MÁXIMO MAGO MIGUE

La columna de hoy de IDEAL, que sale después de que, gracias a mi Amiga, anoche pudiéramos disfrutar de un fabuloso espectáculo: los Pagagnini. Si Mago Migue los conoce, fijo que flipa con ellos. Por su talento, por su irreverencia, por su buen humor y, claro, por su calidad. Pero hablemos de Magia…

 

¡Ave Mago! Los que van a reír te saludan. Bueno, los que vamos a reír y también a soñar, a emocionarnos y a disfrutar con ese torrente de sensaciones que provocan las mágicas veladas del Hocus Pocus.

 

Querido Migue, en realidad, había pensado no escribir estas líneas. De hecho, he estado resistiéndome a ello con uñas y dientes. Porque la primera vez que escribí de ti, aunque ya había tenido la suerte de conocerte, tampoco éramos muy amigos. Pero ahora sí. Y, claro, cuando uno escribe cosas buenas de sus amigos se puede entender que es puro peloteo interesado.

 

Pero cuando el viernes llegué a los aledaños del Isabel La Católica, con media hora de antelación al comienzo de la función, y ya estaba abarrotado de padres y niños, expectantes y ansiosos por ocupar su localidad en la platea, pensé que no era justo dejar de hablar de uno de los eventos culturales más importantes de esta ciudad. Evento CULTURAL, sí.

 

Porque cualquiera que el pasado domingo estuviera en un Teatro Isidoro Máiquez lleno hasta la bandera, a pesar del Barça – Madrid y de la desapacible lluvia que jarreaba, puede dar fe de que el Hocus Pocus es mágico, por supuesto. Pero la magia, además de hacerse a base de mucha ilusión y aún más trabajo, se construye a través de la imaginación, la creatividad, la poesía, la inteligencia y el talento, hasta el punto de ser una de las artes más completas que existen. La magia, como el Hocus Pocus acredita, es un espectáculo total.

 

Al salir, tomando la necesaria y reconfortante birra en el «Alegría», me comentaba mi hermano que tenía un compañero de trabajo que ejecutaba muy bien algunos trucos, pero que él mismo confesaba que le faltaban imaginación y talento para engarzarlos en una historia y conseguir que los juegos de manos se transformaran en algo más. Para hacer magia, o sea.

 

Pero lo peor de todo, querido Migue, es que tengas que dedicar buena parte de tu trabajo y esfuerzo a la alquimia más que a la magia, intentando convencer a un montón de gente cargada de prejuicios de que tu arte, vuestro arte, es mucho más que un entretenimiento para niños o un mero pasatiempo.

 

Imagino que cuando visitas a las personas que, trajeadas y encorbatadas, han de dar el «Sí quiero» a colaborar con el Festival, les llevas un buen dossier lleno de números, cifras, barras y quesitos multicolores que acreditan que cada gala del Hocus Pocus es un reventón de gente, lleno total en cada función. La pena es que muchas de esas personas no vean, en vivo y en directo, la cara de emoción de esos cientos de niños (y mayores) que exclamamos sentidos «¡¡¡Ohhhhhhhhh!!!» tras cada número. Porque, efectivamente, además de ver para creer, hay que creer para ver.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

CAMBIOS

¿Visteis el nuevo IDEAL? ¿Qué os parece? ¿Cómo veis el cambio? Cambios. De ello hablamos, precisamente, en la primera columna del primer IDEAL del resto de nuestra vida…

 

Es duro, difícil y complicado eso de cambiar. Por mucho que nos confesemos como abiertos y proclives al cambio, en realidad intentamos evitarlo a toda costa. Y cuando se adivina como obligatorio y necesario, hacemos lo posible y lo imposible por postergarlo y aplazarlo al máximo.

 

Construimos nuestra vida en torno a unas rutinas en las que nos sentimos cómodamente instalados y cualquier variación de las mismas, la sola amenaza del más mínimo cambio, nos altera enormemente. O, directamente, nos aterra.

 

Los cambios en lo profesional, en lo personal y en lo afectivo suponen incomodidades, molestias y trastornos. Y, sobre todo, nos exigen una enorme capacidad de adaptación, algo para lo que muchas personas ni están preparadas ni dispuestas. Y entonces surge el conflicto.

 

En este siglo XXI que ya se apresta a devorar su primera década, una de las cualidades más necesarias para no quedarnos rezagados ante la vertiginosa vorágine de los cambios que la caracterizan es la capacidad de adaptación a un entorno siempre mutable, generalmente complejo y muchas veces áspero y hostil.

 

Pocas cosas y pocas relaciones son para siempre y para toda la vida. Ni los diamantes. Además, los ciclos cada vez se agotan más rápido y las etapas de cualquier proceso se consumen con mayor celeridad. Cada vez asistimos a más finales. Lo que conlleva nuevos principios. Nuevos retos. Nuevos desafíos. Porque cambiar también es crecer.          

 

Una de las pocas cosas que me gustaron de la película «París, je t’aime» es este monólogo de Natalie Portman: «Hay veces en que la vida te pide un cambio, una transición. Como las estaciones. Nuestra primavera fue maravillosa, pero ahora ya ha terminado el verano. Hemos dejado pasar nuestro otoño y ahora, de repente, hace tanto frío, tanto frío que todo se está congelando a nuestro alrededor. Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo ha tomado por sorpresa, pero si te duermes en la nieve, no oirás la llegada de la muerte. Cuídate.»

 

Renovarse o morir. Es un hecho. Una necesidad. Una obligación. Hace unos meses, cuando intentábamos definir la innovación, más allá de meternos en complejidades técnicas, decíamos que es una actitud para el cambio. En esta vida, todo es dinámico, móvil y activo: como los tiburones, si dejamos de nadar, nos ahogamos y nos morimos en el fondo del mar.

 

Hoy tenemos un nuevo IDEAL entre las manos. El primero de una nueva época. Un IDEAL histórico. Hoy, los lectores nos enfrentamos a un periódico que, siendo el de siempre, es completamente distinto. Curiosos y expectantes, nos habremos acercado al quiosco, habremos pedido el IDEAL de toda la vida y, sin embargo, el quiosquero nos ha entregado éste, diferente, que ahora hojeamos y leemos con ilusión renovada. Ahora toca familiarizarse con el nuevo formato, tipografía y secciones. Y determinar si también nos gusta. Ojalá. Seguro que sí.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

CAMBIOS. PARTE I

¿Sois amantes de los cambios?

 

Porque el del próximo viernes va a ser de órdago. Si habéis visto el IDEAL de estas semanas, el 27 de noviembre está señalado con letras mayúsculas y si leísteis el periódico del domingo, encontraríais esta doble página.

 

Más información nos da Javier Barrera, en su esencial «Periodismo al pil pil».

 

Cambios.

 

Ha querido la casualidad que, por venir el cambio en viernes, la mía sea una de las columnas que figuren en un número histórico en la vida de IDEAL. Y, como los niños que comienzan el cole, que se despiertan de madrugada a la espera de que llegue la hora de ir el primer día a clase; dejé preparada mi columna, con toda la ilusión y el cariño, el mismo domingo pasado.

 

Cambios.

 

Una tontería, que no lo es tanto: la de la fotillo que acompañará a la columna. Ayer me retrató Ramón, en un desesperado e inútil intento de maquillar la realidad de este tipo desgreñado, desmadejado y desmejorado.

 

Cambios.

 

¿Cómo será el nuevo IDEAL?

 

La respuesta, en tres días…

 

Jesús Lens, expectante.

LA VIDA EN TUS MANOS

La columna de hoy de IDEAL habla sobre ese cine que, como el mejor de los maestros, nos sigue dando lecciones tan importantes como inolvidables. ¡A ver si les convence, esto de coger las riendas de la vida con tus propias manos!

 

De las pocas cosas buenas que tiene pasar agosto en la ciudad, una es que podemos ir al cine. Y, afortunadamente, cada vez son más las buenas películas que se estrenan durante la canícula, superando aquellos tiempos en que parecía que sólo los bodrios eran para el verano.

 

Una obra maestra incontestable
Una obra maestra incontestable

Si quieren hacerse un favor a ustedes mismos, y entre que nos llegan los infames bastardos de Tarantino, váyanse a alguna de las hipermodernas, digitalizadas y tridimensionales pantallas de nuestros complejos de multicines para gozar de dos espectáculos visuales de primer orden: «Up» y «Enemigos públicos».

 

Una gozada para los sentidos
Una gozada para los sentidos

Si tienen niños, la primera es inexcusable. Si no los tienen… también. A estas alturas de siglo XXI, reivindicar el cine animado que hace Pixar debería ser un ejercicio de futilidad, pero como todavía hay personas que consideran que los dibus son cosa menor, únicamente dirigidas a infantes, digámoslo una vez más, alto y claro: «Up» es una obra maestra incontestable y su primera parte tiene varios de los mejores momentos del cine no ya de este año, sino de lo que va de siglo. En concreto, la secuencia en que se cuenta la biografía del venerable protagonista ya está en la historia del séptimo arte, atesorando una de las mejores elipsis que jamás se hayan concebido.

 

La historia del gordito y el abuelo, además, tiene un trasfondo que va más allá de la espectacularidad de las imágenes filmadas en 3D. La reflexión de que siempre hay una oportunidad para que se cumplan los sueños contrasta con la lectura de que, o te pones las pilas y espabilas, o la vida se te escapa sin remisión, escurriéndose como el agua entre los dedos de las manos. Y no sólo eso: o vas soltando lastre o nunca conseguirás que se cumplan tus sueños, arrastrando siempre el peso de tu vida anterior, cada día más gravoso y difícil de sobrellevar.

 

Soltrar lastre y coger las riendas de tu vida
Soltrar lastre y coger las riendas de tu vida

Y por eso, John Dillinger, el atractivo gángster protagonista de «Enemigos públicos», vive radicalmente al día. El personaje interpretado por el magnético Johnny Depp siempre hace lo que quiere, sin pensar más allá del momento, reivindicando el magnetismo, el goce y el disfrute de cada instante. Cuando escucha el último chiste que la gente hace sobre la obsesión de la policía por prenderle, se ríe a mandíbula batiente: «Se busca a John Dillinger. Muerto o muerto».

 

La vida, aquí y ahora
La vida, aquí y ahora

La última obra maestra de Michael Mann, entre otras virtudes, tiene la de reivindicar la figura de una de esas personas románticas y libertarias que toman con decisión las riendas de su vida, sin importarles ni el futuro ni el porvenir. Una de esas personas valientes que le sacan todo el jugo a la vida porque, para ellas, el mañana no existe. Personas que no se amoldan a la realidad, sino que la enfrentan con decisión y la cambian a su antojo, conduciéndola por dónde ellos quieren. Lecciones de cine que, como siempre, sigue siendo el mejor maestro.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.       

¿POR QUÉ BLOGUEAMOS?

En parte, es cierto que por exhibicionismo, como decimos en este reportaje que hoy publica IDEAL.

 

Pero también por más razones.

 

En serio. A María, es verdad, se lo conté mucho mejor, en esta entrevista, cuando le decía que los Blogs son como ventanas: permites que, desde fuera, se vea algo de lo que hay dentro de tu casa. Pero, desde dentro, también sirven para mirar, observar, contemplar y pensar acerca lo que pasa por la calle.

 

Los Liblogs, extinguidos
Los Liblogs, extinguidos

Los Blogs son puntos de encuentro en los que, a partir de una imagen, un texto, una frase, un artículo, un cuento o un pensamiento; se vierten múltiples opiniones y se genera debate. O, al menos, eso es lo deseable.

 

Bloguear te permite respirar libremente, con inmediatez y desde cualquier lugar. Pero, ojo, que nadie piense que en las columnas del periódico somos más exigentes que en los Blogs. Ni mucho menos. Son formatos distintos, pero conceptos complementarios. Las entradas de los Blogs hay que currárselas para que tengan interés y seguimiento.

 

Hay que bloguear
Hay que bloguear

Y están los amigos. Las filias que se generan, la peña a la que conoces, los compañeros blogueros que haces, con los que luego te vas de birras, de las que surgen nuevos proyectos e ideas. Como los Liblogs o los Cuaversos.

 

Que duran lo que duran y luego se extinguen. O perduran.

 

Horizonte bloguero
Horizonte bloguero

Bloguear, además, te obliga a hacer cosas. Para luego contarlas. Porque un Blog te convierte en un Cuentacuentos. En un Inventahistorias.

 

Escribir un Blog hace que muchos de los acontecimientos cotidianos de la vida se conviertan en objeto de narración. Y, por tanto, de reflexión. Y de imaginación: ves una película, y la cuentas. No la película, sino lo que te ha parecido. O un libro que lees, un concierto al que vas o un rico arroz que te comes. Así, descubres cosas nuevas.

 

Tom Spanbauer señala, en su libro «El hombre que se enamoró de la luna» que «la vida es un sueño y que todo es una historia que nos contamos a nosotros mismos. Las cosas son sueños, sólo sueños, cuando no están delante de nuestros ojos… lo único que evita que el viento se nos lleve son nuestras historias. Ellas nos dan un nombre y nos colocan en un lugar.»

 

To Blog or not to Blog... is that the cuestión?
To Blog or not to Blog... is that the cuestión?

Y los Blogs son uno de los vehículos a través de los que hacernos un nombre, aunque sea un Nickname, para colocarnos en el lugar que el Ciberespacio nos tiene reservado.

 

Y nunca olvidemos una cosa también muy importante: ¡bloguear es divertido! Mucho. Créanme.

 

Jesús Lens, bloguero convencido.

 

PD.- Y tú, ¿por qué blogueas… o no blogueas? Y ya puestos… ¿qué te gusta, qué te atrae de esto de los Blogs?  

¡Deájate seducir por el lado oscuro de los Blogs!