta años, Greg ya llevaba mucho mundo corrido. Era abogado y había dejado su Perth natal para trabajar en una multinacional francesa que le había destinado a Lagos con el fin de empezar un proyecto nuevo en la capital nigeriana. Tenía unos días de vacaciones y, vía Dubai, había recalado en París. De ahí se fue a Barcelona, a conocer personalmente a Luis, uno de los compañeros de la empresa a quién sólo había tratado por e mail. Y tras pasar un fin de semana en la ciudad condal con Luis y Marta, ésta le dijo que se viniera a Granada, que le iba a encantar.

 

Y allí estábamos, en la Corrala, un lunes por la noche, tomando unas tapas y charlando relajadamente. Marta me había dicho que Greg era un tipo majísimo, pero no me había advertido de su insaciable curiosidad por algunos de los acontecimientos históricos de nuestro país. Como, por ejemplo, sobre qué habíamos hecho con todo el oro que nos trajimos de América, un tema que le preocupaba enormemente y que sacó a colación cuando, camino de las Bodegas Castañeda, pasamos por el monumento de Colón e Isabel la Católica.

 

Charlamos acerca de los árabes y su expulsión, de las Alpujarras, de la pujanza de ciudades como Barcelona frente a la abulia de otras, congeladas en el tiempo. Y hablamos de China, donde su novia trabaja seis meses al año. Y, entonces, cuando tomábamos un mojito en el Pícaro, llegó la pregunta: «Y tú, ¿cómo has acabado aquí?»

 

Me sentí como un paleto. No recuerdo qué dije exactamente, pero más o menos farfullé que no. Que yo no había acabado en Granada. Que yo había empezado aquí y que no había salido nunca, excepción hecha de una experiencia laboral de seis meses en Motril.

 

Ojo, me encanta Granada y soy feliz en ella. La pena, de hecho, es que no seamos capaces de convertirla en una ciudad aún más atractiva, creativa y provocadora para que la gente se venga aquí a trabajar, crear y vivir. Pero la pregunta de Greg se me quedó bien clavada, como un anzuelo en el pulgar del pescador inexperto, haciéndome sentir un poco amejillonado, como escribía Álvaro Pombo: de no salir por ahí fuera, de no darles el aire, las mentes corren el riesgo de quedarse tan amejillonadas que no se abran ni con agua hirviendo.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.